La acomodé en la cama e inmediatamente la examiné. Quería descartar cualquier problema que haya tenido debido a la impresión. Después tomé asiento en el sillón y me recargué en el respaldo, realmente... no imaginaba lo que sucedería pero ya no había marcha atrás, ella había reaccionado así y tendría que afrontarlo y yo... continuaría con la búsqueda para encontrar la solución. Llamaron a la puerta y eso me sacó de mis cavilaciones.
-Adelante –dije con pocos ánimos, ya sabía quién era.
-Perdonen pero... -me miró extrañada y después miró a Esme en la cama.
-Está inconsciente –me incliné y apoyé mis codos en las rodillas para sostener mi rostro entre las manos-, fue muy fuerte saber la condición de Richard.
-No se sienta mal, no podía ocultarle la verdad –se acercó y me tocó el hombro- lo difícil ya pasó.
-Supongo que sí –respondí lo mejor que pude.
Simplemente no podía ver a Esme sufriendo.
-Regresé porque le toca sus medicamentos.
-Yo lo haré –le sostuve la mano que aún permanecía en mi hombro.
-¿Seguro?
-Sí –me puse de pie-, estaré con ella hasta que despierte.
Marie me miró dubitativa unos segundos y después suspiró.
-La medicina está en la bandeja –dio vuelta y caminó pausadamente hacia la puerta.
-Gracias.
Ella me sonrió cálidamente y salió de la habitación.
Suspiré y me enfoqué en la medicina que estaba donde Marie había dicho. La apliqué al tubo del suero y esperé tontamente a que eso la ayudara a despertar, quería saber cómo estaba. No sería fácil al momento de que ella abriera los ojos y recordara lo que le dije.
Estuve un par de horas esperando que despertara pero no lo hizo y eso me estaba desesperando y preocupando mucho. Le estaba aplicando la siguiente medicina cuando llamaron a la puerta, suspiré con alivio cuando sentí su aroma.
-Adelante –dije quitando la jeringa del suero.
-Carlisle, buenos días.
-Buenos días, Katherine –dije con una leve sonrisa.
-¿Cómo estás? –se acercó a mí y me regaló un beso en la mejilla- Tu semblante me dice que no muy bien.
-Bueno, hoy le he dicho a Esme sobre Richard.
Ella bajó la mirada un momento, como si buscara algo.
-¿Cómo lo tomó? –su mirada mostraba preocupación.
-Se desmayó de la impresión –hice una mueca.
-¡Dios! Pobre Esme –se acercó a la cama para ver a su amiga-, debió ser terrible pero no podías ocultárselo.
-Aún así, me siento mal de haberle dicho –apreté el puño en señal de impotencia.
-Pero nadie más podía decirle, no te sientas culpable, ella te va a necesitar más que nunca y Richard también –regresó a mi lado y tocó mi brazo en señal de apoyo.
-Muchas gracias por tus palabras.
-Sólo quiero que ambos superen esto y logren... -se detuvo y miró a Esme con arrepentimiento- no puedo decirle –susurró tan bajo que cualquier humano no la hubiera escuchado- regresar a casa pronto sanos y salvos –regresó la mirada a mí.
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El día que cambiaste mi eternidad
RomanceÉl, un vampiro que trabaja como maestro de medicina y doctor en un hospital. Pasa sus días con su compañero Edward. Todo es calma hasta que encuentran a la pequeña humana, Esme. Su vida dará un vuelco por todo lo que irá surgiendo dentro de él. Este...