El comienzo sin fin

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Me encontraba en casa leyendo un libro muy concentrada, estaba recostada en mi cama debido a que era de noche, de repente comienzo a escuchar algo parecido a unas explosiones, al mirar por la ventana vi como pasaban aviones y comenzaban a lanzar b...

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Me encontraba en casa leyendo un libro muy concentrada, estaba recostada en mi cama debido a que era de noche, de repente comienzo a escuchar algo parecido a unas explosiones, al mirar por la ventana vi como pasaban aviones y comenzaban a lanzar bombas a lo lejos y cada vez se iban acercando más y más.

Me puse muy nerviosa debido a lo que estaba presenciando, de repente entra mi madre a toda prisa.

-Elaine vamos, tenemos que ir al refugio!!!- me dijo mi madre tomándome de los hombros y empujándome para comenzar a correr hacia allá.

Llegando a la puerta de este se encontraba mi hermana esperándonos a mi y a mi madre, al estar a unos pasos para entrar al lugar donde nos íbamos a resguarda de aquel ataque que estábamos recibiendo, me frené y recordé que había dejado mi libro allí.

-Elaine, ¿Qué estás haciendo?!vuelve ya mismo!- me gritaron mi madre y mi hermana bastante alteradas-

-¡Enseguida voy!- respondí mientras retrocedía para ingresar nuevamente a la casa en busca de mi libro.

Al llegar adentro corrí muy rápido hasta mi habitación agarre el libro que tenía sobre mi mesa de luz y me dispuse a regresar.

Lo que nunca vi venir de repente fue la bomba que cayó muy cerca de mi casa, provocando que las ventanas se rompieran y que los cristales volaran por todas partes. Sentí el ardor en mis brazos y en mi rostro mientras caía al piso intentando cubrirme, me quedé allí unos segundos esperando a que el pitido en mis oídos parase y cuando ya pude retomar el equilibrio para ponerme de pie, salí corriendo lo más rápido que pude hasta el refugio.

Unos cuatros metros me faltaban para estar supuestamente a salvo, pero con miles de avionetas dispuestas a volarte en mil pedazos te generaba cierta inseguridad de todas formas, vi que mi madre me alentaba a correr más rápido desde la pequeña puerta del refugio, decidida salte los últimos pasos que me quedaban logrando entrar al interior de este mismo y caer sobre un colchón que se enconaba en el piso.

-¡¿Estas loca?!¿quieres matarte?!-

-Lo...siento.... –respondí a los gritos de mi madre, la entendía y era sabido que me retaría por arriesgar mi vida de esa forma.

-Mira tu cara Eli, casi me matas de un susto.

-No volverá a pasar.

-Ya esta, por lo menos no paso a mayores – hablo mi hermana- me asustaste mucho, por favor no lo vuelvas a hacer- dirigiéndose a mi con sus ojos cristalizados.

-Está bien- respondí y me abalancé hacia las dos para darles un fuerte abrazo.

En ese momento me puse a pensar que era muy afortunada de tener a mi madre y a mi hermana a mi lado, a pesar que pasaba mucho tiempo a solas, como mi hermana estudiaba la mayor parte del día ya que a sus 23 años le dedicaba mucho esfuerzo a ello para terminar su carrera en psicología, lo que provoco que no tengamos mucho tiempo para pasar juntas; mi madre se la pasaba haciendo labores en casa y trabajando de costurera, por lo que tampoco tenía demasiado tiempo a pesar de todo, eso no evitaba que todos los días cenáramos juntas.

Mi padre no solía encontrarme  mucho en casa, como era un comandante importante y más ahora que estamos en guerra, se le hacía más difícil ver a su familia, pero sabíamos que hacia todo lo posible para que estuviéramos bien y a gusto con nuestras vidas.

Mi hermana rápidamente tomó el botiquín de primeros auxilios y comenzó a curar mis heridas junto a mi madre quien seguía lanzándome improperios los cuales tenía bien merecidos.

No tarde más que unos minutos para poder leer y distraerme de todo lo que estaba sucediendo fuera de estas diminutas cuatro paredes, mi madre y hermana no hicieron más que cotillear sobre los chismes del barrio, ni la guerra las paraba.

El ajetreo de afuera nos hacía saber de deberíamos pasar la noche en aquel pequeño lugar, por lo cual no dude en acomodarme de la mejor forma posible para dormir y desearles una buena noche a mi familia.

Mamá beso dulcemente mi rostro lastimado y dijo que me quería antes de hacerle lo mismo a mi hermana y acodarse en el catre acolchonado que teníamos, ella por otro lado solo revolvió mi cabello y me deseó buenas noches por igual para acostarse en el colchón a mi lado

No tardaron en quedarse dormidas.
Yo solo pensaba en mi padre, cuánto lo extrañaba y las ganas que tenía de verlo, inconscientemente me hice un ovillo en el mullido colchón y tomé el libro que me había echo hacer una locura...el que me dio el.

Allí aferrándome a eso, me quede dormida.

-

Días después mi madre me informo que me enviaría a la casa de Digory Kirke, su viejo profesor el cual que tenía una gran casa lo bastante lejos para resguardarme guerra que estábamos presenciando.

Me enoje con ella tanto que me encerré en mi habitación para leer y salía solo en las comidas o para hacer mis necesidades.

Mi hermana intentó hacerme recapacitar usando sus palabras bien pensadas, pero estaba tan ofendida q la ignoré.

Entendía que mamá solo quería protegerme pero sentía que me alejaban y...no me gustaba.

La mañana en la que iba a partir para la casa del profesor me mantuve seria, acomode las ultimas cosas ya resignada, partí junto con mi madre y mi hermana para la estación de tren.

Al llegar no vi más que familias en la misma situación que la nuestra, me sentía leyendo un libro de suspenso, mi corazón martilleaba mi pecho y solo quería llorar. Cuando el tren comenzó a sonar listo para partir, no lo soporte y me abalancé sobre ambas mujeres que me miraban con tristeza.

Me permití llorar, odiaba la despedidas.

-Cuídate mucha hija mía, pórtate bien no hagas nada que pueda causarle problemas al profesor- me dijo mi madre mientras me besaba la frente y limpiaba sus lágrimas.

-Te estaremos esperando, cuando todo termine vamos a planear ir a comer juntas y tener un tiempo para nosotras solas- dijo mi hermana-no olvides jamás quién eres, puedes ser mucho más fuerte de lo que crees, eres invencible hermanita.

De pronto escuche al hombre del tren tocando un silbato avisándonos por última vez que debíamos subir, las abrace a ambas una vez más y comencé a caminar hacia el tren para emprender viaje.

Las mire una última ves sonrientes y caminé por mi misma hasta el tren lista para abordar.

Que sea lo que Dios quiera.

Corazón de guerrera| Peter PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora