❦La nota❦

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Ya faltaban pocos días para que el invierno se terminara, el ambiente aún era fresco pero el suelo rebosaba de pasto cubierto por escarcha al igual que las hojas de árboles y pinos.
Un cielo claro iluminaba el paisaje mientras Habana esperaba pacientemente bajo los rayos del cálido sol a la persona quién por debajo de la puerta dejo una nota llamándole a ese sitio un día antes.

La nota no tenía nombre, ni era una carta larga, tan solo tenía el nombre de a quién corresponda y una referencia de el lugar.
Curiosamente Ema se dirigía en su dirección para traer un poco de nieve recién derretida, de esas que bajan por las rocas y se vuelve tan cristalina y deliciosa que ningún otra agua se compararía con ella.

La cubeta estaba algo bultosa para su tamaño por lo que tenía que tomar pequeños periodos de tiempo para volver acomodar la cubeta. En uno de esos momentos se detuvo para quejarse mentalmente mientras se limpiaba el sudor de las manos. Repentinamente un sonido a su derecha la sobresalto, miró detenidamente en aquella dirección investigando con la mirada que podría haber sido ese sonido, después de un rato y cuando se disponía girar de nuevo la mirada y continuar con su camino, alguien salió de entre los arbustos por un segundo, tal vez presa del agua aun congelada bajo sus pies.

Ema no alcanzó a ver mucho, pues se marchó rápidamente. Pero algo llamó su atención además de ver a un joven sin uniforme, y es que éste tenía una enorme cicatriz en su cara, la cual sólo duro a la vista sólo un segundo. Aún estaba un poco asustada pero al verlo correr supuso que él estaría más asustado que ella, lo cual la hizo sospechar.

Igualmente continúo su camino confiando en que ese chico extraño no la seguiría. Más adelante alcanzó a ver a Habana; desviándose un poco de su camino se dirigió a ella por la parte de atrás y la saludó amablemente.

— ¡Hello! — un poco sorprendida Habana se giró, pero al ver a Ema sonrío.

— hey, buenos días. ¿Así que eras tú? Podría simplemente habérmelo dicho cuando te levantaste, la nota me sorprendió mucho.

— ¿Que nota?

— ¿Eh? ¿No fuiste tú? — giró la cabeza cómo signo de desconcierto — esta mañana cuando me levanté vi un pequeño sobre por debajo de la puerta, decía que era dirigido a mí y me dijo que esperara en este sitio.

— ¿Y viniste así sin más?

— pues...si. — sonrío.

— vivimos en un país peligroso, esto puede ser una trampa.

— Está bien, Puede que aquí la gente no sea la más amable, pero mientras no hagas nada malo no les das razones para hacer algo así — le sonrió con toda confianza — confío en que la persona que me trajo aquí no me hará nada malo.

— Bueno, como quieras — añadió, con una sonrisa forzada. Levantó la cubeta de nuevo y le dio la espalda — Entonces, seguiré mi camino.

— Sip, cuídate. — alzo la mano para despedirse alegremente — ¡Nos vemos para la cena!

— ...Si, si.

Emma aún caminaba a la vista cuando habana soltó un suspiro, abrió las Palmas de la mano y vio las letras de la nota. «eso dije, pero debo admitir que las letras son algo sospechosas» pensó mientras veía las letras y palabras recortadas de revistas pegada sobre la hoja. «Voy a estar bien, seguro es alguien agradable».

(Almacén)

— ese maldito de Oh-kan, ¿Cómo se atreve a seguirme ordenando llevar cosas pesadas con estos brazos de gelatina que me cargo?  — gruñó Calixta al momento de levantar un costal sobre su hombro «Aunque a como los tenía cuando recién llegué creo que ya soporto cargar un poco mas».

Esclava en CoreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora