En la guerra como en el amor la mejor manera de ganar es: estudiar al enemigo. Tristemente no sabía mucho sobre este mundo, sabía lo poco de la novela y, todo su conocimiento se relacionaba con Obelia, pero de Sidonia sólo sabía que su padre era un loco y pequeños eventos trágicos de su futuro ¿entonces qué haría?, buscar más sobre cómo vivir en este mundo mientras crece y puede huir. Un niño de 7 años no puede salir al mundo solo, es más seguro este palacio, de alguna manera retorcida.
-Alaia, ¿me dejas ir a la biblioteca hoy?, por favor- Dianne hizo un puchero con sus labios, parecía un pequeño cachorrito Golden Retriever, nadie imaginaria que una villana yacía en ese pequeño y lindo cuerpecito.
- Mi pequeña Di, sabes que es muy peligroso- le dijo amablemente – ¿y si mejor jugamos a las escondidas en el cuarto?
-No, yo quiero leer.
Empezó sacando una lágrima, después empezó sacando otra, y lego otra, hasta que se volvió en un mar de lagrimas. El encanto de los niños siempre es el mismo: llorar; sonrió por dentro.
- ¡Waaaaaaa! ¡Alaiiiiaaaa! ¡Vooooaa sserr unna princeeeeesa toonta! ¡No quielo sel una plincesa tonta! – Protestó con ganas, no era una princesa tonta, era una mujer lista y los niños y los locos siempre consiguen lo que quieren.
- Está bien Di – suspiró – mira, iremos por los libros y leerás aquí, ¿qué te parece?- le sonrió, mientras acariciaba su cabecita.
- Gracias – le sonrió afectuosamente.
Alaia, aunque sucumbía con los niños y no era tan lista la salvaría, la protegería de las garras de su padre. No podía quejarse, era una joven muy atenta con ella, no podía dejar morir una pieza así, podría defenderla a ella del peligro después.
Las dos se dirigieron a los pasillos. Alaia prefería no sacar a la pequeña princesa, se escuchaban rumores del degenerado rey, un rey de sangre fría que abusaba de niñas, niños, mujeres y hombres. En el legendario castillo de Sidonia es mejor vivir sin ser conocido, es mejor vivir en el olvido.
Dianne a pesar de todo tenía una carta a su favor, ¿quién se iba a acordar de la décimo séptima princesa de Sidonia?, sólo había un inconveniente, si llegabas a ver la princesa Dianne no ibas a poder olvidarla. Alaia sabía el encanto de esta pequeña princesita, si el rey la viera.. se desvaneció por un instante, era mejor no pensar en cosas nefastas.
La biblioteca era de los lugares más hermosos del castillo y, al igual que el mismo palacio, este estaba lleno de elementos que celebran la vida, desde el fuego hasta el agua, imágenes de la naturaleza hasta representaciones pictóricas de las deidades de Sidonia, era una belleza en sí misma que representaba el vínculo entre el hombre y lo divino: el conocimiento.
Dianne reconoció que este era un lugar sagrado para Sidonia solo que, no se dio cuenta antes. Decidió apresurarse a buscar al bibliotecario, necesitaba varios libros. ¡Dios santo! Esto le recordaba a la universidad, era horrible. En su vida le había puesto esfuerzo a algo, nunca podía afanarse en algo en serio. Era de las personas que hacía todo al último, no le importaba vivir, vivir a medias era su mantra, pero ya no más. Se sintió culpable por su anterior vida, sabía que era un fiasco, ¿por qué la trajeron aquí? si bien, ella misma se obligaba a seguir por la misma razón por la que la mayoría se mueve: por miedo a la muerte.
- Señor, me podría dar libros de política, geografía, economía, sociología, historia y filosofía- Le sonrió como un bello gatito, la ternura de Dianne era más provechosa de lo que imaginaba – Para principiantes por favor.
El señor dudo un momento de darle tantos libros a una pequeña niña, pero, al verla tan emocionada por aprender y notar que era una princesa, no dudo en ayudarle, ni siquiera le preguntó su nombre.
Pronto las dos se encontraban regresando a su habitación, en el lugar más recóndito de este enorme palacio llenas de libros cada una.
- Dianne, ¿gustas que te ayude?
La chiquilla se asustó y soltó todos los libros. Miró hacia arriba para ver quién era el idiota que le hizo tirar todos sus libros.
-Lo siento Dianne, es mi culpa, déjame ayudarte- ¡Demonios! Al parecer su molesta peppa pig había aparecido. Iba a ayudarlo pero, mejor decidió hacer la vista gorda y le mostró su mejor cara de disgusto.
-¿Sigues sin hablarme Dianne? – El joven pelirrojo se sentía apenado, Dianne siempre había sido una niña adorable con él ¿acaso había hecho algo malo? Dianne solo pudo voltear su cara y sacar su mano para cobrar su impuesto. El joven entendió rápidamente y le dio su comisión: un rico y delicioso chocolate.
– Ahora ya podemos hablar querido hermano - Sonrió perversamente
Alaia se metió entre los dos y se arrodilló.
- Una disculpa al sexto príncipe del reino de Sidonia, la décimo séptimo princesa Dianne es solo una niña, no ha aprendido correctamente los modales, por favor perdónele la vida- La pobre Dapinka aguantó su asombro ¿Este idiota es tan importante?, sabía que no le haría nada a ella, ella supo medir al príncipe desde su primer encuentro aunque, temió un rato por Alaia, ella era un peón más de su juego de vida.
- No se preocupe, Dianne es mi pequeña y amada hermana, solo es un juego entre los dos – Dianne sonrió poderosamente y como toda una manipuladora se acercó y tomó del brazo al sexto príncipe- Hermano, ¿llevas los libros? Estoy agotada- Cayó exhausta en su brazo, el príncipe se conmovió por su desgano. La llevó a ella cargada en un brazo y los libros en otro.
En su cuarto, Dianne no pudo salvarse de la reprimenda de Alaia, estaba triste, al parecer no podía tratar así al príncipe y, aunque tenía gracia, era mejor no crear malos rumores en el castillo. Decidió comportarse delante de todos, pero muy dentro de ella sabía que seguiría burlándose de él.
- Alaia, ¿Cómo se llama ese guapo y lindo príncipe? Es que era tan guapo que no pude moverme hasta que me dio el chocolate- la miró con ojos brillosos y Alaia ya no pudo regañar más a Dianne, solo era una niña, lo más probable es que se cautivó al ver a su hermano, un joven alto y lindo.
-Di, es el sexto príncipe, El príncipe Adriel Kshatriya Dalal, tu hermano, hijo de la tercera concubina del emperador.
La princesa levantó la comisura de sus labios, ¿cómo no se había dado cuenta antes? La antigua Dianne no supo utilizar bien sus cartas, así que hoy no solo decidió cual sería el destino del príncipe sino también del mismo reino.
Ella iba a devastar todo.
Espero que les haya gustado el capítulo. Tardé en subirlo porque estuve mejorando la portada, los anteriores capítulos y me llevo más tiempo de lo que esperé.
Espero cumplir mi meta de capítulo por día :D Así que espero que estén atentas a las actualizaciones aunque sea muy noche, pero amo trabajar en la madrugada... Y, gracias por darle una oportunidad a mi historia. <3
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Dianne: la verdadera princesa encantadora
Fanfiction¿Qué harías si despertaras en la madre de la protagonista? Dapinka, una joven universitaria y bailarina de danza oriental, era la chica más indeseable, conocida por coleccionar hombres como si fueran monedas. Ella, reencarnó en la madre de la prota...