Dianne sabía que había caminos mucho más fáciles para su objetivo. Siempre pudo ir y buscar a Claude o escapar del lugar como la Diana original, ¿pero esos métodos eran infalibles?, no, no lo eran. Si escapaba, podrían atraparla como a la Dianne original e, ir a por Claude tampoco era seguro, ¿él podría protegerla?, ni siquiera pudo defender a la Diana original. La única solución era tener un estatus estable, que le diera seguridad, poder e influencia. No esperaría a que su príncipe azul apareciera, ella sería su propio príncipe.
Estaba revisando toda la información que había comprado en otros gremios con antelación. Se la pasó analizando cada uno de los nombres de los nobles, sus debilidades y sus asociaciones políticas, para buscar a sus próximos aliados.
Varios días después se acercó al duque de Wadiyar, su familia había estado en el poder por varios siglos, y todo el mundo era consciente de su desagrado a la monarquía actual, era alguien poderoso e influyente, lo necesitaba.
Se paró en la puerta de su residencia, una mansión enorme llena de jardines tupidos de caléndulas de colores llamativos, de amarillo hasta morado, pareciendo casi como un edén de mándalas. Llegando le explicó al portero que venía de parte del séptimo príncipe; al principio se mostraron recios a su llegada, mostró su sello real y una carta firmada por él, y la dejaron pasar. La verdad no sabía que es lo que pensaría su hermano si se enterara en que utilizaba sus cosas para crear una rebelión contra su padre. Se encogió de hombros, más tarde que pronto lo sabría.
La dejaron pasar con desconfianza, ¿qué es lo que hacía un niño de parte del séptimo príncipe llegando a buscar al duque?, si logró acceder fue más por curiosidad que por sensatez.
- Su alteza, Duque de Wadiyar, su visita se encuentra aquí- le dijo el mayordomo al duque, mientras dejaba pasar a una Dianne con cabello corto, negro y trapos viejos.
- Así que tú eres el niño que vino de parte del séptimo príncipe, dime ¿por qué envió a un humilde niño como tú?- Dianne lo observó un poco más, era un anciano con cabellos grises y un bigote en mostacho, parecía un abuelito en todas sus formas pero, si mirabas sus ojos azules podrías observar lo sublime e imponente que era el gran duque de Wadiyar, el tipo de persona que te dejaba sin aliento con su presencia.
- El séptimo príncipe cumplirá su mayoría de edad el próximo año, él me envió aquí para convencerlo de unirse a él para tomar el trono – Dianne se acercó a él entregándole la carta "escrita" por su hermano, estaba orgullosa de su bella letra- En la carta viene todo mejor explicado, yo solo soy un mensajero. Puede leer con cuidado la carta, él no quiere arriesgarse a venir, nadie sospechará de un chico pobre como yo, su alteza.
El duque, sorprendido, se apresuró a leer la carta, inclusive su asombro fue expresado por ese indiferente y arrugado rostro.
Era un manuscrito detallado explicando la situación del reino, y solicitando su ayuda para derrocar al actual rey, además de un informe específico de los siguientes pasos a seguir y las implicaciones de este. El duque terminó de leer, estaba estupefacto. Aunque sus ojos estaban llenos de expresividad y asombro.
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Dianne: la verdadera princesa encantadora
Fiksi Penggemar¿Qué harías si despertaras en la madre de la protagonista? Dapinka, una joven universitaria y bailarina de danza oriental, era la chica más indeseable, conocida por coleccionar hombres como si fueran monedas. Ella, reencarnó en la madre de la prota...