XIII

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Derek me miró desde el suelo, para enseguida patear mis piernas y tirarme a su lado. Pateé su pantorrilla para alejarlo de mí y los dos nos levantamos con rapidez.

Mi tío me rugió con sus ojos brillando de color rojo, pero yo saqué mis garras y estuve a punto de lanzarme hacia él cuando Scott salió de su casa y lanzó a Isaac y Erica al lado de Boyd. Marianne y Steve salieron detrás suyo junto a Allison y Stiles, pero no había señal de Jackson.

—Ya veo por qué sigues negándote a ser parte de mi manada, Scott —habló Derek, siempre igual de dramático—. Tú no eres un Omega. Eres un Alfa de tu propia manada. Pero no puedes vencerme, ni siquiera con Madelaine de tu lado.

Le gruñí, aunque no sabía si lo hacía por insinuar que estaba del lado de Scott o por creer que era más fuerte que yo. Steve me tomó del brazo para alejarme.

—Tal vez tienes razón —dijo Scott—. Pero puedo retenerte aquí hasta que llegue la policía.

Derek y yo volteamos cuando oímos las sirenas de la policía. Nos miramos, sabiendo que si nos metíamos en problemas con la policía otra vez nos iban a encerrar. Antes de poder alejarnos, oímos el sonido de vidrios rompiéndose, y el Kanima apareció por el costado de la casa. Nos gruñó y desapareció entre la oscuridad.

Seguido de eso, se oyó un portazo que venía de mi casa. Lydia salió, muy alterada, seguida por May que intentaba obligarla a volver adentro sin implementar la fuerza.

—¡¿Alguien me puede explicar qué demonios está pasando?! —chilló la pelirroja.

Scott y Derek me miraron interrogantes, mientras que Allison y Stiles se miraban entre ellos, incómodos.

—Es Jackson —susurró Scott.

Le lancé a May las llaves de mi auto para que se lleve a Marianne y Lydia, a Steve le hice una seña para que ambos busquemos el rastro del Kanima, mientras que Derek y Scott solo comenzaron a correr como idiotas. Lo usual.

No tenía latido ni olor, el único rastro que había dejado era aquel líquido paralizante que tanto Steve como yo intentábamos evitar. Finalmente, el líquido nos guió hacia un auto negro. No parecía abandonado, sino más bien parecía estacionado. Nos acercamos e inspiré hondo para oler el interior, pero no reconocí ningún olor. Aunque por las hormonas, podría decir que la persona que frecuentaba aquel auto era un hombre.

Seguimos el olor de Scott y Derek, el cual nos guió hasta un club. Steve alzó las cejas.

—No puede ser —susurré.

—¿Qué, nunca viste un club gay? —inquirió Steve, divertido.

Yo rodé los ojos.

—No seas imbécil —espeté—. Este club lo frecuenta Danny. Entremos.

The Alpha Wolf [Teen Wolf II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora