Entonces la nieve se derritió, el frío se desvaneció y un nuevo Invierno surgió.
Su vida da otro paso cuando Winter Jones se enfrenta a la quinta cosa que pondrá su vida en riesgo, universidad.
Nuevas personas, nuevo Winter... ¿Un mismo final?
His...
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Charmander se había quedado en su habitación todo el fin de semana, no era con el único que se había peleado.
A Suns le había reprochado lo de su hijo, a Nike le había dicho que su matrimonio no iba a durar... con mamá y papá bueno no había querido hablar con ellos.
Todos habían salido de la casa excepto yo y claro Charms, así que era mi oportunidad para hablar con él, realmente me preocupaba que le estuviera pasando algo grave.
Si iba hablar directo ni siquiera me abriría la puerta, así que tenía que ser más listo que él.
Me senté en el suelo y con mi bastón tiré una silla para que hiciera ruido, solo me faltaba actuar.
—Charms —grité.
Él pequeño no tardó ni un minuto en llegar, me vió y su carita cambió a una de preocupación.
—¿Estás bien? —preguntó alterado.
—Me tropecé —le dije— estoy bien solo ayúdame a pararme.
Sin reprochar me ayuda a sentarme en mi cama.
—Llamaré a mamá —dijo preocupado.
—No, estoy bien solo ven aquí —pedi.
Él hizo caso y subió a la cama para sentarse a mi lado, lo abracé de su cintura.
—¿Qué haces? —pregunto confundido.
—Me vas a decir que te pasa y no te soltare hasta que me lo digas —expliqué.
—Me puedo soltar fácilmente —se burló.
—Puedes pero en el forcejeó me vas a lastimar y sabes que en estos momento mi cadera es frágil... sé que no quieres lastimarme.
—Suéltame Winter —ordenó.
—¿Qué tienes? —pregunté.
—¡Suéltame! —exclamó.
Trato de soltarse sin lastimarme pero no lo consiguió, pues me dió un buen golpe.
—¡Charmander! —le grité.
—Suéltame —chillo.
Mi hermanito empezó a llorar desconsoladamente, le estaba pasando algo.
—¿Qué tienes? —pregunté una vez más.
—No lo sé —me gritó.
Mi hermano siguió llorando sin parar lo acosté en mis piernas, acaricie su cabello para que se calmara.
—¿Te ocurre algo? ¿Alguien te hizo daño? —le pregunté cansado— ¿Qué tienes?
—No tiene sentido —susurró.
—¿Qué? —le pregunté.
—Vivir —murmuró— si a final de cuentas puedo morir como Ty.
Suspiré abrumado, lo abracé con fuerza para calmarle.