Los días pasaban tan rápido, tan desconsolados a la soledad de ambas hermanas, tan lucidas, pero toda una aventura en su camino, ese día ambas caminaban por aquel jardín lleno de rosales. Las risas angelicales se escuchaban como un eco lleno de dulzura y amor, las voces de ellas se perdían en un inmenso mar de césped y robustos árboles frutales…
— ¿Por qué esa sonrisa tan irradiante? — dijo Jane a su hermana
— La verdad es que no me esta desagradando tanto este lugar ^^
— O.O ¡¡y ahora lo dices!! Pensé que jamás lo aceptarías
— Vamos, teníamos que hacerlo en cualquier momento…no podemos salir de este lugar…
— Bueno, en eso tienes razón
Ambas se separaron esa tarde, simplemente porque la confianza ya estaba puesta, y ahora si cada una de ellas quería estar sola, no había el mayor problema…les encantaba estarlo y dispersarse por la enorme mansión que también era ya de ellas…. Ella era tan perfecta, que dejaba estelas radiantes detrás de sus limpios pies, a pesar de haber pisado la tierra que siempre estaba húmeda, su piel tersa cuidaba cada rasgo de su cuerpo, su sonrisa le daba luz a esas pobres rosas negras…quedo oliendo una y de un tirón inexplicable se soltó de su arbusto y ella se sorprendió…pues el susto la había llevado a pensar que sus manos sin querer habían arrancado aquella flor indefensa…dio un paso atrás sosteniendo la rosa entre sus manos…observándola…
— Es tuya, si lo deseas — dijo su perfecta voz detrás de ella, susurrando palabras cautivantes en su oído derecho — si no es así, simplemente déjala en el suelo, y sola morirá por la desdicha de no poder estar rozando tan perfecta piel como la que tu posees… — Jane la tomó fuertemente y la rosa tomó más energía de lo normal, poniéndose de un color hermosamente rojo como la sangre…
— A veces sueles asustarme cuando apareces de la nada de esta manera — dijo ella con una media sonrisa en sus perfectos labios dulces — a veces me pregunto, de dónde eres, de dónde vienes…
— ¿No crees que son demasiadas preguntas, para una hermosa dama como tu? — dijo él, poniéndose de frente a ella, acariciando su mejilla con el dorso de su fuerte y fría mano
— Simplemente, quiero saber de dónde es que vino el hombre que ahora tengo frente a mí — sus manos acariciaban aquella rosa indefensa, que después una de ellas subió a acariciar el rostro de aquel hombre incapaz de poder tocarla como él quisiera
— ¿en verdad quieres saber lo que soy y porqué lo soy?
— Si, no puedes mantener en secreto muchas cosas…al menos se…que no eres humano…
— ¿y por qué estas tan tranquila, acariciándome y tan cerca de mí? — un sentimiento sin conocimiento alguno traspaso el cuerpo de aquella muchacha frágil, dejándose llevar por el encanto del hombre que la mantenía presa en una jaula hermosa sin salida…
— No lo se, simplemente cuéntame… — su caminar fue directo a una pequeña banca que daba una hermosa vista al jardín y parte de las fronteras de aquella mansión sin nombre…
— La noche que ahora nos cubre, no siempre fue así…mi familia fue una de prestigio y nombrada en años casi sin lugar en este mundo, sus miradas eran aterradoras y recuerdo tener mucho miedo cuando mi padre pisoteaba cuerpos inútiles de los sirvientes que él ya no necesitaba… — Shad se había quedado de pie, contando su historia antigua — muchas guerras, mucha sangre…yo no era igual a mis hermanos ya muertos hoy a la fecha, soy el único que queda y espero seguir en pie…vengo de una familia que nació de la tierra del mismo infierno, mis padres poseían el poder de quitar y salvar vidas, pero si las salvaban era para unirlas en su lista de almas envenenadas en la tierra y así poder ayudarme a mí en este recorrido sin fin, soy una creatura sin nombre…sin destino, ni plan, hago lo primero que se me viene a la cabeza…mi alimento es el alma de cada ser vivo que se me apetezca…la sangre derramada de un hombre irradiando lujuria, envidia, avaricia y vanidad son mi platillo favorito…pero tu — sus ojos rojos la miraban a través de la noche completamente negra y se acercó a simplemente tomar su mentón con una sola mano, ella…estaba callada mirándolo de una manera sorprendida, pero no había miedo en su sentir… — eres tan delicada…tan frágil a mis manos, el miedo es incontenible cuando te toco como ahora…eres…una pequeña pizca de luz en mis ojos, me quema…arde más que las mismas llamas del infierno de donde vine sin temor alguno, sabiendo que yo soy el único que puede gobernar este mundo…y tu…tu venirte a destruir todo eso…