Capítulo 5

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En todo el día, ese era el único momento en el que ser había sentado a descansar realmente. Cruzó los brazos sobre la mesa y reposó su cabeza en el medio.

-- ¿En dónde se habrá metido?... -- Se preguntó en voz alta, mirando hacia el teléfono de la pared.

-- ¿En dónde se habrá metido quién? 

Na Kyum dio un respingo.

Allá, entrando por la misma puerta por la cual Lee había salido, se encontraba Ji Hoon, quitándose los botines de tacón negros que traía puestos, mientras se apoyaba del marco de la puerta con la otra mano.

-- ¡Ji hoon! -- Exclamó -- ¿A dónde fuiste todo el día? 

-- Estuve trabajando -- Contestó, sentándose sobre la silla al otro lado de la mesita -- Uno de mis regulares usualmente paga por días enteros. 

Se dejó caer en el respaldo, dando un profundo suspiro. De su cuerpo se desprendía una fragancia sutil a feromonas de alfa. Na Kyum lo percibía. Y su cabello, ligeramente húmedo, se rizaba sobre su cabeza. El collar de hule tenía ligeros arañazos en los bordes. ¿Estaban ahí el día anterior? No podía decirlo con seguridad.

-- Pensé que todos usaban la puerta principal a excepción de Lee Sam Shin y yo.

-- Ugh, no. Si algún cliente llegase a verme y a pedirme servicio, no sé lo que haría. Estoy exhausto.

Miró a Na Kyum con una expresión afable.

-- ¿Y qué hay de tí? ¿Qué tal tu primer día? ¿Cómo te sientes?

--  Es mucho trabajo, pero Lee Sam Shin-ajumma y yo nos las arreglamos de alguna manera -- Sonreía, débilmente pero con la mirada brillante, pletórico de motivación.

-- Jaja, Cuidado con llamarla ajumma cuando estés con ella. Se enojaría muchísimo.

De pronto, el teléfono sonó. 

-- Debe ser la madame -- Dijo Na Kyum, y se levantó de su asiento -- Ji Hoon-Hyung. Si quieres comer aún hay algo, puedo servirte en un momento si me esperas.

Ji Hoon lo siguió, pero en dirección a la entrada de la cocina

-- Ya he comido, gracias... Iré a la habitación -- Avisó, antes de desaparecer en el pasillo en dirección a los cuartos -- No hagas mucho ruido cuando entres, ¿Está bien? Voy directo a la cama.

-- Entiendo, que descanses hyung.

El teléfono bramó por última vez antes de que Na Kyum lo levantara.

-- ¿Madame Xao Hua? -- Inquirió

-- Oh, eres el nuevo -- Señaló ella -- ¿Ha regresado Lee Sam Shin con los Hanboks para el señor Seungho y sus acompañantes? Hoy ha terminado más temprano. Necesito que los lleven a su habitación de inmediato.

-- No ha llegado aún, madame. Me pidió estar al pendiente de lo que usted necesite que haga.

-- Bueno, pues no podemos dejar que el señor espere. -- Pausó por un momento -- Tú, ve allá y pregúntale al señor si se le ofrece algo. Haz tiempo mientras regresa Lee Sam Shin. 

-- Sí, Madame. Entendido. 

Sin decir nada más, la llamada acabó y Na Kyum se puso a la tarea. Intentando pasar desapercibido, caminó en dirección a las escaleras, orillándose hacia la pared cada vez que alguien pasaba junto a él. Para su fortuna, el pasillo de aquél piso que llevaba a la habitación parecía relativamente tranquilo. El único ruido que podía percibir provenía del interior de aquella amplia puerta. Le aterraba la idea de que algún cliente se le aproximara e intentara hacer algo con él, por lo que se hallaba profundamente aliviado al observar que cualquier otro muchacho que trabajara ahí se veía mucho más llamativo que él mismo. 

Se paró frente a la dichosa puerta y golpeó la madera con sus nudillos tres veces. 

Cuando ésta se abrió, había un hombre plantado frente a él, cuya presencia era imponente. El mismo que había visto hace un rato cuando bajaba hacia la cocina. El señor Seungho, si estaba en lo correcto. Con la espalda cubierta por una bata de satín y su poderoso torso desnudo, lo miraba desde varios centímetros arriba de su cabeza, pues su altura era intimidante. Tras él, podía ver el movimiento de los cuerpos desnudos que parecían bailotear al interior de la habitación. Un tufo de calor le recorrió el cuerpo mientras las potentes feromonas mezcladas de alfas y omegas se agolpaban en su nariz. 

-- ¿Tú quién eres? 

-- Uh... Yo... Yo he venido por órdenes de madame Xao Hua... Me ha dicho que los atienda.

Miró hacia abajo, intentando evitar los ojos de aquél hombre, que lo asustaban. Pero observó que en su mano derecha tenía un papel ominosamente familiar. Se le hundió el estómago en el vientre y suprimió el impulso de buscar en sus bolsillos. ¿Podría ser...?

-- Le he pedido los hanboks, pero tú no traes ninguno. -- Le escuchó decir-- Y no he llamado más omegas.

-- S-sí... Lo sé, Lee Sam Shin es quien ha ido a conseguir la ropa. No tardará mucho... 

-- ¿Entonces? ¿Haz venido solo a decir eso?

-- Uhm... ¿Se le ofrece algo? ¿Cualquier cosa? Puedo traer bebidas o... algo que necesiten. 

Madame Xao Hua le dijo que hiciera tiempo, pero ¿Cómo se supone que debía hacerlo? ¿Poniéndose a charlar con el señor de cualquier cosa? ¿Y si le preguntaba cómo había estado su día? ¿Se vería extraño? ¿Se sentiría incómodo? 

Un estridente gimoteo resonó desde el interior de la habitación. El rostro de Na Kyum se encendió de rojo incandescente. 

-- ¡JA! ¿Trabajas aquí y por esos ruidos te pones así? 

Na Kyum sintió cómo era escaneado de pies a cabeza.

-- E-es mi primer día aquí... Trabajo ayudando a Lee Sam Shin...

-- Puedo ver eso -- Dijo el otro, recargándose sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados -- Vestido con esos trapos no hay manera que seas uno de los omegas de la Madame. Mírate, das pena.

Na Kyum, indignado y a pesar de que lo razonable era guardar silencio para no enojar al señor y, por consecuencia, a la madame, pensó en todo lo que trabajó aquél día y le pareció que permanecer callado sería faltarle al respeto al esfuerzo que había hecho no sólo él, sino también Kim Ji Hoon para que trabajara ahí sin tener que vender su cuerpo. Se preparaba para contestar con lo primero que se le vino a la mente. Pero algo más lo hizo detenerse.

-- Hey, es el omega que estaba aquí cuando llegamos -- Dijo otro hombre, quien se aproximó hacia el señor desde atrás.

-- ¿Lo conoces? -- Preguntó éste.

Na Kyum enmudeció.

-- Bueno, no. Pero lo vi saliendo de aquí. Estaba trazando en una hoja sobre la mesa. 

Con uno de sus brazos rodeó los hombros del señor.

-- Oh... ¿Es así? -- Inquirió él, levantando la mano con la cual sostenía la hoja de papel.-- ¿Entonces eres tú quien dibujó esto?

Na kyum, de inmediato y para asegurarse de que lo que sostenía no era su dibujo, metió la mano en su bolsillo sin preocuparse más por ser discreto. No había nada. 

PINTOR NOCTURNO OMEGAVERSE FICTION - Todas mis batallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora