«Fiebre Plasmática»

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Febo Saros, aunque rígido e impaciente, era un rey justo, valiente, dedicado y digno de admiración. Su carácter fuerte, pero apacible a la vez, lo volvió un monarca amado y respetado por todos sus súbditos.

Y así había sido siempre, desde que tenía la edad de Eclipse y su padre, el rey Apolo Saros, lo llevó a su primera práctica junto al sol.

A diferencia de Febo, el abuelo de Eclipse poseía un fuerte temperamento, su humor era siempre sombrío, nunca sonreía y era muy poco tolerante; además de odiar a los humanos, incluso con más fuerza que el profesor Osamayor. Apolo, que se apagó poco después del nacimiento de Eclipse, prohibió, apenas al acceder al trono, las exploraciones a la Tierra, y mandó a arrojar al sol a la mayoría de los libros —tanto astrolianos como terrícolas— sobre los viajes de los Terranautas.

Febo, además de ser muy obediente con las exigencias de su padre, mostró una facilidad admirable para aprenderlo todo, sorprendiendo tanto al rey como a los trabajadores a su mando. Evidentemente el padre de Eclipse había nacido para eso.

Ahora, inexplicable y repentinamente, el rey Febo se debatía entre la vida y la muerte.

No son muchas las enfermedades que afectan a los astrolianos, y no suelen enfermarse con frecuencia, pero entre las enfermedades más peligrosas que pueden contraer en algún momento de sus vidas se encuentra la fiebre plasmática.

Cuando por casualidad y desgracia un astroliano se ve expuesto a una nube de plasma —imperceptible y por lo tanto peligrosa e inevitable—, ésta puede ingresar a su organismo provocándole frío extremo, convulsiones, delirios, intermitencia de su brillo e incluso su apagado total y definitivo, es decir, la muerte. Según los extremadamente calificados médicos a servicio del rey, ese era su diagnóstico.

Eclipse corrió hacia los aposentos de su padre ni bien Cetus terminó de darle la angustiante y repentina notica. Luna, Ara y sus amigos, lo siguieron a una distancia prudente, y esperaron cerca de la habitación.

Tendido en su cama, el rey se encontraba rodeado de los médicos imperiales. La reina Lyra tomaba su mano, mientras Febo se retorcía, en medio de balbuceos incomprensibles. Su brillo era débil e intermitente.

Eclipse permaneció inmóvil en la puerta unos instantes, observando con incredulidad la escena.

—Madre... ¿Qué...qué sucede con mi padre? Ayer...ayer me llevo a la primera práctica, estaba bien... —preguntó finalmente el príncipe.

—¿Pueden dejar un momento la habitación? —La reina habló a los médicos, sin soltar la mano de su marido. Los hombres de blanco obedecieron y Eclipse se acercó a su madre dejándoles libre la salida.

—¿Puedo ayudar en algo?...dime, lo que sea —dijo Eclipse, con lágrimas en los ojos.

—Los médicos hicieron todo lo que estaba a su alcance. El diagnóstico de tu padre es Fiebre plasmática...

—¿Fiebre plasmática?...eso es...acaso no es...

—No lo digas, por favor. Sé que será difícil, pero conozco a tu padre. Es un hombre fuerte y sé que sobrevivirá, lo sé —la reina apretó con aún más fuerza la mano helada de Febo, y le acarició la cabeza.

—¿Dónde está Equinoccio? —preguntó Eclipse, luego de una pequeña pausa.

—Lo envié con su abuela, en el reino Luna. Es demasiado pequeño y no quiero preocuparlo. Además, necesito acompañar constantemente a tu padre...

La reina se levantó de pronto de la cama y se acercó más a su hijo.

—Todo estará bien —dijo Lyra, abrazando a Eclipse. Él le devolvió el abrazo y comenzó a sollozar. Se sentía un niño otra vez, uno tan pequeño e indefenso como su hermanito.

Terranautas: Los Visitantes Estelares.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora