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Encadenados a una vida donde el derecho a la condena era sin duda la noche, la oscuridad penetraba cada silencio, cada rincón en el cual se esconde los eternos pecados. “La ciudad del mal”.

  

No hace falta remarcar que la vida tiene un curso que puede cambiar de un momento a otro. Ese día ambas caminaban por la calle empapada en la lluvia del día anterior, la mañana de pronto de convirtió en noche y susurros en la oscuridad les ponía la piel de gallina. Sin aviso una de ellas se quedó quieta esperando a que algo pasara…

—    ¿Qué pasa, hermana? — dijo una de ellas.

—    No tengo un buen presentimiento de este día

—    ¡Valla! Si es natural, explícame ¿Cómo es que de repente se ha vuelto de noche?

—    Eso es normal en esta ciudad de porquería…cualquier cosa puede suceder aquí  y a nadie le sorprende… — exclamó con una expresión sombría en los ojos — esta noche…es noche de sangre

—    ¿de qué diablos hablas?... Jane…no estoy para juegos — su hermana comenzó asustarse.

—    ¡No!, hermana…esto no es un juego…y pronto sabrás porque…

           

En un instante, las manos descarnadas de un cadáver la tomaron por el cuello, envolviéndola en un manto sangriento y putrefacto en carnes pestilentes, Jane poseía una sonrisa que dejó en Lu, su hermana, una imagen imborrable. Al no dejar rastro alguno…

—    ¡¡MALDICIÓN JANE, NO TE VALLAS!! — gritó Lu vacía y perturbada.

—    “Lo siento, hermana….pronto…te darás cuenta que esto es lo correcto” — el sonido de su melodiosa voz resonaba en los oídos de Lu como un susurro frío lleno de muerte y malos pensamientos

—    ¡¡dios, Jane…no me dejes sola!!— gritaba

—    Pero si estoy aquí contigo

—    ¡¡no, no es cierto…no puedo verte!!

—    ¡¡Lu, aquí estoy, por Dios santo!!

—    ¿Jane?— preguntó confusa abriendo sus ojos

—    ¡¡A vamos, hermana…que se nos hace tarde!!

           

Aquella mañana había sido demasiado extraña como para poder comparar esa horrenda pesadilla con la realidad, haber soñado a su hermana un demonio de la noche en ese pueblo maldito. Lu se incorporó en la cama y Jane le regaló una hermosa sonrisa, la cual brillaba por toda la habitación, una muy pequeña donde dormían ambas sin reclamo alguno, las dos habían tenido una historia triste en su niñez, ambas fueron recogidas por una casa hogar de ese pueblo monótono, y dadas en adopción por una anciana de corazón enorme, y que amaba a las niñas como si fueran suyas…

Tiempo atrás…

—    ¡niñas! Dejen de estar peleándose — la anciana gritó sin enojo, pero con precaución

—    ¡¡pero mamá, ella me quitó mi vestido y lo rompió!! — dijo la niña de cabellos ondulados

—    ¡¡no era tu vestido, mi mamá me lo regaló a mí!! —  reclamó la nena de tez blanca y grandes ojos verdes

City of EvilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora