Momento especial

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Luego de tomarme un baño y cambiarme  la ropa sucia, por una remera negra y unos pantalones marrones, sobre estos mis espadas con su respectivo cinturón azul

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Luego de tomarme un baño y cambiarme la ropa sucia, por una remera negra y unos pantalones marrones, sobre estos mis espadas con su respectivo cinturón azul.

Luego de tomarme un baño y cambiarme  la ropa sucia, por una remera negra y unos pantalones marrones, sobre estos mis espadas con su respectivo cinturón azul

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Ya era la hora de cenar, al terminar con Peter pasamos  un tiempo con las chicas Pevensie, hasta que llego la hora de volver a entrenar.

Cuando llegamos Oreius estaba puliendo una espada, como cada tiempo libre que tenía.

- Hola nuevamente, Oreius – salude

- Majestades, buenastardes – se paró para hacer una reverencia, pero le dije que no era necesario

- Quería saber si Peter puede entrenar con nosotros desde hoy, ¿está bien? – pregunte

- Por supuesto, sería un honor – respondió el centauro

- ¡¡Genial!! Comencemos – exclame con una mirada maliciosa

- Como deseen

Luego de las 20 vueltas al campamento y enseñarle algunas cosas a Peter, Oreius se puso a luchar contra nosotros, algunas veces nos hacía luchar entre nosotros.

No me explicaba por qué cada vez que recibía una estocada, mi cuerpo sentía una descarga de adrenalina y me hacía sentir eufórica, pero a mi punto de vista eso estaba bueno, porque me felicitaban por el don nato que decían que tenía, al ser bastante diestra en este asunto, yo lo veía bastante entretenido, pero nunca olvidaba por qué debía de aprender lo más rápido posible, tenía personas a quien defender y un pueblo al que cuidar, eso me ayudaba mucho a la hora de una pelea debido a que recordaba que esto no era un juego.

- Veo que alguien me debe el postre de la cena – le comento a Peter debido a que se había tirado al suelo respirando con dificultad, cuando Oreius decidió finalizar el entrenamiento por hoy, luego ya de varias horas de entrenamiento. Yo no me encontraba en las mejores condiciones debido a que estaba agotada por el anterior, por lo que decidí acompañar al ojiazul

- Está bien, tenías razón – me dijo un avergonzado

- Siempre tengo la razón – dije orgullosa, para luego echarnos a reír

Corazón de guerrera| Peter PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora