La noche terminó de nuevo, típica de cada día de ellas, intentar descubrir más de este pueblo desierto, tratando de excavar el poso más y más profundo para buscar el tesoro,”la fama”. El olvido en cada momento las hacia desprevenidas, luego de recorrer y caminar por el extenso paso de la avaricia, volvieron al mismo sitio de la noche anterior, sin duda no era gran cosa, pero ese aspecto bizarro y extraño que demostraba cada uno de sus shows, las hacía introvertidamente deseables.
— ¡Han vuelto!— advirtió por teléfono aquella voz frívola
— ¡Acorrálalas!, no las pierdas de vista — exigió el sujeto detrás del teléfono, que al parecer no se escuchaba muy contento
Este tomó su celular para guardarlo en uno de los bolsillos de la chaqueta, y sin aviso previo se sentó en una de los sofás que se encontraban en el palco del segundo piso. Cruzó sus piernas y desde lo alto las vigilaba a cada paso, sin duda sentía algo importante, algo extraño que le llamaba la atención de ambas delicadas mujeres.
— ¿Aún las sigues observando? — preguntó aquella voz provenida desde un costado, el cual lo miró muy pertinente
— Si… el señor Shadows dice que las tenga vigiladas por un buen tiempo — este se oía muy convincente de lo que hablaba como si algo se proponían
— Esas chicas tienen algo intuitivo, tengo el presentimiento que algo puede pasar con todos nosotros si algo nos sale mal — dijo aquel sujeto con sombrero y cabello largo — bueno Vengeance es hora de retirarme tengo que ocuparme de unos asuntos — tomó por detrás el hombro del otro chico y salió a caminar para el lado contrario del pasillo
— ¡Synyster!…— gritó confuso aquel muchacho
— ¿si?, ¿qué ocurre?— volvió a preguntar desde la otra esquina
— Nada… ¡suerte! — así fue como lo despidió y se quedó sentado toda esa noche para mantener la vista en aquella jovencita de cabello castaño claro
Que silencio, que arrollador dolor en el pecho ahora que lo siente bien, que dilema, que pobres sus ideas de que hacer, pero la locura es lo que mantiene en pie y dar mandato a quien se le ponga enfrente, matar a quien le confiese lo contrario. El más encantador y seductor cuerpo, una figura sin igual, cada línea que forma sus músculos son deseos de chicas desesperadas por tocarlo, por atarlos en sus ardientes manos y comerlo todo. Pero él no le daría el privilegio a cualquiera…su poder lo hacía todo…
— ¿Cómo van las chicas, Zack? — su voz resonó en toda la habitación…
— Bien, señor…pero ambas están pisando lentamente nuestra zona…y es posible que…
— Tu solo has tu trabajo Vengeance, esas chicas pronto estarán en tus manos — interrumpió
— Si, señor…
— Bien, ahora vete…necesito ver, en donde las puedo colocar aquí…
Sus perfectos ojos cristalinos, sedientos de sangre miraban su habitación de enormes espacios, el lugar estaba detrás de toda la sociedad, en una silla acolchada en seda de color vino, finos accesorios de color oro, y él, tan imponente como siempre y una figura que se remarcaba a través de esa pegada camisa color negro y un pantalón de sastre del mismo color, con unos zapatos bien boleados…y regresó la mirada a su acompañante