Breena se sumió en un mutismo preocupante. Ni siquiera las provocaciones de André la sacaban de ahí. Ya no pasaba tanto tiempo fuera, y toda su habitual vitalidad y fuerza habían desaparecido. Las noticias que llegaban eran preocupantes. Alyan y sus hombres habían tratado de entrar en la ciudad, pero se les había repelido y ahora estaban buscando una estrategia para hacer un nuevo intento. En represalia, Carelle había mandado ejecutar a Adabelle. Breena lloró con amargura cuando André se lo dijo. Lloró por el dulce hada que tenía que haberse casado con su hermano y convertido en su reina. Lloró por su país, destruido por la guerra y lloró por no estar allí, con ellos. André la abrazó todo el rato y cuando estuvo agotada por el llanto, la acostó con cuidado y la dejó dormir.
-Bree, despierta-la llamó el chico mucho más tarde.
La chica se incorporó asustada. La voz de André estaba cargada de urgencia.
-¿Qué ocurre? ¿Alyan...?
-No-negó el vampiro-es Elise. No sé qué ha ocurrido pero está herida. Necesita nuestra sangre. Damon y yo tenemos que ir ahora.
-¿Y Alexia?
-No se quedaría aquí por nada del mundo. Pero tú sí te quedarás. Estarás más protegida aquí.
-Quieres decir más vigilada, supongo.
El vampiro suspiró levantándose.
-Dilo cómo quieras, Breena.
Empezó a preparar la maleta. Bree se levantó de la cama y se puso a ayudarle.
-Dúchate, yo terminaré.
André la miró con agradecimiento y obedeció. El hada terminó la maleta justo cuando él salía del baño.
-Gracias-dijo él abrazándola.
Breena se puso rígida y André la obligó a levantar la cabeza para mirarle.
-¿Vas a encerrarme de nuevo?-preguntó ella.
André negó con la cabeza.
-No. Estás débil. Y no sé cuánto tiempo estaré fuera. Pero tengo que asegurarme de que estarás a salvo, Bree. Lo siento.
-Vas a controlarme-adivinó ella.
-No tengo otra opción, pequeña. No puedo arriesgarme.
La sujetó por la barbilla con firmeza.
-No intentarás escapar-ordenó con voz suave-te alimentarás y dormirás. Y esperarás aquí a que vuelva.
Después la besó con suavidad y desapareció de la habitación. Breena sonrió con tristeza. Ni siquiera André sabía todo sobre las hadas. Era verdad que podían ser controladas. Pero sólo si querían serlo. Ella había querido en las dos ocasiones anteriores. Había permitido a Elise y André entrar en su mente. Hoy no lo había hecho. Suspirando, empezó a pensar en un plan de fuga.
Y la verdad, es que le fue asombrosamente fácil. Tuvo paciencia para alimentarse y pasar todo el día descansando en el jardín, aumentando su magia con el contacto con la naturaleza. Después, se acostó pronto. Y al amanecer, en el momento en que los vampiros dormían más profundamente, uso la magia para envolverse de invisibilidad y salir de la casa. Cuando atravesó la puerta, miró atrás. Probablemente, nunca volvería allí. Y algo en su corazón dolía al pensarlo. Cerró los ojos para coger fuerzas y empezó a andar. Tenía un largo camino por delante hasta juntarse con su hermano.
Tuvo mucha suerte. Un humano la había acercado con su coche casi hasta el territorio de las hadas y sólo tuvo que caminar medio día más. A la tarde siguiente, estaba ya cerca de su ciudad. Pudo ver el lugar donde había acampado su hermano y corrió hacia allí deseando verle. Tres hombres la cortaron el paso.
-Vaya, ¿a dónde vas tan rápido, preciosa?
-Soy Breena. Llevadme con mi hermano-ordenó.
-Tu hermano es un traidor. Y tú también, según parece. No seguimos a traidores. Veremos qué tiene tu padre qué decir, princesa.
Breena corrió todo lo que pudo, pero los hombres de su padre la atraparon sin ninguna dificultad. La ataron las manos a la espalda y la hicieron caminar, rodeando el campamento de su hermano, hasta la ciudad.
-Podríamos disfrutarla antes de entregarla a su padre-sugirió uno de ellos pasando la mano por su cara y bajando hasta su pecho-¿habéis visto que tetas tiene?
Breena contuvo un grito de dolor cuando él le apretó la carne tierna con crueldad.
-No te preocupes por eso. El rey la va a mandar al templo en cuanto la vea. Ya iremos allí a enseñarla cómo follamos las hadas-dijo otro.
La arrastraron hacia el palacio de su padre y la llevaron directamente ante él.
-Breena-se sorprendió su padre-¿cómo has llegado aquí?
-Tu hija estaba intentando reunirse con su hermano, majestad.La sorprendimos cerca del campamento.
El rey se acercó a ella con la furia reflejada en el rostro.
-¿Es eso verdad? ¿En lugar de preparar tu boda con el hermano del rey vampiro estás conspirando con ese traidor contra mí?
-Padre... no puedes seguir haciendo esto.
El rey la abofeteó con tanta fuerza que Breena cayó al suelo. Se limpió la sangre del labio con un sollozo.
-Arrodíllate-ordenó el rey.
Uno de los hombres la cogió del pelo y la obligó a hacerlo.
-Eres una traidora, igual que tu hermano. A él le mataré con mis propias manos.Tú pagarás tu traición en el templo, abriendo las piernas a todo el que te lo pida.
Las hadas que estaban en el salón lanzaron una exclamación de horror.
-Señor,¿vais a entregar al templo a vuestra propia hija?-preguntó una de ellas.
El rey miró a su hija con desprecio.
-Es una traidora. Y será tratada como tal. La llevaréis al templo tan pronto haya sido marcada.
El silencio se hizo en la sala cuando un hombre trajo un hierro y lo puso al fuego de la chimenea. Breena, sintió terror cuando uno de los hombres la desgarró el hombro derecho de la camiseta, para dejar la espalda al aire. Después, él y otro hombre la sujetaron de los brazos. Breena vio como su padre se acercaba con el hierro en las manos.
-Padre, por favor-suplicó revolviéndose.
-Sujetadla-ordenó el rey.
El dolor fue mucho mayor de lo que la chica había imaginado. Un grito se escapó de sus labios sin poderlo evitar y trató de huir del fuego que le quemaba hasta el alma. No soportó más y perdió el conocimiento.
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Breena (Saga Saint-Croix 3)
VampireBreena ha conseguido escapar del destino que su padre la había preparado. Jamás se casaría con un demonio. Pero, cuando se creía a salvo, el pretencioso hermano del rey de los vampiros la había capturado. Ahora, no sólo tenía que escapar de él, sino...