Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|

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En la mañana, Yuu fue el primero en despertarse. Estaba feliz y se sentía renovado después de un buen descanso, además, claro, de que se había acostumbrado a despertar siendo abrazado por su dueño, era algo que le gustaba mucho, porque le hacía sentir querido y sobretodo, protegido.

Ahora, habiendo despertado antes, se le ocurrió una idea, así que fue muy sigiloso para escabullirse de su agarre y salir de la cama sin que se diera cuenta; se puso sus pantuflas y luego bajó hasta la cocina.

Allí, Marie estaba cocinando el desayuno tranquilamente, y cuando lo vio le sonrió en un saludo.

—Buenos días, Marie-san —le respondió sonriendo también.

—¿Dónde está Mikaela? ¿no se ha despertado? —inquirió ella, a lo que él negó con la cabeza—. Ya veo, tú despertaste primero.

—E-Es que quiero... —intentó decir, avergonzado.

Marie dejó la estufa en un bajo nivel y se acercó hasta él sonriendo para escuchar lo que quería decir.

—M-Me gustaría prepaparle el desayuno... —susurró sonrojado.

—Oh, cariño, eso es muy dulce —rió ella—. Ven, ven, te ayudaré a preparar algo rico para que le lleves.

Entonces, la mujer se encargó de enseñarle a Yuu a hacer huevos revueltos con tocino, pan tostado y chocolate. Luego le ayudó a ponerlo todo en una charola y finalmente le ayudó a subirlo por las escaleras, pero ya estando arriba, se lo entregó para que fuese él quien le diera el regalo, dado que había sido su idea.

—Mika, despierta —murmuró entrando en la habitación, despacio.

El aludido se removió en la cama, pero no abrió los ojos. Suspiró dándose cuenta de ello, así que dejó la charola en la mesita de noche y se subió de nuevo a la cama para moverle; picó su cuerpo con sus dedos y le jaló como pudo, consiguiendo que se despertara entre divertido y quejoso.

—Te traje el desayuno... —informó pudoroso.

Se paró de la cama, tomó la charola y la acomodó en su regazo cuando Mika estuvo sentado; entonces rodeó la cama para poder acomodarse a su otro lado.

—¿Por qué me trajiste el desayuno a la cama, Yuu-chan? —inquirió con una sonrisa de oreja a oreja. El gesto le había puesto muy feliz.

—B-Bueno, solo quería darte un regalo...

—Yuu-chan, eres el mejor —declaró.

Él se sonrojó ante el elogio, y casi se cae de la cama cuando el rubio se estiró para darle un beso en la mejilla. Inconscientemente llevó su mano allí, avergonzado a más no poder y un poco desconcertado por el contacto tan repentino.

—Ayúdame a comer, hiciste mucho.

—E-Ese era el plan —reveló sonriendo.

Mirando enternecido a su querido amigo, Mika le acarició las orejas y con la otra mano, le entregó uno de los panes tostados para que comiera. Fue un desayuno tranquilo y divertido, además de un riesgo, porque el chocolate estaba algo caliente y bueno, ellos estaban en la cama. Pero sin duda alguna, ambos se divirtieron mucho y pudieron ver algunas caricaturas juntos.