→ Treinta y cuatro

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Algunas semanas después de su cumpleaños número once, Mika estaba charlando en la cocina con Marie sobre su adorado híbrido mientras este subía a cambiarse la camiseta porque había volcado chocolate sobre ella y había insistido en que podía hacerl...

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Algunas semanas después de su cumpleaños número once, Mika estaba charlando en la cocina con Marie sobre su adorado híbrido mientras este subía a cambiarse la camiseta porque había volcado chocolate sobre ella y había insistido en que podía hacerlo solo, así que los había dejado solos.

—Veo que Yuu se ha adaptado muy bien a la casa y apenas van algunos meses, Mikaela —mencionó la nana mientras limpiaba el buró—. ¿Y sabes? Tú eres la causa de ello.

—S-Supongo —rió avergonzado y rascándose una mejilla—. Pero pareciera que fue ayer cuando llegó.

—Lo sé, no parece que hubiese pasado tanto tiempo —concordó ella sonriendo—. Ya quiero verlo crecer junto a ti.

"Crecer"; aquella palabra rebotó en la mente de Mika un par de veces hasta que se dio cuenta de algo sumamente importante.

—¡Nana! —chilló sobresaltado; la aludida dio un brinco, asustada.

—¿Q-Qué sucede? No grites así, me sorprendiste —recriminó.

—¿Cuándo es el cumpleaños de Yuu-chan? —indagó casi parándose sobre el buró; la mujer lo empujó ligeramente para que volviera a sentarse.

—Bueno, no lo sé —dijo llevándose una mano a la mandíbula en una pose pensativa—. Es cierto que el hombre del albergue dijo que Yuu tenía nueve años, pero no recuerdo haber visto su fecha de nacimiento en los papeles.

—¿Estás segura? —preguntó decaído.

—Déjame revisar para estar seguros y te diré —murmuró ella revolviéndole el cabello.

En ese instante, el moreno llegó hasta ellos y fue analizado por la infantil mirada del rubio, quien notó de inmediato que Yuu llevaba una camiseta suya, por lo que le quedaba algo grande y holgada; ante ambos, el híbrido se veía adorable.

—Yuu-chan, esa es de mis camisas —rió un sonrojado ojizafiro bajándose de la silla en donde estaba y yendo hasta el más bajo.

—Oh... —exclamó revisándose a sí mismo; luego se sonrojó también—. L-Lo siento, creo que me falta práctica con lo de saber cuál es mi ropa... —rió pudoroso—. Iré a cambiarme ahora...

—No —le detuvo el mayor—. Q-Quiero decir, está bien, no importa —sonrió avergonzado—. T-Te queda bien...

—G-Gracias...

Marie juró que su nivel de azúcar aumentó un poco al verlos, mas no dijo nada y puso un vaso con chocolate sobre el buró nuevamente, luego les sonrió despidiéndose y desapareció de la vista de ambos; nuevamente Mika y Yuu se sentaron mientras el segundo bebía aquel líquido.

Ya que es fin de semana y no tenemos deberes, ¿qué quieres hacer, Yuu-chan? —cuestionó el de tez pálida.

El aludido pareció recordar algo de manera repentina, por lo que bajó un poco la mirada y dejó el vaso en el buró; el rubio notó el inesperado comportamiento decaído del contrario, así que extrañado, estiró sus manitas para tomar las ajenas.

—¿Estás bien? —susurró preocupado.

—Sí... —respondió—. Mika, ¿puedo ver a mi papá...? —inquirió; a lo que el aludido hizo cara de sorpresa—. N-No quiero decir que no me guste estar aquí, me gusta, tú eres genial y Marie-san también lo es y yo...

—Calma, calma —le cortó el ojizafiro entendiendo que su híbrido estaba pensando de más—. Supongo que podemos pedirle a nana que nos lleve, si eso es lo que quieres.

Con ojitos brillosos, y sin importarle que las sillas eran altas y que se darían un golpe al caerse, Yuu se tiró sobre su dueño para darle un abrazo que los hizo acabar en el piso riéndose; el sonido del golpe alertó a la nana, la cual no tardó en aparecer, pero al verlos riéndose tontamente, iba a volver a lo que hacía, mas su querido niño la detuvo.

—Nana, Yuu-chan quiere ver a su padre —informó el mayor, a lo que ella abrió los ojos sorprendida—. Queremos ir hoy, ¿podemos?

—O-Oh... —jadeó ella sin saber qué hacer—. C-Creo que puedo pedirle a Kei-san o a Horn que los acompañen, porque tengo que hacer algunas cosas.

—Entonces iremos a prepararnos —dijo Mika e inmediatamente ambos se levantaron y salieron corriendo escaleras arriba.

Marie suspiró con algo de temor sobre la reacción que tendría el rubio cuando se enterara de a qué se refería el moreno y se lamentaba mucho de no poder ir por tener que ir al hospital; por lo pronto, se puso en marcha y llamó a Kei, quien dijo que no había problemas en llevarlos y acompañarlos, así que todo quedó resuelto.

Marie suspiró con algo de temor sobre la reacción que tendría el rubio cuando se enterara de a qué se refería el moreno y se lamentaba mucho de no poder ir por tener que ir al hospital; por lo pronto, se puso en marcha y llamó a Kei, quien dijo qu...

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Una vez los dos chiquillos se hubieron alistado, bajaron, se despidieron de la nana y subieron al auto con Kei, quien los saludó enérgicamente diciéndoles que ese día, él iba a ser su acompañante, lo que ellos aceptaron sonriendo.

Como era usual, ambos iban conversando, salvo que esta vez, Kei también hablaba y hacía comentarios que los hacían reír; y todo el camino fue así hasta que llegaron al albergue.

Mika no entendía bien porqué estaban ahí, pero notó de inmediato que el semblante alegre de Yuu se transformó en uno triste; mucho más cuando entraron al establecimiento y el hombre que trabajaba ahí los miró.

—¿Qué fue lo que hiciste, Yuu? —suspiró el sujeto con un gesto de decepción mientras rodeaba el mostrador—. Lamento lo que haya pasado, pero no es necesario que lo devuelvan, él...

—¿Qué? No vine a devolver a Yuu-chan —gruñó enojado el rubio mientras fruncía el ceño.

El hombre lo observó sin entender y miró entonces al azabache.

—Satoshi-san, quiero ver a mi papá... —susurró el híbrido.

Tendremos un momento sad :'3

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Tendremos un momento sad :'3

Lamento la tardanza xD

Tengan un feliz comienzo de año, beibis <3

Espero les haya gustado

Bye!

Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora