Capítulo 3

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Este era el universo de la novela "Un día me convertí en princesa", fue la última novela que leyó antes de morir por recomendación de su amiga, Jess

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Este era el universo de la novela "Un día me convertí en princesa", fue la última novela que leyó antes de morir por recomendación de su amiga, Jess. Dianne era la futura madre de la bebé que sería la protagonista de esta novela; o sea, ¡ELLA!

La heroína original Athanasia de Alger Obelia crecería en su vientre y se convertiría en la poderosa emperatriz de un imperio tan poderoso que puede destruir reinos. Entonces, ¿cuál era el inconveniente?, pues que estaba llena de vívidas tragedias para los padres de la protagonista; es decir, ninguno de los padres del personaje principal tuvo una vida pacífica; más bien, toda la generación anterior tuvo un destino fatídico. Su padre, Claude de Alger Obelia, emperador de Obelia, fue el único que vivió para criar a la protagonista y ser uno de los grandes vectores de esta y, así,  Athanasia pudiera conseguir su amor.

La historia comienza con el nacimiento de Athy y su reencarnación en este mundo, dejando de lado a su madre que murió justo después de su nacimiento.

Entre las náuseas y el disgustante y ácido sabor a vómito, Dianne se volteó, abrió sus ojos y vio a aquel chico de la biblioteca.

―Dianne, ¿estás bien? ―tragó el vómito que le quedaba en la boca.

Maldijo el destino por no dejarla tener un momento trágico de revelación como las demás protagonistas, ¡púdrete, bastardo! gimió por dentro.

―¿Gustas un pañuelo? ― volvió a preguntar aquel joven, sacando un pañuelo beige de su "sherwani" azul y se lo ofreció.

Dianne lo vio con cautela una vez más,  limpió sus comisuras labiales con su manga y le hizo una mueca de disgusto. Sabía que no era higiénico ni educado, pero no podía aceptar pañuelos de extraños, menos de un desconocido y sinvergüenza como él, y, por mucho que quisiera parecer un buen amigo, aparentaba más como un acosador de niñas; asimismo, ya no encontraba dignidad ni esperanza en su vida, ¿la vio vomitando no?, que más daba si limpiaba su vómito con su manga en frente de él.

―¿Quién eres?, ¿por qué me sigues? ― rápidamente lo entendió, lo sabía por instinto. ¡Era eso! Sino, por qué otra razón un chico como él seguiría a una niña como Dianne―. ¿Te debo dinero o qué? ― Frunció el ceño, siempre se trataba de dinero.

El joven con brillante cabello rojo y cálidos ojos castaños puso una cara como si hubiera oído un disparate.

― Dianne, ¿de qué estas hablando? Acaso, ¿estás enojada conmigo? ―Trató de tocarle su pequeña y dorada cabeza, a lo que ella respondió aumentando más su distancia.

¿Qué es lo que quería ese chico? Con solo mirarlo no podría estar segura de sus intenciones, bien podría ser un acosador de niñas o, peor, un acosador de niñas que les cobra dinero. Se estremeció al pensarlo y se alejó por instinto. En su mundo existían chicos que podían ser agresivos con niñas tan lindas como ella. Necesitaba un plan de escape ya que solo podía pensar en lo peor. 

Dianne: la verdadera princesa encantadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora