En cuanto el rey Febo supo por Cetus que los supuestos enfermos, Mícrosco y Ara, no eran tales y tampoco habían regresado a sus hogares sino que se encontraban en el Valle de Clima, se dirigió allí junto con una docena de sus soldados estelares imperiales. La reina Lyra le insistió que llevase también a un médico del palacio con él, puesto que temía por su salud, que aún no se hallaba completamente reestablecida. La madre de Eclipse albergaba en su corazón la esperanza de que su esposo lo encontrara en el Valle y que aún no haya viajado a la Tierra, aunque el rey intentó menguar sus expectativas, puesto que los minutos pasaban y era poco probable.
Febo no se equivocaba. Lo que nunca hubiese sido capaz de prever, era que su hijo y los demás terranautas no sólo se encontraban hacía tiempo en la Tierra, sino que eran hospedados por un humano en su propia casa.
Mientras el rey iba en camino, en el Valle, Mícrosco y Ara permanecían todavía en el inviernadero-laboratorio de los Pium. Para ellos habían pasado tan solo minutos desde que sus intrépidos amigos dejaran el lugar, y se encontraban preparados para ser descubiertos tarde o temprano, aunque no imaginaron que fuera tan rápido.
Ni bien llegó al valle, Febo se puso en contacto con la familia de los hermanos fugitivos, Mícrosco y Télesco Pium. Como era de sospechar, ninguno de los dos se encontraba en casa, y evidentemente sus padres pensaban que aún permanecían en el palacio, porque ante la imprevista aparición del Rey, la señora Pium se descompensó, alarmando a su esposo. Cuando pudo calmarse, con la ayuda de unas cuantas gotas de rocío, el rey les comunicó, intentando tranquilizarlos, todo lo que sabía sobre la aventura de sus hijos, esperando que pudieran seguirles el rastro. De inmediato pensaron en el inviernadero-laboratorio como posible lugar de escondite, si es que continuaban en el Valle.
No tardaron mucho en encontrar a los supuestos enfermos, que habían pasado ya una media hora encerrados en ese lugar. Por orden del rey, los soldados imperiales revisaron cada rincón del laboratorio, pero era claro que no había señales de los demás fugitivos.
Confirmaron entonces que ya habían partido hacia la Tierra y no quedaba mucho más que hacer allí. El rey envió un mensajero para que le informara de la situación de su hijo a la familia de Grus y un par de soldados escoltaron a Ara al reino Luna, dejando el castigo en manos de sus padres, al igual que dejaba el de Mícrosco a cargo de los suyos. La señora Pium abrazó con fuerza a su hijo, experimentando una mezcla de sentimientos, entre alivio y enojo. Su corazón, sin embargo, estaba tan afligido por su otro hijo como el de la reina por el príncipe.
Aún sin saber si podría cumplirlo, Febo le prometió a la madre de los gemelos, como lo había hecho con Lyra, que los encontraría y los traería de regreso a casa, sin importar cuanto le costase.
Como no quería quedarse de brazos cruzados, esperando en el palacio noticias de su esposo, la reina Lyra decidió partir hacia el reino Luna para informarle personalmente a la reina Selene sobre el viaje inesperado de su hija a la Tierra, junto a los demás improvisados terranautas. Sentía una gran culpa por encontrarse su hija a su cuidado en el momento en que decidió fugarse junto a su irresponsable hijo. Pensaba que había fracasado como madre y monarca, que debía de haber sido más cuidadosa y tratar de entender mejor lo que sentía, o por lo que pasaba Eclipse, en lugar de simplemente preocuparse por lo que podían pensar los demás o su marido, el rey. No obstante, lo que importaba ahora era mantener la calma y actuar con rapidez. Ya que uno de sus hijos se había alejado de ella, Lyra aprovechó su viaje al que fuera alguna vez su hogar para buscar a su hijo menor, Equinoccio y llevarlo de vuelta al palacio.
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Terranautas: Los Visitantes Estelares.
Fantasy«Desde que el ser humano decidió echar su cabeza hacia atrás y observar el cielo, se ha preguntado el porqué del día y de la noche; del sol, la luna, las estrellas; el universo. Todo tan lejano, tan misterioso, tan incomprensible. Pero no por ello...