→ Veinte

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—Buenos días, nana, nee-san —saludó Mika al bajar a la cocina con Yuu; ambas mujeres los saludaron también con una sonrisa.

—¿Qué quieren que les prepare de desayuno? —preguntó Marie acercándose a ambos y picándoles gentilmente la nariz.

Terminaron decidiendo que querían panqueques con jugo de fresa, por lo que la nana se dispuso a hacerlo mientras Horn se sentaba con su hermanito y el híbrido de este en la mesa.

—Mikaela, ¿qué piensas de salir de la casa para estudiar? —inquirió de repente la rubia a la par que daba un trago a su jugo de naranja.

—¿Salir? No lo sé, ¿por qué? —respondió un confundido Geagles menor.

—Bueno, como hiciste una escena ayer, ya ningún maestro quiere venir a enseñarte, así que tendrás que salir para estudiar —explicó ella; la nana la miró molesta porque le reveló eso al infante, él aún no debía enterarse.

Pero la ojirubí sabía cómo era su hermano, quizá era un niño y no comprendía muchas cosas, pero era muy maduro para su edad, así que, si le explicaba cuidadosamente, él lo entendería.

—¿Yuu-chan vendrá conmigo? —quiso saber el ojizafiro apenas pensó un poco en lo dicho por su hermana—. Si salir para estudiar es como lo hace Chess-nee-san, significa que no voy a estar en casa hasta muy tarde y no quiero dejar a Yuu-chan solo todo el día.

Las mujeres se miraron entre sí con ternura por el fuerte lazo que tenían los dos niños; era muy dulce que el mayor de ambos lo defendiera tanto.

—Bueno, cada escuela tiene su propia política con los híbridos, así que dependerá a cual vayas a asistir —expresó la Geagles mayor dejando el vaso en la mesa y centrándose en su hermano menor.

—Si Yuu-chan no viene conmigo, entonces no voy a salir —sentenció seriamente.

Hubo un silencio en la cocina, tan solo el sonido de los panqueques siendo preparados en la estufa se escuchó, y luego, una risa proveniente de la entrada de la cocina los sacó de la tranquilidad.

—¿Ir a la escuela con un híbrido? Por favor, ¿a qué clase de escuela piensas ir? ¿a una que tenga perrera? —se mofó Chess—. Esa cosa es solo una herramienta, porque ni siquiera es un animal completo y mucho menos un humano, así que no deberías estar tan apegado, Mikaela.

Justo cuando el rubio iba a responderle con toda la seguridad del mundo, Horn se puso de pie y dando pasos tranquilos llegó hasta la pelipúrpura, la cual pasó saliva al notar la expresión seria de su hermana mayor.

—Repite eso de nuevo y lo vas a lamentar mucho —susurró la más alta solo para que la menor la escuchara—. Iré a revisar escuelas para Mikaela y Chess me va a ayudar, por favor disfruten su desayuno —dijo y se fue jalando de la oreja a la más baja.

Yuu no entendió la actitud de la rubia, sin embargo, si se sintió mal por lo que dijo la pelipúrpura y sus orejitas y cola caídas lo demostraban; Mika lo notó, por lo que suspiró sabiendo que seguramente no era agradable escuchar esas cosas, así que se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, seguido de una caricia en una de sus orejas.

El moreno se puso rojo cual tomate, y tímidamente, miró al más alto; no hubo necesidad de que compartieran palabras para que supieran que se querían mucho, por lo que el más bajo abrazó a su dueño fuertemente, sintiéndose protegido por sus brazos y sonrojándose más por las palabras que le dijo.

—Yuu-chan, tú eres más que lo que Chess dijo —aseguró—. Yo siempre voy a estar para ti, así que no debes escucharla ni sentirte mal por lo que dijo, porque yo sé cuan valioso eres.

[...]

—H-Horn, suéltame... —pidió adolorida Chess; la aludida la había estado arrastrando de la oreja desde la cocina y ahora estaban en la habitación de la mayor.

Tranquilamente, y tras cerrar la puerta, la más alta la soltó; un quejido se escuchó provenir de boca de la menor, la cual tenía su oreja roja a más no poder y una expresión enojada que quería disimular pero no podía.

—¿Por qué me sacaste de la cocina? Había mucho que quería decir —se quejó la pelipúrpura sentándose en la cama.

—¿Cómo que por qué? —preguntó la rubia mirándola severamente y sentándose en la silla de su escritorio—. ¿Cómo te atreves a hablar así en frente de Mikaela? Y todavía de algo que es tan valioso para él, es solo un niño, él no entiende tus tontos prejuicios sobre los híbridos.

—Pero hay que enseñarle desde ya que los híbridos solo son herramientas, mascotas, no son normales y...

—Para —le ordenó; la más baja cerró la boca de golpe y la observó—. ¿Con qué derecho dices que "no son normales"? —cuestionó parándose de su silla y yendo hasta ella; la menor giró el rostro incómoda—. Quiero que me lo expliques, señorita perfecta —insistió agarrándola del mentón—. Porque, ¿quieres saber algo? No es muy "normal" que una hermanita esté enamorada de su hermana mayor.

Chess pasó saliva, Horn tenía razón y lo que más odiaba es que debía admitirlo; ella no era nadie para decir qué era normal y qué no, puesto que, como ella había dicho, estaba enamorada de su propia hermana mayor.

Y una chica incestuosa, comparada con un niño híbrido, bueno, ¿exactamente cuánta "normalidad" hay en ambos casos?

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Ahora saben el oscuro secreto de Chess ahre xD

Espero les haya gustado

Bye!

Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora