Capítulo 23

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Fue el denso y pungente aroma que provenía del escape del auto, y que se colaba por las rendijas de la cajuela, lo que causó las violentas arqueadas de Ji Hoon, quien intentaba contener las nauseas tapando con una de sus manos su nariz y su boca simultáneamente, mientras que con la otra se sujetaba de la cubierta afelpada bajo su cuerpo para evitar golpearse cada vez que el auto diera un giro pronunciado por las calles. No habían pasado más de veinte minutos. Y él no creía poder seguir aguantando más. 

"Eso es todo, voy a vomitar..." Pensó, con el rostro enrojecido por el esfuerzo, cuando de pronto el auto se detuvo y el motor cesó su intenso rugido. 

Pasaron un par de minutos. Voces desconocidas. El sonido de zapatos sobre el suelo de concreto. Un eco ensordecedor que chocaba contra los muros del exterior para llegar hasta sus oídos. La cabeza le daba vueltas. 

Un haz de luz iluminó su rostro, y sintió cómo una oleada de aire fresco le palpaba la cara y sacudía su cabello bajo la capucha de la sudadera. Frente a él, parado junto a la cajuela, el hombre que lo había llevado hasta ese lugar. Con su traje negro, sus lentes oscuros y el pelo relamido hacia atrás. 

-- Llegamos -- Dijo el mentado, mientras le extendía una mano al omega para asistirlo -- Disculpa haber esperado tanto antes de sacarte cuando nos estacionamos. Pero tenía que esperar a que los demás se fueran. 

-- ...Uhhhggg.....ghhhhhh.. -- Gruñó Ji Hoon, aceptando la ayuda del hombre, y sentándose con dificultad. Miró hacia abajo, donde sus piernas reposaban. Hormigueantes y adoloridas. La sudadera tenía manchas de sudor. ¿O eran de vómito? No, contrario a sus pronósticos y gracias a la obra divina de alguna diosa benevolente, el contenido de su estómago aún se hallaba en el lugar donde pertenecía. Dio un largo suspiro de alivio, que aprovechó para llenar sus pulmones de aire fresco. Su boca aún conservaba el desagradable gusto de los gases que habían entrado al compartimento desde el escape del auto. 

-- ¿Te sientes mal? -- Esuchó preguntar al hombre

Ji Hoon lo miró de regreso. Reprimiendo sus ganas locas de romperle los lentes de una bofetada al sujeto que lo había metido ahí en primer lugar. 

-- Estoy mejor... pero mis piernas. No las puedo mover. Se entumieron -- Contestó finalmente.

-- No pasa nada. Ven aquí

Con un movimiento rápido, el hombre tomó a Ji Hoon e hizo que rodeara su cuello con uno de sus níveos brazos, para así levantarlo en el aire como si de una princesa se tratase. Una vez lo hubo extraído del maletero, cerró el compartimento y las luces del auto parpadearon acompañadas de un timbre agudo.

Mientras el hombre caminaba cargándolo en dirección a una puerta que parecía ser la entrada a la casa, Ji Hoon pudo observar con más claridad el aspecto del lugar donde habían llegado. Lo primero que llamó su atención fue la flota de grandes autos negros que se disponía a ambos lados del camino que seguían. Con sus ventanas oscuras, casi negras, que no dejaban ver nada de lo que había en el interior. Miró hacia atrás. El auto donde habían viajado desde el burdel era idéntico. 

Inmediatamente, en aquél inmenso estacionamiento custodiado por gruesos pilares de concreto pintados con líneas amarillas y negras, se encontraron con autos de lujo mientras seguían avanzando. En su mayor parte, autos deportivos, algunos otros parecían ser clásicos. Inmaculados, casi parecían de juguete.

-- ¿Te gustan los autos? -- Inquirió el hombre, mirándolo por debajo de sus lentes oscuros -- Los miras con mucho detenimiento

-- No particularmente... -- Respondió el omega -- Solo me sorprende que tenga tantos... Ni mis clientes más adinerados se podrían permitir algo así... 

PINTOR NOCTURNO OMEGAVERSE FICTION - Todas mis batallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora