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—Estoy cansado —suspiró Mikaela echándose hacia atrás en la cama

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—Estoy cansado —suspiró Mikaela echándose hacia atrás en la cama.

—Pero ya terminamos —rió Yuuichirou sentándose a su lado.

El rubio giró un poco su cabeza hacia él y palmeó a su lado, indicándole que se acostara allí, así que el azabache le obedeció un poco tímido e incómodo. 

¿Tú normalmente haces todas esas cosas? Quiero decir, ordenar y eso —preguntó con curiosidad.

—Pues sí —contestó sin más mientras miraba a su amigo—. ¿Por qué?

—Bueno, no lo sé, pensé que tú no sabías hacer nada...

—¿Eso qué quiere decir? —gruñó sentándose.

N-No quise hacerte enojar —excusó con rapidez, imitando su movimiento de sentarse—. Trataba de decir que... bueno, en la televisión, las personas que tienen dinero no saben hacer nada, y tú tienes mucho, ¿no es así?

Mikaela rodó los ojos un poco divertido y luego suspiró.

No sé como es en otras familias, pero en mi caso, nana siempre nos ha enseñado a hacer cosas en casa —explicó—. Ella ha cuidado de todos mis hermanos, así que todos hacemos cosas básicas, como ordenar nuestras habitaciones, por ejemplo.

—Hm... Lo siento...

—No te disculpes, está bien —sonrió acariciando sus orejas.

Yuu se sintió un poco tonto por lo que había dicho, así que bajó la mirada. Mikaela entendió que enojarse con él por desconocer su realidad no tenía sentido, así que bufó y se acercó para abrazarlo con fuerza. Por un momento, el azabache se quedó  helado, pero después, correspondió el contacto.

Entonces, sin avisar, Chess, que iba usando su teléfono para mandar un mensaje, entró a la habitación.

—Mikaela, mamá dice que... —y se detuvo al verlos. Entrecerró los ojos y bloqueó su teléfono.

—¿Qué dice mamá? —interrogó soltando a su amigo para verla.

—Dijo que hoy regresan de su viaje y cenerán con nosotros —informó—. Además, dijo que quiere ver a tu mascota y que la prepares bien.

—Está bien.

Luego, ella se fue inspeccionándolos con la mirada. Y Yuu empezó a sentirse ansioso, porque esa noticia le había conmocionado, ya que recordaba claramente que Mikaela le había dicho que sus padres tenían la última palabra sobre si se quedaba o no, y si no les agradaba, no quería ser regresado de nuevo al albergue. De tan solo pensarlo lo ponía a temblar.

—¿Yuu-chan? —llamó una vez se hubo acercado al closet, pero no hubo respuesta, así que se giró—. ¿Yuu-chan? ¿te pasa algo?

El ojiesmeralda estaba con la mirada perdida y abrazándose a sí mismo, no se movía, y eso le llenó de preocupación, así que se acercó para abrazarle de forma protectora. No entendía muy bien lo que le pasaba, pero no le gustaba verlo así.

Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora