Capítulo 13

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Aquél aposento donde fue dirigido, con las brochas, la tinta y el papel cargando bajo el brazo, estaba al fondo de uno de los corredores de aquella inmensa mansión. Ahora de noche, no podía escuchar el trinar de los pájaros y parecía como si los murmullos a través de aquella puerta fuesen obra del viento al pasar entre las hojas de los árboles del exterior. Aunque no le habían descrito lo que se encontraría al atravesar aquél umbral, él sabía que sería algo de "Aquella" naturaleza. ¿Qué mas?

-- El señor lo está esperando... -- Dijo el sirviente Kim, quien se hallaba atrás de él, esperando. 

Na Kyum no contestó. 

Con una mano tomó el picaporte dorado y brillante de la puerta, y lo giró suavemente, sin hacer ruido. 

-- Así que tenemos visitas 

Uno de los muchachos que se hallaba al interior habló, sonriente. En total habían tres personas haciéndole compañía al señor, quien los miraba sentado al centro, en una suerte de tapete rojo. Todos estaban desnudos de la cintura para arriba, a excepción de uno, que se cubría con una túnica verde ceñida a la cintura y se paseaba caminando lentamente alrededor del hombre.

-- ¡Qué lindura nos trajiste, Seungho! -- Exclamó, acercándose rápidamente al pintor, quien abrió los ojos sobresaltado.

Lo tomó de las manos, examinándolas cuidadosamente. Su túnica se había abierto y tal como dios lo trajo al mundo, se mostraba ajeno al pudor que cualquier otra persona habría sentido en aquella situación. 

-- Y qué manos tan pequeñas y suaves. Se ve tan inocente... Yo pensé que te gustaban con más experiencia. 

-- Él viene a pintarnos -- Intervino otro hombre que reposaba sentado en un diván, fumando de una pipa larga y metálica -- ¿O no, Seungho?

-- Correcto, Jihwa -- Contestó el mentado

-- ¡Oh! Qué pena. -- Dijo el chico, soltando las manos de Na Kyum -- Pero eso explica las cosas que llevas ahí -- Refiriéndose a las pinturas y el papel -- Como el señor tiene un gusto especial por los omegas, imaginé que te había mandado a traer.

-- Ah... No, yo... -- Murmuró el pintor, apretando las brochas en el puño de su mano

-- Hey, Yo a ti te conozco -- Dijo otro de los hombres, desde su lugar en el suelo, a lado de Seungho. En una de sus manos cargaba una diminuta taza de makgeolli 

-- Tú tocaste la puerta el día que estuvimos en la casa de madame Xao Hua. Eres ese sirviente que mandaron -- Continuó

Na Kyum permaneció callado, sin saber cómo contestar. Miró a Seungho de reojo, esperando alguna indicación. No quería enfadarlo y hacer que nuevamente lo mantuvieran amordazado en algún lugar de la mansión. Apenas había recobrado la sensación en ambos brazos. Sus muñecas aún dolían.

-- Qué buena memoria tienes, Min -- Dijo Jihwa, desde el diván -- Yo jamás he recordado el rostro de los omegas en esa casa.

-- Siéntate ahí, ya sabes qué tienes que hacer -- Le indicó Seungho, desarmando el nudo que mantenía su pantalón ceñido a su cadera. La prenda se deslizó rápidamente hasta el piso, acariciando los fuertes muslos de sus piernas. Delatándolos desnudos.

En ese momento la potente fragancia de las feromonas de aquél alfa se desató en toda la habitación, como si aquella prenda hubiese sido lo único que las contenía de esparcirse en el aire. Na Kyum entrecerró los ojos y sintió en el corazón un vuelco. Había en el lugar al menos otro alfa, pero no sabía exactamente cuál de los tres era aquél de quien provenían las feromonas desconocidas. El intenso y embriagante aroma de los alfas dominantes siempre terminaba imponiéndose por encima de los alfas comunes. 

PINTOR NOCTURNO OMEGAVERSE FICTION - Todas mis batallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora