❣La bestia del bosque❣

129 31 3
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




La lluvia estalló en esa noche, lo cual no le resultaba reconfortante a Calixta, la cual debía correr entre el lodo y piedras entre la lluvia en medio de una oscuridad casi completa.

— «¡maldita sea, ni siquiera es temporada de lluvias! ¿¡Por qué está pasando esto?! ¡Además yo no le hice nada!».

No sé escuchaba nadie corriendo detrás de ella, pero por algún motivo, como si una fuerza invisible la obligara, y la jalara por delante, no podía dejar de correr aunque quisiera.
Pero con el cansancio del día, las fuerzas la abandonaron al momento de resbalar con un pequeño pozo de lodo.

De inmediato, antes de pensar siquiera en levantarse, apuntó detrás de ella con la lámpara. Con desesperación alumbró a todos lados, forzando a sus cansados ojos a ver más allá del agua que nublaba su vista, tratando de encontrar algo, lo que sea que se moviera.
Pero no hubo nada, nada más que las plantas siendo jaladas por el viento y agua.

Un poco más confiada, se levanta, sin quitar la vista de ese camino por dónde pasó. Se quita el lodo más pesado de la ropa y se gira para continuar con su camino, pero, su cara se topa con un tronco delgado, envuelto en tela mojada y con unos ojos tapizados de furia.

—«Demonios...»

Sin dejar tiempo a pensar, el hombre la jala de su brazos izquierdo, la gira y la tira al suelo de pecho con el brazo torcido en su espalda.
El golpe de frente le quita todo el aire que le quedaba a sus pulmones, le pulsa la cien tan fuerte que se escucha en su cerebro, y por último, la rodilla en su espalda le impide tomar oxígeno.

Está inmóvil, y con un poco que baje la cara, se ahogara en un charco de agua y lodo. «Ahors sería fantastico que los guardias aparecieran... Gracias»

— 한국어를 아십니까 당신은 어디에서 왔습니까? — Le gruñó a un lado de su oído, con una voz ronca que imponía respeto.

Calixta sin saber que hacer, y sin conocer el significado de tales palabras, calló, y apretó los dientes con fuerza.
El hombre, más enojado que antes la coge del cabello y le levanta la cara con fuerza sin quitarla de su anterior posición.

— 한국어를 아십니까 당신은 나를 이해합니까? — Le repitió, esta vez en un tono más alto — 그들이 아직 말을 못하면서 네 목을 부러 뜨릴거야!!

llena de impotencia, y con el cuerpo adolorido, no pudo hacer otra cosa más que llorar y decir:

— ¡Lo siento, no se que dices! ¡No sé hablar coreano! ¡Por favor, suéltame! — el hombre le soltó el cabello, pero aún la sostenía; Calixta, en medio de su hiperventilación y llanto trato de seguir hablando hasta que la soltase — Suéltame por favor, Suéltame...

Su cuerpo de pronto se sintió como cuando se enfermaba de fiebre, la poca luz de la luna y la lámpara tirada a pocos metros de ella se esfumó como el humo. Su cuerpo mojado y helado de pronto se volvió tibio, el peso en su cuerpo se marchó, y se sintió en un lugar tan cómodo que en alguna parte de su cabeza, con una voz muy débil se preguntó en un susurró »¿Estoy muerta?«.

Esclava en CoreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora