❦ Castigo ❦

156 14 15
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Cuando Calixta extra a la oficina de Dae-hyun, baja la mirada y coloca el café delante de él; inmediatamente después sale sin esperar nada más.
Fuera de allí, se detiene con el corazón a mil.

—oh, vamos. ¿Que fue eso? — susurró, golpeándose la frente con la palma de su mano — valla cobarde estoy hecha.

Aunque dijo eso, todos los días continuos a ese hizo exactamente lo mismo. Cuando intentaba quedarse, en cuanto veía sus ojos, recordaba su sobrina mirada mientras castigaba al pobre hombre, le recorría un escalofrío y salía casi corriendo.
Aunque en una ocasión Dae-hyun intentó detenerla, en cuanto estuvo a punto de llamarla ella ya había salido por la puerta.

—Vamos, vamos, deja de hacer eso. - se dijo a si misma mientras se veía en un espejo durante su trabajo en la limpieza de los baños.

Suspiró, y miró abajo, tallando suavemente el lavabo metida en sus pensamientos.

—«Deja de huir»— no puedes hacerlo para Siempre... Trabajas y vives aquí... - «aunque dentro de unas semanas el invierno impedirá verlo, si aguanto hasta Entonces»- no no, no, no, olvida eso, de inmediato, detente ahí. De todas formas... ¿Por qué sigo huyendo? - un flash back apreció en su cabeza, poniéndole la piel de punta- cielos... Eso ojos... .

Rápidamente se apresuró a tallar el lavabo de forma más fuerte.
«se veía aterrador, pero... No lo estaba disfrutando ¿Verdad?. Dae-hyun... No es una mala persona, estoy segura de ello. Aún con esa mirada y su fría forma de ser...» en ese momento, Calixta recordó cuando vio a Dae-hyun llorar como si de un niño se tratase.

—El... Sigue siendo un ser humano después de todo...

Cuando el baño fue perfectamente limpiado, Calixta lavó sus manos y se puso a cargar con los instrumentos de limpieza por los pasillos para llevarlos a su cuarto. Absorta en su propio mundo, no se había dado cuenta de que mientras ella bajaba las escaleras, Oh-kan las estaba subiendo con toda prisa; para cuando Calixta se había dado cuenta, ya era demaciado tarde.

—«¿Cómo fue que pasó esto?»- se pregúnto, mirando al vacío con los ojos bien abiertos, no estando segura de que ver, o que pensar.

El terror de su cuerpo se negaba a aceptar que estaba en esa posición. Movía sus manos con torpeza, tratando de liberarse de la soga que mantenía sus brazos alzados. Sus pies temblorosos hacían que el banco donde estaba parada tamboriliara de un lado a otro. El paisaje frente a sus ojos es un desierto, un patio vacío, una brisa helada. Los escalofríos le recorren la espalda cuando escucha detrás de ella las pláticas sobre cuántos azotes tiene que recibir.

—«Esto... No está pasando. ¿En qué edad vivimos? La prisión es todavía más aceptable... ¿Latigazos? ¿Porqué? ¿Cuánto va a dolerme? — preguntaba, sin siquiera querer escuchar una respuesta — «quiero irme... Quiero irme... ¿Cómo maya fue capaz de soportar algo como esto? ¿Cómo mantuvo la calma? Ni siquiera voy a morir... Pero... El dolor».

Esclava en CoreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora