Capítulo 38

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Jessica

Cuando despierto, el brazo de Aiden se encuentra abrazando mi cintura, me remuevo entre sus brazos para intentar salir de la cama, Aiden deja escapar un gruñido de su parte y aprieta mi cuerpo contra el suyo para evitar que salga de la cama.

—Buenos días —murmura a mi lado una sonrisa se dibuja en mi boca al escuchar su voz. Me muevo entre sus brazos de nuevo para quedar frente a él, Aiden tiene una sonrisa un tanto ladeada en sus carnosos labios—. ¿Dormiste bien?

Pregunta aun somnoliento. La respuesta es sencilla, no recuerdo a qué hora me quedé dormida y la cama aquí es tan cómoda que realmente he descansado, el colchón es mil veces mejor que el mío y las sábanas tan cómodas que podría jurar que las camas dentro del palacio de Buckingham deben ser mil veces más cómodas que estas.

Doy un pequeño asentimiento.

—He dormido bien, ¿y tú?

—También, he conseguido descansar. —Su cuerpo se aparta del mío para estirarse—. Hacía tanto que no tenía una buena mañana, por lo general, suelen venir a despertarme.

Enarco una ceja.

—¿Te cuesta levantarte por las mañanas?

Niega.

—Más bien es la reina quien ama madrugar y entrar a mi habitación incluso antes de que el sol salga.

—Vaya, es madrugadora.

—Sí y espera que todos lo seamos. —Se forma una mueca en su boca y no puedo evitar reírme, Aiden no es una persona madrugadora, estoy segura de ello—. ¿Qué es gracioso?

Cuestiona al ver que estoy riéndome, niego para decir que nada y Aiden pone una cara seria, fingiendo enojo, cosa que me hace reír de nuevo, pues me resulta tierno y mi risa hace que él también ría.

—Ya, ¿qué es tan gracioso?

Cuestiona sin entender el porqué de mi risa, vuelvo a negar.

—Nada, solo encuentro tierno que no te agrade el hecho de despertar temprano —digo, y Aiden hace una mueca.

—¿A quién realmente le gusta madrugar? —se queja más para él mismo y río—. La mayor parte del tiempo despierto temprano, pero no miento diciendo que hay días en que tengo ganas de quedarme tirado en la cama.

—Entiendo, soy yo por las mañanas antes de ir a la universidad —confieso y ambos reímos.

Después de pasar un par de minutos más acostados en la cama conversando, nos animamos a salir, por primera vez en mucho tiempo, no tengo una mañana diferente que no me importa llegar tarde a la universidad, ya en mi cabeza escucho la voz de mis amigas diciéndome que la vida hay que disfrutarse y que faltar a una clase no significa el fin del mundo.

Decido tomar una ducha antes de desayunar y me sorprendo con Aiden preparando el desayuno para ambos, su cabello luce alborotado y mojado por la ducha que seguramente tomó en alguno de los tantos baños del pequeño palacio, es imposible que no sienta una pequeña admiración al verle cocinar, incluso pienso en que soy una chica afortunada por haberle conocido. Sí, los príncipes no son como en los cuentos de hadas, pero este príncipe en particular es mucho mejor que cualquiera que salga en un cuento.

—¿Qué preparas? —pregunto cuando me animo a abandonar el marco de la puerta y entrar a la cocina para llegar a su lado, una sonrisa torcida se dibuja en la comisura de su boca.

—Huevos revueltos con tocino —dice con cierto orgullo, me acerco por su espalda y recargo mi barbilla en su hombro, en el sartén veo que el tocino está medio quemado y no puedo evitar reírme, Aiden se percata de ello—. En mi defensa, la mayor parte del tiempo alguien cocina el desayuno por mí, tienes suerte de que sepa quebrar un huevo.

El Príncipe IdealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora