❦¿como me sentiré mejor?❦

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— debería dejar de enfermarme tanto — murmura Calixta mientras succionaba los mocos de su nariz.

Todavía sige un poco enferma pero con un día más que se hubiera quedado en casa la hubieran lanzado a un pozo. «Bueno al menos no me dejaron morir de hambre, aunque no creo que les haya importado él no hacerlo» piensa.

Como todas las mañanas preparó el café, un poco cargado para su gusto, va fuera de su oficina y tocó la puerta, una, dos veces, pero nadie responde así que decidio entrar con un poco de sigilo y duda, claro.
Colocó el café sobre su escritorio cuidadosamente para no hacer ruido; Dae-hyun sigue leyendo los papeles frente a él sin darle la mínima importancia a su presencia.

Se quedó parada ahí unos momentos esperando a que dijera o aunque sea volteara a verla, pero ya que nada pasó se dió vuelta sobre sus talones y abrío la puerta.

—espera! — le detuvo, antes de poder dar un paso fuera.

Su voz un poco más elevada de lo normal le hizo girarse inmediatamente, sin embargo cuando lo hace sólo la miró «¿Qué pasa?¿acaso sabrá que estoy enferma? ¿realmente van a echarme dentro de un pozo?». Intenté contener las ganas de volver a succionar los mocos de mi nariz
«diablos me duele la cabeza».

Después de un rato Dae-hyun volvió su mirada a los papeles y le hizo la señal de que se marchara. «vaya eso fue raro». pensé mientras salía.

Fuera de que le dolía la cabeza y moqueaba cada dos de tres fue un día bastante normal.
Al día siguiente volvió a hacer exactamente lo mismo, el café, tocar, esperar, entrar... ahora dejó el café justo enfrente del asiento, sólo con un poquito más de ruido. Pero ni así logró que su presencia sea mayor a la de un fantasma,« tal vez la próxima vez debería lanzarselo a la cara» bromeó a sus adentros, en ese momento Dae-hyun levantó la vista y la miró, sus ojos molestos chocaron con los suyos lo que la obligó a parpadear. «¿Qué sucede, acaso también sabe leer mentes?». inmediatamente después volvió a bajar la mirada y le hizo la señal de que se retirase «vaya tipo».

Es el segundo día que no ve a Sun-hee desde que me recuperó, dado que es el, no sabe si preocuparse o considerarlo normal; decidió seguir esperando antes de tomar el riesgo de preguntar sobre el a algún otro soldado o persona.

Un día después volvió a hacer exactamente lo mismo,« creo que esto me está matando mentalmente».
Esta vez realmente guardó las ganas de lanzarle el café a la cara. colocó con extrema suavidad la taza de café sobre su escritorio mientras en si cabeza repetía una y otra vez la escena de ella lanzándole el café en la cara, lo que provoca una leve sonrisa en su rostro.
Cuando esta apunto de retirarse sin esperar nada y en cuanto ah tocado la manilla de la puerta y la ah abierto un par de centímetros, está se cierra con rapidez.

La mano que la ah cerrado está frente a ella y sintió un cuerpo firme detrás de el de ella, con una respiración normal cerca de su oído.
De pronto su cuerpo se tensa, y un escalofrío recorre su cuerpo.
Movio sus ojos a su lado, dónde alcanzó a percibir por el rabillo del ojo un rostro indescifrable. «¿!que es esto?! ¿¡Que es esto?! ¿¡Que clase de kabedon terrorífico es este?!»

La cercanía de su cuerpo le hace recordar algo que había olvidado por completo, la noche en la que lo vío llorar y corrío a abrazarlo; recordar le puso aún más nerviosa, y sin saber que hacer, solo se quedó ahí, esperando algo. «¿Que pasa? Llevamos en la misma posición por al menos un minuto, ¿¡Será que ya perdí mi oportunidad de huir?! ¿¡Debí forzar la puerta antes?! ¿¡Que se supone que haga?!».

Sus manos estaban más sudorosas de lo normal, y ahora el simple hecho de miralo aunque sea simplemente moviendo los ojos le da miedo, por qué su mirada está completamente fija en ella. No pudiendo aguantar más, tomó todo el valor que le quedaba para girarse rápidamente y así verlo frente a frente.

Esclava en CoreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora