Querido cuaderno viejo que acabo de encontrar, me llamo Jake mi apellido no tiene importancia desde hace un tiempo muy largo, eh querido expresar lo que siento desde esa vez que mi vida cambió por completo, que todo dejó de tener un sentido y yo…realmente….he dejado de vivir.
Ese día tan pulcro cuando tenía tan solo 20 años de edad, cuando estaba enamorado de ella, si Jazmín, ella…ella era la persona más especial en toda mi miserable vida, pero solo había algo que lo desvanecía, pues…si, ella era la hija del más gran mafioso de todo el territorio. La mayor parte del tiempo estaba en custodia por esos tipos con gran cuerpo y armas que podían volarte la cabeza con un solo tiro.
Una gran sonrisa remarcaba las comisuras de mi boca, esperándola salir de esa gigante escuela la cual pasaba todo el día, pero no me impedía no poder verla, acomodado en uno de los árboles inclinando mis brazos para sostener mi nuca
— Jake, ¡viniste! — dijo corriendo a mí y dándome uno de esos abrazos con aroma que me volvían completamente loco, la tomé también por la cintura para sentir su carne rosar con la mía, y besarla con cuidado
— Mira que linda estás — yo seguía sonriendo nadie me impedía nada, era feliz
— ¡te amo!, a pesar de saber quién soy, sigues aquí… — me miró y rodeo mis ojos
— ¡nunca te dejaré! — volví a nombrarle como de costumbre
— ¡ven!
Si, así fue como me tomó del brazo y caminamos por todo el barrio como si fuera el ultimo día, la verdad no necesitaba nada más, era ella y yo en todo el lugar, nadie más podía nublar la escena, intentaba ser lo más cortés y sensible a pesar que a veces lo frío me atacaba pero algo que con ella no ocurría, nunca pude dirigir una palabra que contradijera lo que ella hablaba, nunca pude quejarme, y nunca pude dejar de amarla.
— ¡Te amo preciosa! — volví a decírselo por séptima vez en su oído
Mirábamos la luna llena de esa noche, era completamente resplandeciente, sus ojos brillaban por la luz de la misma y yo no podía parar de mirarla.
Un celular comenzó a sonar de golpe, ella desesperada se levantó, su vista nunca la vi como en aquel entonces, no podía encontrar el móvil y estaba choqueada, al ver la pantalla, pues si, era el padre que quería comunicarse con ella. Atendió.
— Hola padre — dijo ella asustada con su voz cortada del susto, aún no se qué fue lo que le dijo, pero logró hacerla llorar, sus gotas eran inmensas y su cara estaba pálida y paralizada
— ¿Qué pasa?, Jazmín, ¿Qué sucede amor? — dije tratando de sacudir su cuerpo quieto, ella no me miraba seguía en estado de parálisis
— Mi padre está por venir — su voz se escuchó muy bajo lo que mucho no pude lograr escuchar — ¡VETEEEE! — gritó desesperada intentando empujarme para que me levantara y me marchara
— ¿Qué es lo que pasa? — traté de sostenerla pero ésta me empujaba muy fuerte y lloraba