❦Esto se pondrá feo❦

47 6 5
                                    

Ya era el tercer día por la noche. El ambiente dentro de la prisión era pesada, y daban ganas de salir de ahí, de vomitar, de huir, pero Calixta no se quejó en ningún momento, a pesar de las lágrimas no derramadas que soltaba cada cuanto.
Aunque no lo quisiera, la estaban rompiendo, poco a poco, paso a paso, y ella lo sentía. Con el simple sonido de algo raspando, su cuerpo instintivamente se tensaba.
Cuando escuchó los pasos de alguien caminado por los pasillos, su cuerpo dio un salto, un escalofrío recorrió su columna hasta el cuello. Se alejó hasta la esquina del cuarto y esperó aterrorizada a la persona que bajaría. Una luz cegadora pasó por su cara un segundo, y luego fue colocada sobre el suelo con suavidad, alumbrando asía dentro y un poco el cuerpo de la persona de atrás.

Dae-hyun apareció en su campo de visión; con una mirada triste, y una sombría sonrisa habló:

—Ven, soy yo. — hizo señas con la mano, como si estuviera llamando a un perro asustadizo de la calle.

Calixta miró detrás de el, intentando detectar cualquier movimiento ajeno al cuerpo de Dae-hyun. Sí saltaba ahora a sus brazos felizmente y hubiera alguien más ahí escondido, serían fácilmente atrapados. Era mejor tener precauciones extras. Dae-hyun ablandó su mirada y continúo:

—No hay nadie más, solo soy yo, lo prometo. — metió la mano delicadamente entre las rejas, dándole confianza para que se acercara.

Calixta succionó la saliva del trapo que tenía entre los dientes para pasarla por su garganta. Era algo incómodo tenerlo en medio de la boca, pero las esposas sobre sus muñecas le impedían quitarse la mordaza que le fue puesta para que dejara de gritar.
Se arrastró de rodillas hasta Dae-hyun, y colocó ambas manos sobre la de el.
Una de las manos estaba vendada y uno de los dedos cubierto de sangre seca.

—¿Te sacaron la uña? — Calixta, aún sin poder mirarlo a los ojos, asintió en silencio con la cabeza. — ¿Solo fue una? — Calixta de nuevo asintió - Ya veo... Si con una no hablaste sabiendo lo doloroso que es... De nada vale seguir sacando uñas. Saben que no hablaras. No te queda mucho tiempo aquí adentro.— Metió la otra mano a través de las rejas y acarició las manos de Calixta —Lo hiciste muy bien, Calixta. —sonrió — aguantaste muy bien. Estoy orgulloso de ti, fuiste muy fuerte.

Calixta alzó la cabeza, y un brillo en sus ojos apareció. Sin siquiera querer evitarlo, empezó a llorar desesperadamente, colocando su frente sobre las manos de Dae-hyun.
Dae-hyun acarició su cabeza, hasta que dejó de llorar y luego, la tomo del mentón para que pudiera verlo a los ojos.

—Te sacaré de aquí, lo prometo. No importa lo que pase... Y cuando ese momento llegue, recuerda mis palabras: "no mires atrás".

(...)

—Waw, ¿eso le dijiste? ¿Cuando fue que te volviste un hombre tan cursi? - rió, Sun-hee, al día siguiente por la noche.

—¿Tenemos que hablar de eso en "este" momento? - resopló Dae-hyun.

—Siempre es un buen momento, además, puede que no vuelvas a verme.

—di eso una vez más, y yo mismo me encargaré de que así sea.

—awww... si me quieres, aunque lo demuestres de una forma rara y un poco tóxica.

—cállate.

—hay por...

—No, en serio, cállate, ocupo escuchar la señal de Suga.

Esclava en CoreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora