La verdad de patito

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Casi no había podido dormir pues las estupidas  ideas de Santi me habían hecho pensar en mil tonterías, gracias a mi encanto conseguí que mi madre me dejara quedar a dormir un rato más

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Casi no había podido dormir pues las estupidas ideas de Santi me habían hecho pensar en mil tonterías, gracias a mi encanto conseguí que mi madre me dejara quedar a dormir un rato más.

Cuando desperté ya se me hacia tarde.

—Me ibas a despertar —regañé a mi mamá mientras me ayudaba a cambiar para no perder tiempo.

—Estas cansado mi amor, quiero que descanses más —insistió atándome las agujetas.

—Cuando regrese de la escuela de acuerdo —hice trato pues era capaz de no llevarme.

Ella me llevo, tuve que escuchar todo su discurso de saber cuidar mis hábitos, típica madre claro pero para ser honestos siempre se la puse difícil.

—Vengo por ti de acuerdo —aseguró.

—Si mami —sonreí.

Bese su mejilla para bajarme, a paso lento llegue al salón viendo a Santi hablando con mi Bal, movía el periódico efusivamente hacia él reprochándole algo, justo al llegar mi chico me miró para bajar la mirada y salir.

—Bal —lo llamé pero ya se había ido.

Me giré molesto para ver a Santiago.

—¿Qué mierda hiciste? —reproche.

—Te dije que algo ocultaba —dijo golpeando el periódico en mi pecho.

—No me importa lo que digas de él —asegure aventando el periódico.

—Pues deberías, que clase de relación es si no te cuenta cosas como esas —señaló— pero que digo si tú tampoco lo haces.

—¿Qué dices idiota? —pregunté con molestia.

—Oh por favor ayer ni siquiera le dijiste que el que sobrevivió fuiste tu, es una parte fundamental de tu vida de lo que deberías estar orgulloso pero no se lo dijiste —explicó— a quien engañas es a él por no ser honesto, así no son las relaciones Invierno madura un poco.

Grité frustrado.

—Eres increíble, que vas a saber tu —reproche, tan buen novio no había sido.

Me giré para salir del salón e ir en busca de Bal, claramente estaba molesto y lo que más me jodia es que el cabron tenía razón, no podía esperar honestidad de su parte si yo mismo no lo era.

Después de una vuelta y casi morir por falta de oxígeno lo encontré, sentado en el árbol que usaba Lu para dormir.

—Por fin te encuentro —dije a mi nene.

El chico me miró con cierta tristeza, sus piernitas estaban en su pecho mientras las abrazaba con fuerza.

—Wint —susurró cansado.

Me recargue en el árbol para deslizarme con cuidado y poderme sentar a su lado, vaya que si funcionaba la nueva cadera.

Bese su mejilla para llamar su atención, él me miró para darme una sonrisa fingida.

Winter Jones, un nuevo invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora