Capítulo 28 - Esperanzas

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La acomodé en la cama e inmediatamente la examiné. Quería descartar cualquier problema que haya tenido debido a la impresión. Después tomé asiento en el sillón y me recargué en el respaldo, realmente... no imaginaba lo que sucedería pero ya no había marcha atrás, ella había reaccionado así y tendría que afrontarlo y yo... continuaría con la búsqueda para encontrar la solución. Llamaron a la puerta y eso me sacó de mis cavilaciones.

-Adelante –dije con pocos ánimos, ya sabía quién era.

-Perdonen pero... -me miró extrañada y después miró a Esme en la cama.

-Está inconsciente –me incliné y apoyé mis codos en las rodillas para sostener mi rostro entre las manos-, fue muy fuerte saber la condición de Richard.

-No se sienta mal, no podía ocultarle la verdad –se acercó y me tocó el hombro- lo difícil ya pasó.

-Supongo que sí –respondí lo mejor que pude.

Simplemente no podía ver a Esme sufriendo.

-Regresé porque le toca sus medicamentos.

-Yo lo haré –le sostuve la mano que aún permanecía en mi hombro.

-¿Seguro?

-Sí –me puse de pie-, estaré con ella hasta que despierte.

Marie me miró dubitativa unos segundos y después suspiró.

-La medicina está en la bandeja –dio vuelta y caminó pausadamente hacia la puerta.

-Gracias.

Ella me sonrió cálidamente y salió de la habitación.

Suspiré y me enfoqué en la medicina que estaba donde Marie había dicho. La apliqué al tubo del suero y esperé tontamente a que eso la ayudara a despertar, quería saber cómo estaba. No sería fácil al momento de que ella abriera los ojos y recordara lo que le dije.

Estuve un par de horas esperando que despertara pero no lo hizo y eso me estaba desesperando y preocupando mucho. Le estaba aplicando la siguiente medicina cuando llamaron a la puerta, suspiré con alivio cuando sentí su aroma.

-Adelante –dije quitando la jeringa del suero.

-Carlisle, buenos días.

-Buenos días, Katherine –dije con una leve sonrisa.

-¿Cómo estás? –se acercó a mí y me regaló un beso en la mejilla- Tu semblante me dice que no muy bien.

-Bueno, hoy le he dicho a Esme sobre Richard.

Ella bajó la mirada un momento, como si buscara algo.

-¿Cómo lo tomó? –su mirada mostraba preocupación.

-Se desmayó de la impresión –hice una mueca.

-¡Dios! Pobre Esme –se acercó a la cama para ver a su amiga-, debió ser terrible pero no podías ocultárselo.

-Aún así, me siento mal de haberle dicho –apreté el puño en señal de impotencia.

-Pero nadie más podía decirle, no te sientas culpable, ella te va a necesitar más que nunca y Richard también –regresó a mi lado y tocó mi brazo en señal de apoyo.

-Muchas gracias por tus palabras.

-Sólo quiero que ambos superen esto y logren... -se detuvo y miró a Esme con arrepentimiento- no puedo decirle –susurró tan bajo que cualquier humano no la hubiera escuchado- regresar a casa pronto sanos y salvos –regresó la mirada a mí.

El día que cambiaste mi eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora