Seguí el tren con la mirada, lo vi alejarse hasta que se perdió entre las montañas. Caminé lentamente para salir del andén cuando nuevamente sentí la fragancia de Esme, en esta ocasión, era más fuerte. Miré a mi alrededor hasta que la encontré, veía hacia el lugar donde había desaparecido el tren. Me acerqué cautelosamente, ella me daba la espalda y no se movía; por fin llegué hasta ella y me detuve a unos pasos.
-Esme –pude escuchar cómo el corazón se le aceleraba incontrolablemente, sin embargo, ella no reaccionó ni nada por el estilo.
¿Acaso no era Esme y la estaba confundiendo? No... era imposible, ese aroma sólo le pertenecía a ella. Me acerqué un paso más y volví a llamarla.
–¿Esme?
Ella giró lentamente, me miró muy sorprendida y yo la miré de la misma manera.
– Esme, no esperaba verte aquí –al ver perfectamente su rostro, pude notar que estaba bañada en lágrimas–. Estás llorando, ¿qué sucede? –Saqué un pañuelo y me acerqué para limpiarle el rostro.
-Yo... estoy... bien. Soy exageradamente... sentimentalista. Vine a... despedirme de... Anthony.
Me detuve abruptamente y la miré sorprendido. ¿Había escuchado bien?
-¿A... Anthony?
-Sí. Y tú... ¿qué haces... aquí?
No podía creer que Anthony se había ido y Louise... también. ¿Qué clase de juego del destino era ese?
-Traje a Louise... ella acaba de... partir en el tren que acaba de... salir.
Ella tambaleó y casi cae pero logré agarrarla.
–¡Esme!
-Estoy bien, estoy... bien.
Alzó el rostro quedando muy cerca del mío. Me sentí débil ante sus labios que me invitaban a tocarlos, tuve que resistirme demasiado para controlar mis impulsos y me concentré en su salud.
-¿Estás segura?
-Sí.
-Y ¿has... venido tú sola? - No sabía si Katherine o alguien más la había acompañado y no estaba a la vista.
Ella sólo alcanzó a asentir y la ayudé a incorporarse.
–Entonces regresemos a casa -rodeé su cintura y acomodé su brazo por detrás de mi cuello para ayudarla a caminar, no quería que se lastimara si volvía a ocurrir lo de hace unos segundos.
De camino al auto, pensaba en todo lo que había ocurrido ese día. Anthony y Louise se habían ido y Esme estaba ahí... Estaba confundido, no sabía si era alguna señal.
Llegamos al auto y la ayudé a entrar. Arranqué y partimos rumbo a la casa. Al principio todo era silencio, la verdad es que tenía mucha ansiedad por saber lo que había ocurrido con Anthony. Esperé unos minutos y ya no resistí.
-Y dime... claro, si es que tú quieres... ¿qué fue lo que sucedió... con Anthony?
Quería escucharme tranquilo para no evidenciarme.
-Tuvo que irse a Nueva York -dijo melancólicamente.
Supuse que le dolía mucho haberse separado de él.
-Eso quiere decir... que volverá pronto a casarse contigo -giré el rostro hacia ella esperando que mi mirada no me traicionara, fue un enorme esfuerzo decir esas palabras.
-No -su tono fue igual que el anterior–, no... me casaré con él.
Casi freno en seco de la impresión pero pude contenerme para no provocar un accidente. Miré hacia su dedo donde antes había estado la joya.
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El día que cambiaste mi eternidad
RomansaÉl, un vampiro que trabaja como maestro de medicina y doctor en un hospital. Pasa sus días con su compañero Edward. Todo es calma hasta que encuentran a la pequeña humana, Esme. Su vida dará un vuelco por todo lo que irá surgiendo dentro de él. Este...