Silencio

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Sigilosamente, me levante de mi cama y salí de la tienda, me armé con mis armas y a pesar de no usarlas, no las dejaría allí, eran parte de mi

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Sigilosamente, me levante de mi cama y salí de la tienda, me armé con mis armas y a pesar de no usarlas, no las dejaría allí, eran parte de mi.

Al salir de la tienda, con sumo cuidado, me dirigí hacia el bosque, en donde no tarde de divisar a Aslan en la entrada de este.

-¿estás lista?

-nadie profería estarlo, pero acepto mi destino.

Sus ojos me miraban con impotencia, quien diría que el gran rey de Narnia se sentiría así por no poder salvar a una joven humana.

-No me mires así, fue la decisión correcta.

-¿que es lo que hace correcto, a lo correcto? - pregunto comenzando a caminar.

-lo que salve a los que amas

-eres muy inteligente, Elaine, demasiado inteligente, como para enfrentar el cruel destino que te espera.

-fue mi decisión.

-eso te hace una gran reina

-me temo que no lo soy.... y nunca lo seré.

El camino se volvió silencioso, nuestros pasos eran lentos y sincronizados, Aslan se acercó a mi e hizo que me subiera sobre el, así hice.

Me subí sobre su lomo y recosté mi cabeza en su suave melena, mientras daba lentas caricias, que lo hicieron ronronear.

Una paz invadió mi cuerpo y solo pude pensar en mi familia, mis amigos.

¿Como estarán mis padres...mi hermana? ¿Me extrañarán? No me pude despedir de ellos.

¿Que dirán los narnianos? ¿Se decepcionarán de mi por abandonarlos?

¿Que pensaran los Pevensie? ¿Se sentirán traicionados?

Tantas preguntas a las que no le hallaba respuesta.

La voz de Aslan me saco de mis pensamientos.

-¿no deberían estar en la cama?

Unos pasos se hicieron escuchar, levante mi cuerpo y divisé dos siluetas detrás de nosotros.

-No podíamos dormir - dijo una voz muy conocida...Lucy.

-Por favor, ¿nos dejan acompañarlos? - pregunto Susan

-Si compañía nos haría bien a Elaine y a mi, por un rato.

-Gracias- dije yo, y ellas me sonrieron. Las extrañaría.

Ambas se colocaron a un costado de Aslan, y se sujetaron de su melena.

El camino duró unos minutos más, todo era silencio, un pacifico silencio.

Cuando Aslan paro, lo supe.

-Es hora, querida, debes seguir tu sola desde aquí.

Sin esperar más, me baje de su lomo y caminé hasta quedar frente a él.

Corazón de guerrera| Peter PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora