El sonido de los tambores marcando el ritmo se escuchaba desde la distancia en ese pequeño local en la esquina de la calle; en él, se encontraban seis mujeres moviendo sus manos en posturas elegantes, moviéndolas como agraciadas flores de loto mientras sus caderas se movían al unísono dando un danzón de lado a lado. Al frente, se encontraba Dapinka, una mujer perversa pero atractiva, que hacía dirigir todas las miradas a su refinada postura. Tenía un talento, un talento excepcional para cualquier tipo de baile; su cuerpo fluía como el viento haciéndose uno mismo con la música cada vez que bailaba; su pasión: la danza oriental, una técnica que llevaba practicando desde joven.
―Chicas, esto es todo por hoy, nos vemos la próxima clase― exclamó la profesora.
Dapinka dejó de bailar y se despidió de la maestra y de sus compañeras, descansando un rato mientras recuperaba el aliento.
―Dapinka, ¿leíste la novela que te recomendé? Estoy segura de que te encantó el papá de la protagonista, ¡está demasiado bueno para ser verdad!―, exclamó Jessica, su mejor amiga desde la infancia, era la única chica que ella soportaba. La acompañaba a clases a menudo para aprender lo que según eran "movimientos sexys" para encantar a los hombres, y, en parte, era más que cierto. ¿Cuántos hombres no habían caído solo por un simple baile? Era una ninfa, hechizando a hombres, perdiéndolos en el fondo del bosque para comérselos, claro está.
―Jess, ¿puedes dejarme tranquila solo un momento?― resopló Dapinka de mala gana, mientras ayudaba a acomodar los tapetes en el estudio ―. Antes de que empieces a lloriquear otra vez, déjame decirte que aún no la termino; ¿por qué me obligas a leer esas ridículas novelas de reencarnación?, pero no puedo negar que ese hombre está muy majo ― la joven se rió melódicamente al imaginarse un chico así en su cama.
―¿Conoces a la hermanastra?, ¡es una descarada!, no la soporto ¿Cómo osa en querer quitarle el amor de su padre? ―La indignada Jessica se acomodó en modo ataque, lista para derrocar a quien quisiera tocar a su personaje preferido ― ¡Oh, mi pobre Athy!, ha sufrido demasiado. Justo cuando todo iba bien, Claude la olvida; ¿por qué todo tiene que ser tan trágico? ¿por qué hacen sufrir a mi bebé? ―Se lamentó un segundo más, mientras se secaba sus lágrimas imaginarias.
―Mi pregunta es: ¿por qué siempre las madres de las princesas deben morir? ―Dapinka suspiró. Aunque odiaba esas tontas novelas clichés, también odiaba que las madres murieran, ¿qué hubiese hecho ella sin su madre? Su padre era un maldito, no podría haber sobrevivido sola.
―Siempre es lo mismo, madre amorosa muere, y un padre increíblemente atractivo y extraordinariamente inhumano debe hacerse cargo de ese ángel del señor. ¡Como si esos hijos de puta atractivos existieran en la vida real! ― Rechinó Dapinka. Afuera de los libros, esa clase de padres no te aman por arte de magia; se olvidan de ti.
―No lo sé, Dapinka, no lo sé. Lo único que debe de importarnos ahora es el hermoso rostro de Claude y la felicidad de mi pequeña Athanasia, esa niña se merece el mundo entero, ¿sabes? ― Suspiró― ser la madre de esa niña y tener a tremendo pedazo de carne como amante, ¿acaso ese no sería el cielo?
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Dianne: la verdadera princesa encantadora
Fanfic¿Qué harías si despertaras en la madre de la protagonista? Dapinka, una joven universitaria y bailarina de danza oriental, era la chica más indeseable, conocida por coleccionar hombres como si fueran monedas. Ella, reencarnó en la madre de la prota...