Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|

→ Treinta y nueve

Con el pasar de los años, muchas cosas van siendo cada vez más visibles y más notables de lo que nos gustaría que fuesen; los sentimientos, por ejemplo, aunque bien es sabido lo complicado que es entender algo cuando no se ha vivido más allá de eso jamás.

Crecer es un tema difícil, porque implica un sinfín de cosas, mismas que nos hacen dudar de nosotros mismos y preocuparnos de situaciones que antes parecían tan sencillas; crecer es simplemente algo despiadado.

Pasar por la pubertad, o la cúspide de esta, fue extraño y un poco incómodo para los dos chiquillos; sobretodo porque ahora había una pequeña distancia entre ambos por los "secretos" que guardaban, tales como el porqué tardaban tanto a veces en salir del baño, o el porqué habían dejado de ducharse juntos con frecuencia y cuando lo hacían, conservaban sus calzoncillos.

Ah, y también el haberse dejado de besar, aunque no de mimar o de dormir juntos; también perdieron la costumbre de andar de la mano, pues Krul y Urd les regañaron muchísimo con respecto a eso y finalmente tuvieron que dejarlo para que ellos no los molestaran.

Sobre los demás miembros de la familia, Horn ya se había graduado de la universidad y trabajaba con su padre, el cual estaba decidiendo retirarse en unos años para dejarla dirigiendo la compañía, Chess estaba en su tercer año universitario, y Lacus estaba haciéndose un nombre por sí mismo en la industria de la actuación, con la ayuda de su madre, que también planeaba retirarse en un tiempo, oh y seguía teniendo a Rene a su lado, para sorpresa de todos —excepto de Marie—; respecto a nuestra amada nana, ella continuaba trabajando para la familia Geagles, igual que Shizuko, Yuuzuru y Kei, las fieles criadas y el chófer.

Y ahora el pequeño Mikaela ya no era tan pequeño, pero el adorable Yuuichirou seguía siéndolo, los dos tenían dieciséis e iban a la preparatoria con los mismos amigos desde que tenían diez años; y pese a que estaban en su primer año, toda la escuela sabían quiénes eran.

La atención que no les prestaron —al grupo en general— cuando eran infantes, la vinieron a recibir en el presente, siendo jovencitos, pero bueno, ¿quién podría culparlos? Si todos habían crecido de forma estupenda, y daban mucho de qué hablar; comenzando por el afamado hijo de Urd Geagles y Krul Tepes y su tierno híbrido, quien era el mejor estudiante de su generación y que batía los récords de los mayores y el dulce mitad-animal que era sumamente diestro al hablar y escribía maravillosamente.

Continuando con el primogénito de la familia Kimizuki, Shiho, el dueño y señor del baloncesto, que gracias a su altura era envidiado por cada jugador más bajo que él; luego la hermosísima Scarlett, hija menor de la difunta familia Aizawa y segunda heredera del grupo Aizawa que dirigía su hermano mayor, cúspide de la belleza en la preparatoria, y su gentil híbrido, Yoichi, un mitad-gatito tímido que causaba ternura a cualquiera que lo viese y desprendía los conocimientos más extensos sobre historia.

Después, el hijo único del famoso dúo de cantantes Narumi, Makoto, el delegado de la clase, que era serio, pero amable con todos; y finalmente, el hijo de padres divorciados que ganaron la lotería y se hicieron ricos por casualidad, Akemi, tímido y complaciente, además de el subdelegado de la clase.

Habiendo dicho esto, podemos imaginar la cantidad de ojos puestos sobre cada uno de los jóvenes chicos, quienes tenían muchas espectativas que cumplir y parámetros que mantener, de manera que muchas cosas habían cambiado en los últimos años; aunque había otras que evolucionaron de formas un tanto inesperadas.

Era viernes, y hacía mucho calor, estaban cerca de las vacaciones de verano, incluso estaban hablando de ellas en la clase, pues la profesora Sayuri les explicaba sobre el viaje de dos días que realizarían antes del receso escolar; todos estaban muy entusiasmados, ya que irían a la playa y bueno, podrían ver los cuerpos semidesnudos de los chicos y las chicas, aunque esa no era la única actividad, pero sí era la que más importaba.

—¿Estás emocionado, Yuu-chan? —inquirió Mika al ver a su híbrido tan ensimismado en las palabras de la maestra; este asintió sin verlo—. Pero si ya hemos ido a la playa.

—Sí, pero es diferente cuando vamos todos juntos —musitó volteando un poco para mirarle—. La última vez fuimos en familia, esta vez es con amigos, es distinto, ¿no crees?

—¿Entonces no te gustó ir conmigo? —preguntó fingiendo estar dolido; si se acordaba a la perfección cuando el moreno conoció el mar, su rostro de emoción había valido cada minuto del maldito viaje.

—¡Claro que sí! —chilló, y de inmediato la profesora le regañó, así que tuvo que ofrecer una disculpa; Mika se burló—. Sabes que sí, que me llevaras fue estupendo, y estar contigo fue... —susurró y se sonrojó—. Fue muy lindo...

Aquel tono de voz tan suave, lleno de timidez y de pudor, terminó por avergonzar al rubio y hacerlo sonrojarse también; actitud que no pasaba desapercibida, y por la que había sido regañado en más ocasiones de las que podría contar con los dedos.

Atrás de ellos, Kimizuki y Yoichi se reían suavemente mientras hablaban sobre una película antigua que habían visto, y eran juzgados silenciosamente, pues el pequeño castaño debería estar sentado con su dueña y con nadie más; aunque Scarlett estaba muy tranquila con ello, y hasta charlaba entusiasmada con Akemi, quien era asesinado mentalmente por media clase.

Y sobre Makoto, él estaba junto a la profesora, ayudándola en lo que esta necesitaba sobre el viaje y ocupaba a Shusaku de asistente, que se había vuelto su mejor amigo en los últimos años.

Lamento la tardanza, ya saben, la cuarentena :(

Finalmente llegamos al punto que buscaba osi, desde ahora, la verdadera historia comienza ahre xD

Este capítulo se centró más en cómo han pasado los años y en lo que cada integrante de la historia se ha convertido :'3

Espero les haya gustado

Bye!