Capítulo 29 - Richard y yo

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Quise tomar un poco de aire, así que salí de la oficina y caminé sin rumbo por el hospital, aunque cuando me di cuenta, ya me encontraba frente a la puerta de los cuneros. Entré inmediatamente al escuchar el llanto de Richard entre los demás. Caminé a prisa y vi a Peter con Mark frente a la incubadora de Richard. Me apresuré a llegar hasta ellos.

-¿Qué sucede? -Los miré y después miré a Richard que lloraba sin cesar.

-Hola Carlisle, le estamos haciendo unos cuantos estudios -Mark me mostró la carpeta donde había hecho varias anotaciones.

-Tu sobrino a pesar de ser débil, es algo terco. No se deja hacer los estudios fácilmente -se quejó Peter al momento de sacar las manos de la incubadora.

-Si me permiten ayudarles... -me puse los guantes e introduje las manos para tocar a Richard.

El pobre niño lloraba amargamente aunque su llanto era cortado por varios segundos por lo agitados que estaba. Era demasiado esfuerzo para él y su corazón latía demasiado acelerado.

-Tranquilo... -tomé su cabeza en una mano y acaricié su frente, detrás de la oreja y luego sus mejillas-. Estoy aquí, todo está bien -sonreí.

Él volteaba hacia donde lo acariciaba y su llanto, poco a poco fue cesando y su corazón volvió al ritmo que normalmente tenía.

-Vaya, quién iba a pensar.

Escuché decir a Peter.

-¿Qué esperabas? Son familia -continuó anotando Mark-. Creo que la próxima vez Carlisle, tú realizarás los estudios.

-Sí, con mucho gusto lo haré -los miré y les sonreí de lado.

-Sólo hacen falta dos estudios más.

-Bien, terminemos entonces -volví el rostro hacia Richard quien se movía queriéndose estirar.

-Yo regreso a mi consultorio, los dejo -Peter hizo un ademán y salió del lugar.

Mark y yo continuamos. Acariciaba a Richard a cada momento; se tranquilizaba y era más fácil realizarle los estudios. Su llanto fue fuerte y mi sufrimiento mucho mayor cuando tuve que sacarle sangre. Me concentré para que fuera lo más rápido posible, sin embargo, sentí que me había tardado una eternidad. Inmediatamente después, lo consolé y arrullé, no me gustaba que se alterara.

-Serás un excelente padre -dijo Mark con una sonrisa sincera.

-Gracias -dije tratando de ocultar mi tristeza.

-Bueno, eso es todo. Me voy -cerró la carpeta y tomó las muestras-, te avisaré cuando estén los resultados.

-Muchas gracias, Mark.

-No hay de qué -dijo ya rumbo a la puerta.

-Ya todo terminó, Richard -volví a acariciarlo-. Era necesario hacer todo esto -le dije.

Él no comprendía nada de lo que estaba diciendo pero tenía la necesidad de explicarle porqué había tenido que experimentar ese dolor.

Richard introdujo su pequeño pulgar a la boca y comenzó a succionar.

-Dame un segundo, te traeré leche -lo acomodé y saqué las manos.

Fui por una botella ya preparada y regresé a su lado, ya comenzaba a quejarse.

El día que cambiaste mi eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora