Y como aquella vez

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Atónitos comenzamos a inspeccionar el lugar con otros ojos, esta ves buscábamos una explicación...un porque.

-Catapultas- dijo Ed por lo bajo.

-¿Que?

-Esto cariño- hable yo- no paso así nada más. Cair Paravel fue atacado.

Las pruebas estaban allí, piedras que no cumplían sentido estaban distribuidas de forma irregular por todos lados.

Lo que ahora paseaba por mi cabeza era ¿Cuánto tiempo paso? Esto no podía ser tan reciente.

Edmund y Peter de momentos se alejaron un poco más del grupo y comenzaron a limpiar una pequeña zona la cual rodeaba a una de las pocas paredes más intactas que había por aquí.

Analizaron el espacio y juntos comenzaron a empujar el gran bloque de piedra que escondía detrás de si nada más y nada menos que una puerta.

En tres zancadas con la curiosidad martillando mi cabeza me aventuré hasta el descubrimiento. Las hermanas me siguieron de cerca.

No tomo mucho abrir la desgastada madera, su interior se convertía en un camino de escaleras bastante oscuro.

Peter en menos de 3 segundos se rompió un fragmento de su camisa con la navaja q traía, para envolverla en un pedazo de madera.

-Copión- dije recordando el día que le enseñe ese truco rompiendo uno de mis vestidos favoritos, el solo río.

-Supongo que no traes fósforos querida- negué.

-¿Esto te sirve?- pregunto Ed, tomando una linterna de su bolso, instantáneamente reí ante la cara de Peter, mientras Susan y Lucy se aguantaban las burlas.

-¡Podrías haberlo mencionado un poco antes!- dijo gracioso tirando el intento de antorcha que quiso armar.

El fue el primero en pasar, dándonos luz por el camino, hasta que llegamos a una parte algo rota pero con buena iluminación natural.

Era nuestro antiguo espacio perdonar con la estatua de cada uno y un cofre al frente. Los Pevensie menores y yo casi corrimos a los nuestros.

Al abrirlo, pude ver todas mis pertenencias de mi estadía aquí.

-¿Éramos tan altos?- dijo Lucy con uno de sus antiguos vestidos, el cual era bastante grande para su ahora pequeño cuerpo.

-Éramos adultos en ese entonces.

-No como cientos de años después, cuando eres más joven- bromeó Ed con un casco que le quedaba inmenso.

-¡Dios si!- escáleme emocionada, haciendo reír a los demás, mientras tomaba cierta prenda que extrañaba tanto- ¡Mis pantalones!

La Verdad era lo que más extrañaba en Inglaterra, la comodidad de mis viejos pantalones, los que ahora volvían a estar entre mis manos, algo empolvados, pero conmigo.

Giré a Peter con emoción y este sonrió por mi, con temor su mirada fue hasta la estatua que tenía su imagen adulta y a paso lento se acercó.

Era como enfrentarse a lo que alguna vez fue, sabía que ese era uno de sus temores, no ser el gran rey que era.

-¿Que sucede?- la voz de Lucy llamó mi atención por lo que mi mirada fue hasta la Pevensie mayor, la cual cargaba todas sus pertenencias, buscando algo en el interior de su cofre.

-Mi cuerno, debió quedarse en la montura el día que volvimos.

Nadie supo que decir. Hasta que Peter tomando su espada llamó nuestra atención, el de forma tranquila la miró y desenfundó para comenzar a recitar lo escrito en ella.

Corazón de guerrera| Peter PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora