Capítulo 34 - Pesadilla

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Tomé asiento y recordé la conversación que había tenido con Katherine.

-¿Qué está pasando, Carlisle? ¿Por qué dice ver a Richard? –preguntó muy angustiada.

-Tranquilízate, Katherine. Recuerda tu estado.

Bajó la mirada a su vientre y lo acarició.

-¿Está perdiendo la razón? –alzó la mirada y vi reflejado el temor en sus ojos- ¿Acaso ella...?

-La revisarán –interrumpí-. No debemos sacar conclusiones de su estado. El trauma que sufrió, ha sido fuerte pero quizás en poco tiempo desaparezca –dije tratando de serenarla aunque en mi interior también trataba de tranquilizarme con la explicación.

-Sí, sí, debe ser eso. Pronto se le pasará. Anthony pasó por esa etapa también, fue horrible –se tocó la sien derecha mientras negaba con la cabeza-. Por eso, le he llamado para que la vea, espero no te moleste. Quizás él le pueda ayudar a superar esto.

-No te preocupes, si él puede ayudarla, será estupendo –no estaba mintiendo, si Anthony podía ayudarla, no le impediría verla.

-Oh Carlisle, ya veo por qué te quiere tanto Esme.

Su comentario me tomó desprevenido.

-Ve a descansar Katherine, no quiero que te alteres. Te mantendré informada de lo que ocurra con Esme.

-¿Ya no podré verla? –su voz reflejó decepción.

-No lo sabremos hasta que nos digan lo que ocurre con ella.

-Rezaré para que sea algo pasajero. Llámame pronto –me apretó el brazo.

-Por supuesto y recuerda descansar y no preocuparte –sonreí ligeramente.

Ella hizo una mueca y se retiró.

-Doctor Cullen, doctor Cullen.

Escuchar mi nombre me regresó a la realidad.

-¿Sí?

-Ya puede pasar –sonrió la enfermera.

-Gracias –me levanté y entré al consultorio.

-Erick –extendí la mano al acercarme hasta su escritorio.

Su barba y cabello blanco, denotaban sus setenta años de edad. Era el mejor psicólogo que había en el hospital y la ciudad.

-Hola Carlisle –estrechó mi mano.

Ambos nos sentamos y guardamos silencio. Él entrelazó las manos y las descansó en el escritorio.

-No voy a andar con rodeos. De acuerdo con las respuestas y comportamiento que presentó la paciente –tomó un folder y lo acercó hasta mí-, todo parece indicar que es un caso de Neurosis.

El folder contenía todas las respuestas que había dado Esme al ser revisada por Erick, así como también, todo lo que digo. No había necesidad de leer el documento. Lo había escuchado todo desde un consultorio cercano al de él.

-El trauma de la muerte de su hijo, ha sido muy fuerte para ella y está desarrollando esta neurosis.

-¿Estás completamente seguro? –me atreví a preguntar.

Erick me miró irritado.

-Por supuesto, pero puedes pedir una segunda opinión.

-Lo lamento, no estoy dudando de tu diagnóstico...

-Lo acabas de hacer pero lo entiendo, sé que es tu pariente y es algo personal –interrumpió dejándome en evidencia.

-Nuevamente, lo lamento.

El día que cambiaste mi eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora