Papás Patos

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Era el gran día

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Era el gran día... bueno no exactamente, faltaban menos de catorce horas para el gran día y estaba que me moría.

Prácticamente todos estaban como locos en la casa, Bal se había venido conmigo para "ayudar" pero en realidad lo necesitaba de apoyo moral.

—No encuentro mi sudadera —gruñi.

—Wint... —me llamó sentado desde la cama.

—No Bal, si no la encuentro me van a regañar—murmure mientras rebuscaba entre los cajones.

—Winter —repitió.

—Mi mamá me va a matar, específicamente la compro para ese día pero de necio la use y ahora no se donde está...

—¡Winter la tiene el pato! —interrumpió riendo.

Me giré, efectivamente estaba sobre el pato, sonreí para ver al pequeño.

—¿Qué haría sin ti? —pregunté en un suspiro.

Bal se levantó para quitárselo al pato y dármela.

—El gran Bal tenía frío —expliqué torpe.

—Espera porque el pato es el gran Bal —arqueó la ceja.

—Oh tú sabes —lo atraje hasta a mi— tu eres mi pequeño Bal, tamaño bolsillo para llevarte donde quiera.

Balder sonrió para abrazarme, se acercó para besar mis labios, aquellos labios carnosos y dulces me besaban una y otra vez.

—¿Ya están listos? —dijo papá entrando de sorpresa.

Bal se separó un tanto nervioso para bajar la cabeza, después de tanto pude conectar los puntos y es que le tenia cierto miedo a mi padre, lo entendía.

Pase mi mano por su cintura para abrazarle y calmarle.

—Listo papá —asentí— ¿Podemos llevar al gran Bal?

—Por supuesto que no —se negó— solo un Balder en la boda hijo.

—Nimodo pequeño Bal te tendrás que quedar —me burle viéndole.

Balder negó divertido para darme otro beso.

—Vamos me ayudaran a convencer a su madre de que cenemos pizzas —añadió malicioso.

Esa fue nuestra labor en todo el camino al rancho donde sería la boda, llegábamos un día antes para tener todo listo.

Al llegar ya estaba ahí mi tía esperándonos.

—Bebé número tres —sonrió para abrazarme y llenarme de besos— ¿Cómo está la cadera?

—No podré bailar pero aquí estoy —sonreí.

Ya que el terreno era inestable y en el pasto era imposible mover mi andadera había tenido que llevar mi silla de ruedas.

—Balder —saludó abrazándole— ¿Cómo estas? ¿Qué tal vas?

Winter Jones, un nuevo invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora