A Minho le advirtieron sobre las extrañezas del pueblo al que se estaba por mudar. No las creyó, y Jisung odia que piensen que él no existe.
✧Stray Kids Fanfic.
✧Minsung. [Lee Minho + Han Jisung].
✧Mención a otros shipps.
✧Larga duración.
✧Historia...
Tal y como su abuela informó el día anterior, Minho fue despertado a la primera hora de la mañana con un desayuno delicioso que incluía una humeante taza de chocolate y un par de sándwiches de jamón. Un agradable despertar para alguien que acostumbraba a comer únicamente galletas de agua por la pereza del tener que prepararse algo.
Tras haber desayunado salió con la promesa de que volvería antes del almuerzo, dispuesto a descubrir el pueblo en el que estaría por los siguientes doce meses.
Lo primero que hizo fue dar un vistazo rápido a las casas de la calle, destacando el que hecho de que la casa de la abuela Hyemi era la más grande pero a su vez la más anticuada. Al frente había un árbol —como los muchos que abundaban cualquier sitio— y diversos arbustos dispersos aquí y allá. No dejaba de sorprenderle ver tan tanta naturaleza, le parecía algo inusual.
Al no saber como iniciar con su caminata recurrió al GPS del celular, llegando a la conclusión de que no era precisamente lo más eficiente. Las calles no tenían nombre y las imágenes en el mapa eran antiguas, no podría guiarse de forma adecuada así. Giró su cabeza de un lado a otro en la búsqueda de alguien que pudiese ayudarlo.
Terminó por acercarse a un castaño que permanecía en postura de indio en el pasto de una de las casas a su lado.
—¿Hola? —preguntó con cuidado, ya que el chico tenía los ojos cerrados. Este los abrió al instante, mirándolo inquisitivamente—. Soy nuevo aquí, ¿podrías ayudarme?
—¡Por supuesto que sí! —se levantó de un salto, con una energía impresionante—. Te enseñaré todo.
Y así fue como Minho conoció al que sería su primer amigo dentro del pueblo: Kim Seungmin.
El camino fue, ciertamente, ameno. Seungmin era bastante amable y hablador, actuando como si fuera un guía turístico mientras señalaba hasta los detalles más mínimos como un chicle pegado al suelo o unas plantas que juntas formaban una especie de corazón.
Minho entró en confianza bastante rápido, asintiendo ante cada cosa dicha por Seungmin. Este último había decidido llevarlo al centro, ya que era el lugar donde la mayoría de la gente disfrutaba reunirse.
En algún momento comenzaron a hablar sobre sus vidas, encontrando que tenían bastante en común. Minho era mayor por un año, y a aparentemente ambos irían a la misma escuela cuando las clases iniciasen. Sin embargo, eso no fue lo más destacable de la conversación, puesto que al Minho mencionar sobre su abuela, Kim lanzó un exclamativo al aire.
—¿Eres nieto de la señora Hyemi? —la curiosidad en la voz de Seungmin era notoria.
—Efectivamente.
Seungmin abrió la boca repetidas veces, luciendo como un pez.
—Soy su vecino desde que nací y la conozco bien, es una buena mujer y le gusta invitarme a comer. Te ha mencionado varias veces, dice maravillas sobre ti.
Ahora el que lucía como un pez era Minho. ¿Su abuela había hablado sobre él? Vaya, no lo hubiera imaginado. No es que se haya comportado como el mejor nieto —además de que, cabe aclarar, era el nieto menor de la abuela Hyemi—, solo se dedicaba a llamarle al menos una vez cada dos meses para asegurarse de que, en resumen, no haya estirado la pata.
Bueno, eso era lo que solía decirle a su padre, pero en realidad lo hacía porque hablar con la abuela era agradable. Ella siempre tenía algo por decirle y su voz le recordaba a la de su madre. Era linda y la amaba, pero no la veía seguido ya que bueno, no vivían a dos minutos.
—¿Y qué cosas ha dicho sobre mí? ¿Sabías que iba a venir?
—Una vez me dijo que teníamos casi la misma edad, y que eras alérgico al maní —posicionó una mano sobre su barbilla, pensativo—. No sabía que vendrías, no me lo comentó. Hace semanas que no he ido a visitarla. No pensé que fuera a perderme de tanto, pero aquí me ves, hablando contigo sin saber que eras su nieto —lo observó de pies a cabeza—. Eres mejor de lo que pensaba.
—¿Gracias? —rió sin saber qué responder.
Seungmin rió también, negando con la cabeza para restarle importancia. De repente, apuntó hacia un letrero en la esquina de la calle.
—Mira, tienes que prestar atención a los letreros y señales que hay por el camino para poder ubicarte, ya que las calles no tienen nombre —informó—. La gente nueva suele perderse por ello, así que es común que te pidan ayuda para llegar a algún lugar. Es deber de todos ayudar al resto a orientarse.
—Como tú haces conmigo ahora.
—Exacto, así mismo.
—¿Y si quiero ir al bosque?
Seungmin dio un saltito hacia atrás, consternado.
—¿Para qué quisieras ir al bosque? Ahí es seguro que te perderás —murmuró con susto. Nadie solía ir al bosque por gusto propio, solo en caso de necesidad.
—Nomás decía. Quiero explorar todo lo que no hay en la ciudad.
—Puedes explorar tranquilamente sin ir al bosque, Minho. Por ejemplo, a unos cuantos metros de ti se encuentra nuestra grandiosa plaza principal. Es muy linda, me encanta venir aquí de vez en cuando para comer un helado o simplemente para despejarme —caminó con mayor rapidez, obligando a Minho a seguir sus pasos.
Una vez estuvieron frente a la susodicha plaza, Seungmin abrió los brazos en su dirección, soltando un adorable "¡Ta-dah!" con una sonrisa plasmada en su rostro, orgulloso por mostrar aquel lugar. Minho sonrió también, contagiado por la buena vibra emitida por el menor.
—Es un hermoso lugar —opinó mientras admiraba los bancos, puestos de comida, árboles, faroles y demás decoraciones.
—¿Verdad que sí? Solo que de noche da un poco de miedo, no te recomiendo venir.
—¿Por qué?
—No lo sé, a veces las luces parpadean aunque estén nuevas y no sabemos porqué, y también las hojas de los árboles se mueven aunque no haya viento, entre otras cosas. No se suele frecuentar este sitio cuando ya es muy noche, ¡pero durante el día es genial! ¿No lo crees?
Minho parpadeó un par de veces entonces, notando como el tono de Seungmin había cambiado al mencionar las extrañezas sucedidas durante la noche. Más que miedo, lo que le provocaba era intriga. ¿Sería eso verdad o solo inventos de los demás?
Probablemente se trataba únicamente de problemas con el alumbrado y ya.
—Claro que sí, me gusta —fijó su vista en un puesto de helados, su estómago rogándole por probar uno. Moría por probar todas las comidas del pueblo, ya que estas tenían una apariencia exquisita—. ¿Quieres un helado? Yo invito. Es mi forma de agradecerte por estar acompañándome ahora.
A Seungmin le brillaron los ojos con ilusión ante la propuesta.
—¡El helado siempre es una buena opción! Vamos, te diré los mejores sabores para que pruebes todos —tomó su muñeca, jalándolo con rapidez.
Entonces el recorrido se trasladó a segundo plano, siendo pasar tiempo con Seungmin la mayor de las atenciones en la cabeza de Minho en aquel instante.
Porque todavía quedaba bastante por conocer respecto al pueblo, ya podrían continuar más tarde.
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