Regalos junto con sustos

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Al amanecer continuamos nuestro viaje al campamento de Aslan, caminamos tanto que nuestros pies estaban temblando

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Al amanecer continuamos nuestro viaje al campamento de Aslan, caminamos tanto que nuestros pies estaban temblando.

- ¡Rápido humanos! me estoy haciendo viejo- nos gritaba el señor castor que se encontraba delante de nosotros.

- Si se le ocurre decir otra vez eso, me voy a tener que hacer un peludo sombrero de castor – dice Peter mientras subía a Lucy en su espalda. No podía creer que todavía tuviera la fuerza para cargar a su hermana y seguir caminando.

- ¿Como sabrá el castor asado? – pregunte, mientras nos echábamos a reír por nuestros comentarios.

- Rápido, apúrense – gritaba nuevamente el castor

- Se esta volviendo mandón- comenta Lucy

- ¡No! ¡Detrás! ¡Es ella! – grita la señora castor haciendo que volteamos, a lo lejos vimos un carruaje, por lo que nos echamos a correr lo más rápido que pudimos

- ¡Corran! – exclamaba el castor

Corrimos y corrimos hasta que nuestros pies no pudieran hacerlo más, llegamos a una zona boscosa y encontramos una pequeña cueva, si es que así se le podía decir y nos escondimos en ella. Sentimos que el carruaje se paraba sobre nosotros y que alguien bajaba de él.

- ¿Se abra ido? – pregunto la pequeña Lucy

- Voy a ir a ver – dijo Peter

- ¡No! – exclame asustada y lo tome de la mano para que se sentara

- Muerto no le servirás de nada a Narnia – dijo el castor

- Tampoco tu mi cielo – le dijo su esposa preocupada.

- Yo lo cubro – dije mientras le soltaba la mano a Peter y me levantaba.

- ¿Estas locas? – dice Peter algo alterado, mientras me volvía a agarrar la mano.

- Esta bien, no va a pasar nada – dije lo más despreocupada posible, pero Peter se negaba a soltarme, tome su otra mano y lo mire a los ojos- Hey no nos va a pasar nada, no lo permitiría, debo salir si lo que la profecía dice es cierto, sea así o no brindare mi apoyo a cualquiera que lo necesite. – y antes de que pudiera decir algo me solté de su agarre y junto al señor castor Salí de nuestro escondite y me lleve una verdadera sorpresa.

- No hay peligro

- Salgan – les informo

- Espero que se hayan portado bien porque vino a verlos alguien – dijo el castor

- Feliz navidad, señor- dijo la pequeña Pevensie al hombre barbón que se encontraba apoyado en su trineo.

- Si que lo es Lucy, desde que ustedes vinieron – le respondió a la pequeña.

- Eh soportado mucho desde que llegue, pero esto – comenzó a decir Susan.

- Creímos que era la bruja – la interrumpió Peter

- Si me disculpo por eso, pero solo puedo decir que conducía uno de estos antes de que ella llegue.

- Creía que no había navidades en Narnia – dijo Susan

- No desde hace muchos años, pero la esperanza que han brindado majestades, a echo que el poder de la bruja se debilite- nos dijo el hombre – pero creo que esto aún así los ayudara- dijo sacando una gran bolsa de su trineo.

- ¡Regalos! – exclama Lucy emocionada, cosa que me dio mucha ternura y me saca una gran sonrisa al ver a la niña tan feliz, me giro a ver la cara de los Pevensie mayores y veo a Peter que me mira con una pequeña sonrisa en sus labios haciendo que le dedique una sonrisa por igual mientras mis cachetes se van pintando de un color rojo.

- El jugo de la flor del fuego, solo una gota basta para sanar cualquier herida. - dice el hombre, mientras ele entrega a Lucy una botella preciosa con detallen plateados y un león en el centro-y espero que jamás tengas que usar esto – agrega mientras le entrega una daga que combina perfectamente con su botella y un cinturón donde pueda colocar sus regalos.

- Gracias, señor- dijo Lucy – pero creo que puedo ser muy valiente

- Estoy seguro, las batallas son algo repugnante. – le respondió el anciano- Susan, este algo nunca falla, si tienes confianza en el – dijo mientras le entregaba un arco, con un caraj lleno de flechas rojas

- Yo pensé que las batallas eran algo repugnantes – dijo ella, causando que el barbón se ría.

- Y aunque no tengas problemas con hacer que te escuchen, sopla esto y donde quieras que estés, recibirás ayuda- agrego el hombre extendiéndole un cuerno con la cabeza de un león en su punta.

- Gracias – dijo la ojiazul

- Peter el tiempo de usar esto quizás llegue pronto – dijo el hombre entregándole al muchacho un escudo con un león rojo en el centro y una espada a combinación con un león en su empuñadura.

- Gracias, señor – le respondió Peter con una sonrisa mientras miraba su espada, no pude evitar sentirme feliz al verlo.

- No creas que me eh olvidado de ti, querida Elaine – dijo el hombre mientras hurgaba en su bolsa – espero que con la luz que hay en tu corazón liberes a Narnia y restablezcas su paz, con mucha esperanza te entrego esto y espero que se te sea de ayuda. - y dicho eso me entrego dos espadas iguales, con detalles en oro y plata, su mango era azul y en el centro se encontraba un león de oro.

 - y dicho eso me entrego dos espadas iguales, con detalles en oro y plata, su mango era azul y en el centro se encontraba un león de oro

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- Gracias – dije sonriente al ver tales maravillas frente a mí y me las coloqué en la espalda.

- Son herramientas, no juguetes deben usarlas con sabiduría – dijo el anciano – ahora debo irme, el invierno llega su fin y las cosas se acumulan si te ausentas 100 años.

Subió a su trineo mientras nos dedicaba una sonrisa y emprendió camino otra vez no sin antes decirnos

- ¡Larga vida a Aslan! ¡Y feliz navidad!

- Adiós señor

- Gracias

- Feliz navidad

- Hasta el próximo año – gritamos todos

- Dijo que el invierno llegaba a su fin – dijo Peter – y eso significa

- No más hielo – respondí completando su frase.

Corazón de guerrera| Peter PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora