『10』

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Aunque Han Jisung no volvió a aparecer físicamente después de lo sucedido, Minho sabía que él estaba ahí. Era inevitable saberlo cuando las travesuras hacia su persona no se detuvieron, tal y como Jisung había dicho.

Estaba claro que no se libraría de él tan fácilmente como lo creyó en un inicio. 

La abuela Hyemi, quien desconocía la situación de su nieto, le regañaba cada que algo extraño acontecía. Ella pensaba que Minho se había vuelto demasiado torpe desde que llegó al pueblo, puesto que en su ausencia de unos minutos en los que fue a comprar algo de azúcar, este rompió dos tazas de su porcelana favorita. Estaba indignada.

Por ello, obligó a que Minho se sentase a su lado y ayudase a hornear algún regalo para la madre de Seungmin, cuya reunión de cumpleaños era en menos de dos horas. Era común que la abuela diese como presentes cosas para comer, ya que la cocina era su especialidad. Sin embargo, eso no quitaba que fuera laborioso.

—Pásame el recipiente de harina —ordenó, sin levantar la mirada de la mezcla—. Y no lo tires esta vez. Tu madre me lo regaló y le tengo aprecio.

Minho suspiró, acatando el pedido sin ganas. Le gustaba comer, sí, pero cocinar era caso aparte. No era particularmente una de su virtudes. 

Recuerda una vez cuando era niño intentar cocinar una pasta mientras su madre dormía y su padre se hallaba en el trabajo. Fue un total fracaso, ya que para empezar ni siquiera sabía como encender el fuego de la estufa. La sal había terminado por los suelos, la leche derramada en toda la extensión de la cocina, y el paquete de pasta esparramado sobre ambos. Ah y claro, sus ropas favoritas estropeadas.

Después de llorar ante su fallido intento por cocinar, su madre lo calmó y él no volvió a tocar una estufa para elaborar algo que catalogase como complicado.

—¿Qué vas a hornear? —cuestionó, queriendo abandonar su aburrimiento durante un momento.

No tenía permitido abandonar la cocina, pero tampoco tocar la mezcla. Estaba allí únicamente para facilitarle los ingredientes a la abuela, porque esta no deseaba que Minho se involucrarse demasiado con la comida sabiendo lo que podía llegar a causar. La comida era sagrada.

—Un pastel de fresas. Es el favorito de la señora Kim —informó, dándole unas cuantas vueltas a la espesa mezcla dentro del bowl—. El año pasado le di lo mismo y le encantó.

—¿No deberías variar y darle otra cosa entonces? —murmura, y la mujer a su lado lo observa venenoso. Ríe incómodo—. Digo, el pastel de fresas es genial. También quiero uno.

—Te lo prepararé con gusto cuando regresemos de casa de Seungmin —dice, y luego da un largo vistazo a la mesa, torciendo los labios al percatarse de un detalle—. Olvidé comprar crema.

Los ojos de Minho brillaron.

—¡Yo voy por ella! —se levanta de su asiento con rapidez, sin embargo, su abuela lo detiene alzando una palma.

—Iré yo. Los zorros no molestan a las ancianas —sonríe pícara, y Minho se espanta. La abuela todavía no superaba el incidente del zorro, haciéndole burla cada que era posible.

—¿Y qué haré mientras espero a que regreses?

La abuela pareció pensárselo durante unos segundos antes de contestar.

—Supongo que ya eres lo suficientemente mayor como para saber vertir la mezcla del pastel en el molde —comentó, y las alarmas dentro de la cabeza de Minho empezaron a parpadear.

—No creo poder hacer eso, abuela.

Preparar el molde para evitar que el pastel se pegase a las orillas sonaba complicado.

Spooky Hannie || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora