Capítulo 34

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Jessica

Me quedo allí parada, insegura si avanzar, la mirada de Edward se dirige a mí y me ofrece una sonrisa ladeada, no es amistosa, en realidad, es una sonrisa un tanto complicada de descifrar. Tímidamente me acerco a él, quien espera con cautela y me observa avanzar, su mirada es intimidante.

—¿Puedo ayudarlo en algo? —pregunto cuando estoy a su lado.

Edward se lleva las manos a los bolsillos de su pantalón y continúa mirándome fijamente. Tomo una bocanada de aire, la cual contengo por un pequeño tiempo.

—Espero no molestar, pero deseaba poder conversar contigo.

Responde con seriedad, mis cejas se alzan en asombro y me señalo a mí misma como si necesitara comprobar que de mí se trata.

—¿Conmigo? —pregunto y él asiente.

—Sí, espero eso no sea un problema —repite y de nuevo me tenso, ¿qué es de lo que querría hablar conmigo? Solo nos hemos visto una vez.

Como si tuviera que comprobar que no hay nadie más en el pasillo, volteo a mis espaldas para cerciorarme de que no hay nadie y tímidamente, me acerco a la puerta de mi dormitorio y la abro, invitándolo a pasar, él me hace una seña para que entre primero y cuando lo hago enciendo las luces del dormitorio, él entra y cierra la puerta detrás de mí. Ninguno de los dos nos movemos de nuestros lugares, Edward continúa junto a la puerta y yo estoy a un par de metros frente a él, sería prudente que lo invite a sentarse a la pequeña sala que tengo, pero una parte de mí no quiere hacerlo, más bien desea que se vaya luego.

Puedo percibir que hay tensión en el silencio que hay entre los dos, como no sé qué decir exactamente, guardo silencio hasta que él se anima a romperlo de nuevo.

—Imagino que mi presencia aquí debe extrañarte —dice, no hago ningún gesto, prefiero no hacerlo y escucharlo con atención—. Esperaba que hubiese otra forma más casual de volvernos a ver, quizá una pequeña invitación al palacio por parte de mi sobrino, pero me temo que eso es mucho pedir, ¿no?

Me cruzo de brazos en un intento de proporcionarme seguridad a mí misma, Edward continúa hablando.

—Seré directo, seguramente estoy haciéndote cuestionar mi presencia aquí —dice y esta ocasión me atrevo a asentir, él me ofrece una sonrisa ladeada—. Bien, solo tengo una pregunta, ¿cuáles son tus intenciones con Aiden?

—¿Mis intenciones con Aiden? —pregunto con asombro y él asiente—. Disculpe, pero no estoy entendiendo su pregunta.

Es una pregunta directa y quizá bastante sencilla, pero no entiendo qué tiene que ver mis intenciones hacia Aiden.

—Escucha, Aiden es el heredero al trono, pronto dejará de ser el príncipe de Inglaterra para convertirse en rey —explica, su mirada se posa en la mía, es pesada, sus ojos marrones parecen ver más allá de lo que espero y me hace sentir pequeña—. Sabes lo que significa eso, ¿verdad?

Niego, no porque no sepa la respuesta sino porque no estoy entendiendo el punto al que él quiere llegar.

Edward suspira.

—Como rey, no tiene oportunidad de andar perdiendo el tiempo con juegos absurdos, ser rey es una responsabilidad enorme, debe asumir responsabilidades importantes incluso como príncipe y me temo que lo único que ha estado haciendo es solo perder el tiempo.

Enarco una ceja en su dirección, ¿Qué tiene que ver todo esto conmigo? Ni siquiera entiendo nada sobre la realeza, sí, quizá despierta cierta curiosidad en mí, pero no comprendo nada de lo que hay con Aiden.

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