→ Dieciocho

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El profesor hizo un gesto ofendido y su expresión se tornó más fría y más severa de lo que era antes.

—Geagles-kun, mis clases son para usted, no para su mascota —gruñó el hombre a la par que se cruzaba de brazos.

Yuu miró temeroso a su dueño, se estaba sintiendo mal por sentir que regañaban al más alto en su lugar y eso no le gustaba para nada; quería tratar de decir algo, pero nada aseguraba que aquel hombre lo escuchara.

—M-Mika, yo puedo irme... —susurró bajito el híbrido.

—Yuu-chan, tú no has hecho nada malo, así que no tienes porqué irte —le dijo el rubio de manera suave y le acarició el cabello.

—Geagles-kun, estamos perdiendo tiempo importante, solo digale a su mascota que se retire —ordenó él.

—Sensei —suspiró el de tez pálida con cansancio—. Usted está encargado de enseñarme, límitese a eso, las condiciones del aprendizaje las pone mi familia, y usted no tiene derecho a pedirle a Yuu-chan, que es un miembro de mi familia, que se vaya, incluso cuando no ha hecho nada malo y usted solo quiere alejarlo porque le molesta.

El hombre se sintió regañado, y por ende, ofendido; sin dejar de fruncir el ceño, tomó sus cosas y las guardó, luego se retiró sin más que decir.

Los dos infantes se quedaron en absoluto silencio por un rato cuando observaron el comportamiento del adulto, el menor estaba nervioso e incluso se sentía culpable de que aquel hombre se hubiese ido, pero el mayor estaba iracundo, seriamente enojado y sin querer demostrarlo porque no quería asustar a su amigo.

—M-Mika, ¿estás bien? —susurró el moreno; el rubio estaba apretando los puños y la quijada tan fuerte que lo asustó.

—No te preocupes —le dijo relajándose—. ¿Tú estás bien?

—S-Sí... —murmuró inseguro y agachando la cabeza; sus orejitas también bajaron, mostrándose triste—. L-Lo siento, no tuve que entrar aquí cuando tú me...

—No —lo interrumpió—. Tú puedes estar donde quieras —aseguró; el ojiesmeralda bajó la mirada—. Yuu-chan, mírame.

El aludido se sentía bastante triste, imaginaba que Marie lo iba a regañar por hacer que ese hombre se hubiese ido, y se ponía mal por haberla decepcionado cuando se suponía que solo debía llevar una limonada; Yuu sintió que lo agarraban del rostro y notó que Mika lo tenía sujeto con sus manos, obligándole a verle.

—Yuu-chan, tú eres importante para mí —declaró chocando sutilmente sus frentes—. No te sientas mal porque mi maestro se fue, no es tu culpa.

Un poco más animado ante el mimo de su dueño, el pequeño híbrido hizo un intento por sonreír, lo que tranquilizó al Geagles; entonces ambos se levantaron, y tomados de la mano, salieron del estudio camino a la cocina, donde estaba la nana, y de seguro, el profesor que se retiró.

[...]

La hora de la cena llegó, y los hermanos Geagles se reunieron en la mesa junto con los dos híbridos y la nana; había un silencio sepulcral que nadie quería romper, y el ambiente era ligeramente incómodo.

—Entonces... —intentó decir Horn mientras bebía jugo—. Nana nos dijo que tu maestro de historia renunció, ¿por qué?

—Trató mal a Yuu-chan y no lo iba a permitir —contestó simplemente el rubio a la par que le daba un trozo de sushi en la boca al moreno.

—¿En serio hiciste que un maestro renunciara por tu mascota? —se mofó Chess.

Las miradas se dirigieron a ella, todas con un gesto de enojo, los que ella ignoró y continuó hablando.

—Es una completa estupidez, los híbridos solo son mascotas, no sé porqué lo proteges tanto, raya en lo ridículo —añadió la ojirubí menor.

—Chess, basta —pidió Lacus apretando un tenedor en su mano.

—¿Por qué? Es la verdad y tú lo sabes mejor que nadie, dado que quisiste a ese híbrido de mascota —rió ella.

El pelipúrpura dio un manotazo a la mesa, callando de inmediato la risa de su hermana menor, y provocando una sonrisa disimulada en el rostro de Rene; Chess arqueó una ceja cuando recibió una mirada furibunda de su hermano mayor, pues no entendía lo que él quería transmitir.

—Para de decir eso o voy a hacer que te calles de una vez por todas —amenazó el ojirubí completamente molesto.

Ella frunció su ceño, se levantó de la mesa y se fue ofendida; la mesa completa se quedó en silencio, nadie esperó una reacción así por parte del pelipúrpura, sobre todo cuando había sucedido que molestó a Yuu hacía pocos días cuando lo vio solo.

—L-Lacus, cariño, no vuelvas a decir eso —pidió la nana nerviosa, se sentía un poco mal por ver a la familia peleando de aquella forma.

Nii-san, gracias —murmuró Mika sonriendo levemente.

Lacus se avergonzó un poco ante ello, y se sonrojó cuando sintió la mano de Rene tomar la suya por debajo de la mesa.

No deberías agradecer por eso, Mikaela —suspiró Horn—. Pero tomaste una actitud un poco inmadura, Lacus —espetó dirigiéndose a él—. Asegúrate de disculparte con Chess por eso, hablaré con ella para que se disculpe con ustedes también.

La familia sonrió notando la actitud tan madura de la rubia mayor, era como una madre responsable y de cierta forma, los hacía sentirse seguros al no tener a la matriarca en la casa; y Marie se sentía orgullosa.

Por su parte, el rubio menor de la familia tomó la mano de su híbrido, haciéndolo sonrojar, únicamente para recordarle que no iba a permitir que nadie lo lastimara.

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Regresé uwu

Espero les haya gustado

Bye!

Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora