Capítulo 14

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El humo de las pipas se había disipado durante el tiempo en que aquellos individuos se habían enfrascado en sus actividades nocturnas. Aún después de lo que pasó con el otro alfa llamado Byung, el señor todavía paseaba la mirada sobre el pintor de vez en cuando. Éste, reuniendo todas las fuerzas dentro de sí, hizo su mejor esfuerzo por contener su propia reacción a las feromonas. Pensó en que habría sido razonable que le dieran algún tipo de inhibidor antes de hacerlo entrar al cuarto. Pero no dijo nada.

Pronto, los hombres al terminar, se incorporaron calmadamente y Jihwa prendió un incienso que de inmediato amortiguó las feromonas de Seungho. 

-- ¿Ya has terminado? -- Inquirió éste, amarrando alrededor de su cadera una túnica limpia.

Se acercó a Nakyum lentamente, inclinando la cabeza para poder ver los pliegos de papel que el artista había recogido del piso. 

-- Ah... Um... No, aún no. 

-- Déjame ver -- Dijo Jihwa, arrebatándole los papeles de las manos, y extendiéndolos frente a sí mismo -- Oh, vaya. 

-- ¡D-devuélvalos por favor! -- Protestó Na Kyum, pero sin atreverse a intentar recuperarlos.

-- Yoon Seungho, creo que este chico no es para tanto. Mira, todo este tiempo y sólo ha hecho estos viles garabatos.

-- No uses mi apellido. Creo habérselos dicho varias veces ya.  -- Contestó el mentado, acribillándolo con la mirada. 

-- Oh vamos, no puede ser tan malo -- Intervino Min, acercándose a Jihwa para poder ver los dibujos. Su expresión no fue, sin embargo, un buen augurio -- Uh Oh.... 

Con una mano, Seungho tomó las obras de las manos del otro, y los observó en silencio. Su expresión sepulcral no cambió un solo milímetro. Na Kyum permaneció de rodillas en el suelo, sin mirar hacia arriba. Nervioso y apenado. 

-- Yo puedo explicarlo, mi señor -- Dijo en un suave murmuro que apenas fue audible. 

-- ¿Ustedes por qué siguen aquí? ¿Tienen algún asunto pendiente? -- Interrumpió, dirigiéndose a sus dos acompañantes 

-- Qué genio -- contestó Min, alzando una ceja y dibujando una media sonrisa en su rostro.

-- Si no te conociera desde que somos niños, Seungho... -- Agregó Jihwa, mientras se ponía un pantalón -- Como sea, háblame cuando estés de mejor humor.

-- Kim, escóltalos con sus choferes -- Interrumpió, dirigiéndose a la entrada del cuarto. 

Ahí, con la puerta abierta esperando las indicaciones, estaba el sirviente que ya conocía Na Kyum. Con el aire servicial que siempre lo acompañaba y una ligera reverencia que denotaba su impecable entrenamiento. ¿Cuándo había llegado ahí? Ni siquiera recordaba haber escuchado el cerrojo de la puerta al abrirse. 

-- Sí, mi señor -- Contestó rápidamente, haciéndose a un lado y extendiendo una mano hacia el pasillo -- Señor Lee, señor Min. Síganme por favor -- Continuó.

--  Kim, te lo agradezco pero ya conocemos el camino -- Dijo Min, siendo el primero en salir de la habitación, manteniendo la frente en alto. Pero no sin antes pasar junto a Na Kyum, mirándolo de reojo. El pintor sintió un escalofrío, así que se limitó a dedicarles una reverencia mientras se alejaban. 

-- Está enojado, ten cuidado... -- Escuchó al tal Min murmurarle mientras salía.

El silencio se había apoderado de la habitación. El pintor, con las rodillas adormiladas, no sabía si era el momento de irse, o si debía quedarse. Asumió que, si había echado del cuarto a aquellos dos individuos, era evidente que él tampoco era bienvenido a quedarse a solas con el señor. Poco a poco e intentando no hacer ruido, se incorporó y sacudió su ropa, tomando consigo las brochas y los botecitos de tinta. 

PINTOR NOCTURNO OMEGAVERSE FICTION - Todas mis batallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora