Un nuevo Invierno

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Nunca había esperado con tantas ansías volver a la escuela y empezaba a creer que este año tampoco lo haría

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Nunca había esperado con tantas ansías volver a la escuela y empezaba a creer que este año tampoco lo haría.

La preparatoria había sido aburrida, el último semestre había sido desesperante entre buscar universidades, no reprobar tutoría y estar solo había sido como una fiesta donde yo era la piñata.

Al final conseguí lo que nunca pensaron que pudiera hacer, graduarme, pero eso no significaba nada pues estaba por entrar a los cuatro años más estresantes de mi vida, donde básicamente pagaría porque me estresaran, me hicieran llorar y dieran crisis existenciales ilimitadas, que buen servicio.

Las vacaciones habían sido cortas y nada productivas.

Me las había pasado rondando por la casa tragando todo lo que se me pusiera enfrente, molestando a Charms al punto de que el pequeño me soltó un golpe abriéndome el labio, así es mi pequeño hermanito estaba creciendo.

Sunshine había tenido a su pequeño pero no me permitieron verlo, mi hermana dijo que era mejor así y aunque sé que le dolió entregar a su hijo estaba segura de su decisión.

En cuanto a todo lo demás mi madre estaba vuelta loca preparando la boda de mi hermano, boda que les obligo a tener.

Podría decir que todo fue fácil pero tener a Santiago lejos de mí me costó demasiado, no me escribió todos los días pero si constantemente.

Sus redes estaban inundadas con sus viajes y deliciosa comida, pero su verano se acabó y estaba por volver al invierno.

Hoy sería el día que volvería, también era mi día de iniciación en la universidad.

Me había quedado en la UVIC la universidad de esta pequeña ciudad, y aunque no era fácil entrar mi ensayo de porque deberían aceptar a esta pobre alma que estuvo al borde de la muerte cuatro veces era su mejor acto de caridad, eso y que conmigo completaban su cupo de discapacitados.

Había escogido la carrera de psicología como mi hermana, amaba el chisme y la mayor parte del tiempo era estar sentado, perfecto para mi condición.

Como cada mañana mi madre me despertó a gritos.

—¡Winter Jones sigues dormido! —exclamó molesta.

—Lo estaba hasta que me despertaste —me quejé acomodándome en mi camita.

—Llegarás tarde al recorrido —me recordó.

—No quiero ir —confesé— no podemos esperar al lunes para que sea sorpresa.

—¡No! —sentenció molesta.

—Mamá... —me quejé.

—Winter —me llamó— te quiero en cinco abajo.

Winter Jones, un nuevo invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora