The Alpha Wolf [Teen Wolf II]

XVII

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La carretera vacía le daba un aspecto fantasmagórico al lugar, y las miradas mortales que se enviaban Steve, Scott y Derek entre ellos mismos no ayudaban para nada.

Isaac estaba al lado de Derek, mirando a Steve. Había querido llamar su atención apenas bajamos del auto, pero mi Beta había evitado su mirada para fijarla en mi tío y en el Omega que nos acompañaban. Sintiéndose rechazado, el rubio se había ocultado detrás de Derek.

Scott nos hizo una seña para que lo siguiéramos hasta la entrada de la veterinaria donde trabajaba. Nadie nos recibió al principio, por lo que Scott decidió hablar.

—¿Qué hacen ellos aquí? —preguntó mirando a Steve y Isaac.

Derek se puso a la defensiva cuando señaló a Isaac.

—Lo necesito.

—No confío en él.

—“Él” tampoco confía en ti —espetó Isaac.

—A Derek no le importa —interrumpió mi tío. Sonreí divertida—. ¿Tu jefe nos va a ayudar?

—Eso depende —todos volteamos, encontrando a Deaton—. A su amigo Jackson, ¿planeamos salvarlo o matarlo?

—Salvarlo.

—Matarlo.

Derek y Scott se miraron mal. Yo rodé los ojos.

—Salvarlo —dijimos Scott y yo a la vez.

Deaton nos hizo una seña para que lo siguiéramos. Steve me dejó pasar antes a mí, pero cuando Scott quiso pasar detrás mío, él colocó una mano en su pecho y lo frenó en seco.

Negué divertida y seguí a Deaton hasta la sala donde curaba los animales. El hombre comenzó a sacar frascos y a apoyarlos en la misma camilla donde Derek un día casi me corta el brazo. Aquellos tiempos donde éramos nosotros dos contra el mundo parecían muy lejanos ahora, pero no había tiempo para sentir nostalgia.

Steve, Derek, Isaac y Scott entraron y se acomodaron en fila para todos observar a Deaton. Isaac fue el primero en hacer un movimiento, intentando agarrar uno de los frascos. Derek agarró su muñeca.

—¿Y tú eres una clase de hechicero? —le preguntó a Deaton.

El moreno apenas lo miró de reojo, haciéndome sonreír burlona.

—No, soy un veterinario —respondió—. Por desgracia, no veo nada aquí que sea una protección efectiva contra una toxina paralizante.

—Estamos abiertos a sugerencias —espetó Derek. Isaac asintió.

—¿Qué tal una ofensiva efectiva?

—Ya lo intentamos. Derek casi le arranca la cabeza, yo lo apuñalé y Argent y Tom lo dejaron como colador —interrumpí—. Se volvió a levantar en todas las ocasiones.