Capítulo 16

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Con los puños crispados, mirando hacia abajo, esperaba parado frente al gran escritorio mientras el alfa examinaba las obras que le había llevado. De reojo notó cómo el hombre se llevaba una mano al mentón, y se dejaba caer reclinando el respaldo de su asiento. Tragó saliva. "¿Será que no le gustaron?" Pensó el chico. Llevaban alrededor de diez minutos así.

-- Excelente. Todo es excelente -- Dijo al fin su interlocutor, depositando las hojas en la superficie del mueble -- Finalmente decidiste pintar para mí, a pesar de tu resistencia de los días anteriores.

El omega asintió, sin decir palabra alguna. 

Retirándose los lentes, el alfa volvió a inquirir.

-- Baek Na Kyum, haz capturado mi curiosidad. Antes decías no poder hacerlo, pero ahora incluso tienes más pinturas secándose en el estudio -- Se inclinó con ambos brazos sobre el escritorio -- ¿Por qué razón fue que te negabas a pintar?

Na Kyum interrumpió un pequeño suspiro que no pasó desapercibido por el hombre, que levantó una ceja al percatarse de ello.

-- Yo... hice una promesa con mi maestro, en el orfanato. 

-- Así que una promesa, huh... -- Susurró, para después continuar -- ¿Qué tipo de promesa fue? 

-- Sobre pintar... le prometí no volver a pintar.

El hombre lo miraba incrédulamente.

-- Escuché de Xao Hua que llegaste a ella pidiendo trabajo como pintor. No puedes esperar que me crea esa excusa.

-- ¡Ah! no, se equivoca. No a pintar totalmente. Más bien... -- Desvió los ojos a una esquina del cuarto -- A no pintar cosas... así...

-- ¿Uh? ¿Así cómo?

-- Depravadas... -- Musitó en un susurro que apenas se pudo escuchar.

Pasaron un par de segundos sin respuesta. Cuando Na Kyum lo miró, extrañado por su falta de reacción, fue encontrado con un par de ojos abiertos ampliamente, que de inmediato se escondieron tras sus párpados cuando una sonora y estridente carcajada escapó de su garganta. Todo su cuerpo se había doblado mientras reía, y su brillante cabello azabache se sacudía al mismo ritmo. Por alguna razón se sintió como un tonto. ¿Cuál era la gracia en lo que había dicho? 

-- ¿Depravadas? ¿Depravadas dices? -- Dijo, recuperando el aliento, aún sonriente -- ¿No fuiste a pedir trabajo a un burdel? Ese tipo de cosas "Depravadas" pasan ahí, ¿Lo sabías? Y encima de eso, ¿No dejaste olvidado uno de ESOS dibujos en el piso de la habitación donde nos vimos? ¿SIN QUE NADIE TE LO HUBIESE PEDIDO? ¡JA! ¿Cuán en serio te tomabas esa promesa hasta antes de que yo te pidiera pintar para mí, huh?

Ya que lo ponía en palabras de esa manera, sonaba considerablemente absurdo. Na Kyum frunció el ceño, ruborizándose por la vergüenza. El hombre parecía estar divirtiéndose mucho con todo aquello. 

-- ¡N-no se suponía que alguien viera el dibujo! -- Tartamudeó

-- ¡JAJAJA! Vamos, Baek Na Kyum. Estoy seguro que podrías pensar en mejores excusas. Usa esa cabecita que tienes. 

Estaba a punto de responder nuevamente, pero en su lugar volteó la cabeza por encima de su hombro, profundamente ofendido. 

-- Ya tiene sus pinturas, me marcho -- Dijo él.

Se viró hacia la puerta, y comenzó a caminar, pero fue interrumpido por el sonido de las manos del hombre que las había estampado contra la madera del escritorio. De inmediato se congeló. Y se dio cuenta de lo insolente que había sonado. 

PINTOR NOCTURNO OMEGAVERSE FICTION - Todas mis batallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora