→ Cuarenta y nueve

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Mikaela se sonrojó y no pudo evitar besarle; ah, cómo le adoraba

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Mikaela se sonrojó y no pudo evitar besarle; ah, cómo le adoraba. ¿Y su madre pensaba que dejaría de dormir con él? Pfff, primero muerto.

—¿P-Por qué no empezamos con el informe...? —sugirió un avergonzado azabache.

Sonriendo, el rubio le jaló de la mano hasta el escritorio que tenían en la habitación, del que tomaron la laptop, un par de libros y varias hojas de papel; entonces bajaron al estudio, en donde estarían más cómodos preparando aquel informe, y donde había todo lo que necesitaran para ello.

Estuvieron cerca de dos horas haciendo videollamada con los demás y riendo mientras escribían e investigaban. Al finalizar, quedaron de verse en uno de los salones de juego más famosos de la ciudad a las tres de la tarde.

Una vez impreso, ordenado y guardado el trabajo que tardaron tanto en hacer, todos fueron a almorzar, asearse un poco y prepararse para salir; por su puesto, esto no pasó desapercibido para los presentes en el hogar Geagles.

¿A dónde van ustedes dos? —inquirió Krul al verles bien vestidos y perfumados.

Vamos con Scarlett y los demás al salón de juegos —explicó—. Kei-san nos llevará y recogerá. Volveremos a tiempo para la cena.

—Está bien, diviértanse —autorizó—. Oh, Yuu, ven un segundo.

Ambos detuvieron sus pasos y la miraron.

—Dije Yuu, ¿acaso ese es tu nombre, querido?

—Lo que sea que quieras decirle, puedes hacerlo en frente de mí, ¿no es verdad, Yuu-chan? —defendió, sintiendo un mal sabor de boca. Él asintió.

—Ve a esperarlo en la puerta, solo serán unos minutos —insistió—. Déjanos.

Inseguro, miró a su adorado híbrido, no quería dejarle ahí; sabía muy bien que cada que había algun tipo de enfrentamiento con su madre alguno de los dos terminaba herido emocionalmente hablando. No quería que antes de salir lo hiciera sentir mal.

—Está bien, Mika —susurró igual un poco temeroso—. Déjame hablar con Krul-san.

Asintiendo, le dio una mirada antes de dejarles; pero claro que no iba a irse demasiado lejos. En caso de que las cosas se pusieran acaloradas entraría a defenderle tan rápido como pudiera.

Ya estando solos, Krul avanzó apasible unos cuantos pasos hasta el mitad-animal y le sonrió de una forma algo frívola. No había maldad en su expresión, sino un escepticismo y severidad que le aterraron.

—Escucha, Yuu, eres, ciertamente, un híbrido bastante impresionante —comenzó—. Has aprendido a leer y a escribir de una forma extraordinaria, te codeas con los amigos de Mikaela naturalmente, como si pertenecieras ahí, y además de eso, lograste tener a mi hijo completamente a tu disposición. De verdad me sorprendes.

—¿Eh?

—Yuu, cariño, entiende esto —dijo tomándole de los hombros—: tú no eres un ser humano. Estás en la vida de Mikaela para serle de utilidad, no para ser protegido.

—K-Krul-san... ¿p-por qué me dice eso...? —casi sollozó; su corazón se sentía pesado.

—Porque debes saberlo; cuando eras más joven me abstuve de decirlo, pero el entenderlo te hará más consciente de tu posición —aseguró palmeándole suavemente en los hombros y alejándose para verle desde arriba—. Los híbridos no están al nivel de los humanos, nunca lo han estado y nunca lo estarán.

Yuu bajó la mirada y sostuvo el borde de su camisa fuertemente, quería gritar y llorar a mares sin importarle nada, sin embargo, ya no era un niño; ser defendido por Mika era un privilegio, y él sabía que gozaba de este. No obstante, estaría dándole la razón a la matriarca si se pusiera a berrear cual infante para que este viniera en su rescate.

—Ahora bien, ve y acompaña a mi hijo —pidió tranquila mientras se daba la vuelta y continuaba su camino a su alcoba—. No olvides lo que te dije.

—Hey, ¿estás bien? ¿qué pasó? —preguntó apurado apenas le vio bajar las escaleras e ir a su encuentro

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Hey, ¿estás bien? ¿qué pasó? —preguntó apurado apenas le vio bajar las escaleras e ir a su encuentro. Sus ojitos estaban vidriosos y su expresión apagada—. ¿Qué te dijo mi madre? ¿te hizo algo?

—N-No, Krul-san solo... —iba a decir, pero un sollozo lo interrumpió, y seguido, el llanto le envolvió.

Mikaela lo abrazó para consolarlo, imaginó que ella tenía que haberle dicho algo muy cruel para ponerle en ese estado; ah, ahora estaba muy molesto. Mas antes de actuar, debía tranquilizar a su preciado ojiesmeralda, quien hipaba sobre su pecho, repitiendo en su cabeza las frías palabras que le fueron dirigidas.

—¿Yuu? ¿qué sucede, cariño? —interrogó Marie apareciendo por la sala de estar; llevaba un libro algo grande entre sus manos—. ¿Te duele algo?

—No, no, nana; mi madre habló de algo con él y bueno...

—Imagino que no tuvo que ser algo bonito —suspiró ella; puso el libro en una mesita decorativa y se acercó a ellos—. Oh, mis niños, no dejen que unas cuantas palabras arruinen su día. Salgan a divertirse un poco y despejen sus mentes.

—Nana tiene razón, Yuu-chan —concordó sin dejar de acariciar su espalda—. No sé qué es lo que te dijo mi madre —"aunque lo imagino"; pensó—, pero no debes agobiarte por eso. Vamos a divertirnos entre todos. Iba a ser una tarde especial, ¿recuerdas?

Yuu separó un poco su rostro del pecho contrario, sus ojitos estaban algo irritados y su nariz roja por el llanto, y aún así, Mikaela pensaba que era hermoso, así que le sonrió, acomodó un poco sus cabellos y acarició sus orejas; mimarle siempre resultaba bien.

—E-Está bien —accedió sorbiendo mocos—. Vamos, Mika —pidió secando sus mejillas con sus manos—. Y gracias, Marie-san...

—Diviértete, Yuu —sonrió ella, amable.

—Diviértete, Yuu —sonrió ella, amable

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Oh, our poor baby :(

Espero les haya gustado :'3

Bye!

Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora