Capítulo 22

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-- Apenas hablaba -- Dijo Su Yeon, mordiéndose una de sus uñas, teñida de barniz violeta-- No pude sacarle nada que valiera la pena. Tal vez no le gusten los omegas...

-- El mío estaba casado -- Comenzó a decir Liu, sentado a lado del primero. Con las piernas y los brazos cruzados -- Se la pasaba hablando de su marido. ¡Me enseñó fotos de sus hijos! Por eso lo único que logré que me dijera fue que el señor tiene al chico pintando para él. Honestamente no creo que supiera algo más.

Mientras ambos hablaban, Ji Hoon los escuchaba parado frente a su armario, buscando algo entre el gran número de prendas vistosas y diminutas que éste guardaba en su interior. Hyungsoo, con las manos juntas entre las rodillas, alternaba la mirada entre los dos omegas en la cama y Ji Hoon.

-- ¿Entonces tú irás solo? -- Preguntó. Su voz, grave y ligeramente rasposa, denotaba evidente preocupación -- ¿Seguro que todo saldrá bien?

-- No, no estoy seguro -- Contestó de inmediato el omega, extrayendo una sudadera negra del mueble, y extendiéndola frente a sí -- Pero aún así debo ir. ¿Y si le pasó algo a Na Kyum por mi culpa?

-- No fue tu culpa -- Dijo el abogado, incorporándose de su asiento.

-- Tiene razón, Ji Hoon -- Agregó Liu desde la cama -- Lo querías ayudar cuando lo trajiste aquí. Ni tu ni nadie podía haber hecho nada cuando el señor se decidió a llevárselo. 

-- Pero tampoco lo podemos dejar ahí -- interrumpió Su Yeong -- ¿A ustedes les parecería bonito saber que nadie los está buscando si les pasara algo similar? El niño es huérfano, ¿No es así, Ji Hoon?

El mentado se calzaba la sudadera, y cuando su cabeza por fin pasó por el orificio del cuello, se cubrió con la capucha para esconder su brillante y ahora desordenado pelo rubio.

-- Sí, lo es -- Replicó, mientras del cajón en su buró extraía un pequeño paquete de aluminio que escondió en una bolsa de su pantalón-- No lo pienso dejar a su suerte. Al menos quiero saber que está bien. No me importa tener que ir solo. 

Hyungsoo hizo una mueca de desagrado ante la idea, y lo tomó de la muñeca cuando pretendía salir de la habitación. 

-- Ya me escuchaste -- Agregó Ji Hoon, mirándolo a los ojos -- Suéltame, o el señor se irá y habré perdido el auto del guardaespaldas. 

-- No te voy a detener. Pero por favor, mándame un mensaje cuando hayas salido de ese lugar. O si cualquier cosa sucede. Puedo llevar a la policía.

-- Eso no va a ser necesario, Hyungsoo... pero, lo haré. Confía en mí, ¿Quieres?

Con una firme sacudida, se liberó del agarre del hombre.

-- Ahora tú también tienes que irte de aquí. Sal por la puerta de servicio antes de que Lee o la madame se desocupen y noten que estás aquí -- Continuó diciendo.

-- Lo llevaremos nosotros mismos, Ji Hoon, no te preocupes por eso -- Mencionó Liu, parándose junto al abogado y tomándolo del codo con firmeza. 

La escabullida sucedió en un santiamén. Mientras él caminaba hacia el auto donde el guardaespaldas lo esperaba, Hyungsoo también era llevado hacia la cocina para salir de la casa por la misma puerta que había usado Ji Hoon, aprovechando que todos se encontraban concentrados en el salón principal y prestaban poca atención a lo que sucedía en otras partes de la casa. El guardaespaldas, ataviado con su traje negro de pies a cabeza, miraba al rubio acercarse al auto, donde ya le tenía la cajuela abierta. El ruido en el interior de la casa se escuchaba apenas como un ligero murmullo desde la calle, y la luz blanca de la luna creaba sombras sobre la acera, socorrida por la iluminación artificial de los focos apostados a ambos lados de la manzana. Cuando Ji Hoon miró el interior negro del portaequipaje, sintió náuseas. 

-- Dijiste que me agacharía en el asiento trasero... -- Dijo Ji Hoon, pero su comentario fue ignorado.

-- ¿Te cambiaste de ropa? -- Preguntó el guardaespaldas, ofreciendo su mano para que el omega se internara dentro del oscuro compartimento.

-- Si, por la gorra. Mi cabello llama demasiado la atención, ¿No crees? -- Contestó, aceptando la ayuda del hombre.

-- Buen punto -- Dijo éste, mirándolo de arriba hacia abajo, y deslizando una de sus grandes manos por su diminuta cintura. 

Cuando Ji Hoon hubo entrado por completo en la cajuela y se hallaba acostado boca arriba, esperando a que el hombre la cerrase, éste se inclinó, y depositó un beso sobre su boca antes de dejarlo encerrado.

-- Te cobraré por esto... espera y verás -- Murmuró lo más bajo que pudo, limpiándose los labios con la tela de su manga. 

-- El señor Seungho acaba de dar la orden. Nos iremos en cinco minutos -- Lo escuchó decir al otro lado, en el exterior -- Manejaremos detrás de su auto, lo haré lo más gentilmente posible para que no te golpees con nada, ¿Está bien?

-- Sí...

El aroma a tabaco era tan imperante en el aire dentro del auto que sintió como si su cabeza diese vueltas. 

"Espero no vomitar antes de que lleguemos..." Se dijo a sí mismo, al tiempo que escuchaba los pasos del guardaespaldas que seguramente se alejaba para unirse a sus compañeros dentro de la casa. No obstante, lo que le había dicho era verdad, pues apenas un par de minutos después, escuchó el rugido de los motores, y sintió sus alrededores vibrando. Las puertas siendo cerradas una tras otra y las llantas bajo el vehículo contrayéndose cada vez que alguien más entraba al auto. 

Habían emprendido el viaje hacia la residencia del señor.

~~

Pasó un par de minutos mirando al vacío, junto al retrete donde acababa de vaciar el contenido de su estómago. ¿Estaba enfermando? Era la primera vez que tenía una reacción como aquella. Sin haberse dado cuenta, la erección que había durado, hasta entonces, por más de dos horas, había cedido. Y su mente jugueteaba con recuerdos esporádicos del cuerpo del pintor. Casi creía poder oler sus feromonas en ese lugar. Pero era imposible. Creyó estar alucinando.

Con ambas manos se hizo el negro, húmedo cabello hacia atrás. Era difícil ponerle nombre a lo que estaba sintiendo en esos momentos. Una mezcla exacta entre ira, ansiedad, pánico y frustración. ¿Los inhibidores estaban alterados? ¿Eran los incorrectos? ¿Se había inyectado algo diferente por error? Cualquiera que fuese la razón de su estado actual, no podía estar seguro. Con dificultad y apoyándose del blanco lavabo, se incorporó del suelo y mojó su rostro con abundante agua helada del grifo. Sea como fuere, mirando su desfallecido miembro en el espejo, ahora los omegas no le serían de más utilidad. 

Salió del baño, y los miró, aún esperando. Un par de ellos se hallaba en el sillón, mientras los tres restantes permanecían en la cama, bajo las cobijas. 

-- Mi señor, ¿Está usted bien? -- Preguntó el que más cerca se encontraba, levantándose de su sitio en el sofá y extendiendo su mano hacia su torso.

-- ¿Qué les dije sobre hablar? -- Su voz gélida y reprochante, resonando en todos los recovecos el cuarto, tomó por sorpresa a sus acompañantes, quienes parecieron hacerse pequeños cuando se les presentó la posibilidad de haber detonado el volátil temperamento de aquél alfa con sus palabras. De inmediato otro de los omegas se acercó e hizo una reverencia hacia el hombre, instando con el codo al primer muchacho para que hiciera lo mismo. Éste obedeció sin pronunciar un solo sonido más.

-- Salgan de aquí y pidan a la madame que mande a traer un Hanbok limpio. No quiero ver a más omegas hoy. 

Los observó irse, cubriéndose los cuerpos con la ropa que habían llevado en un inicio. Y cuando se fueron, abrió nuevamente la puerta, encontrándose con uno de sus dos escoltas que custodiaban la entrada a la habitación. 

-- Prepárense para irnos -- Ordenó el alfa, envolviendo su cintura con una toalla que había obtenido del cuarto de baño

-- Entendido, señor -- Contestó el hombre -- ¿Desea que vayamos a su casa en Gangam, como de costumbre?

-- No.... -- Pausó por un momento -- Llévame de regreso a la residencia de donde venimos.

PINTOR NOCTURNO OMEGAVERSE FICTION - Todas mis batallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora