25. capítulo

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Hola, queridas lectoras. Como muchas habéis supuesto, queda poco de la historia de Breena. El capítulo de hoy y mañana domingo subiré otro. El último y un pequeño epílogo el sábado que viene.
Espero poder subir el próximo domingo un adelanto de la próxima historia. Aunque ya sabéis que hasta que no termino de escribirla no empiezo a publicarla. Y me faltan un par de capítulos aún. Así que igual estáis un tiempo sin saber nada nuevo de mi.
Espero que os guste el final de Breena. Muchos saludos para todas y,como siempre, muchas gracias por vuestros votos y comentarios.

Esa noche, Breena no encontró fuerzas para bajar a cenar. Se  disculpó y, después de la cena, Alexia subió a llevarle una bandeja . La chica se había acostado acurrucada y no se movió cuando entró la reina. Ésta dejó la bandeja y se sentó a su lado.

-Breena…

El hada se abrazó a su cuñada sollozando.

-Hablaré con él, cariño. No entiendo qué le pasa. Esto no es propio de André.

Breena pareció calmarse y negó con la cabeza.

-No. No quiero que hables con él. No hay nada de qué hablar. Su cara me ha dicho todo lo que tenía que saber. No quiere un niño. Ni siquiera me quiere a mí más que para mantener la paz con las hadas. Y para follar mientras me desee. Que será poco tiempo ahora, embarazada.

-Breena, de verdad que André no es así.

-Prométeme que no le dirás nada, Alexia. Prométemelo-exigió la chica.

La reina suspiró.

-Te lo prometo. Pero, a cambio, tendrás que cuidarte ¿de acuerdo? Tienes que comer y descansar. Y pasar tiempo fuera de la casa. Ahora tienes que pensar en el bebé.

La reina se quedó gran parte de la noche con Breena. André no apareció, ni tampoco a la mañana siguiente. El hada bajó a desayunar y luego salió al jardín.

-¿Qué está ocurriendo, Alexia?-preguntó Damon, mirando a su esposa con suspicacia mientras ésta daba el desayuno al pequeño Louis.

-Nuestro hijo va a tener un pequeño primito con el que jugar-comunicó ella.

Damon sonrió.

-Vaya, esas son buenas noticias.

-Parece que tu hermano no se lo ha tomado demasiado bien. Ayer prometí a Breena que no hablaría con él del tema. Así que…

-¿Sí?

-Tendrás que hacerlo tú-ella le miró con picardía-y asegúrate de dejarle claro que, si no cambia de actitud, me aseguraré personalmente de que no pueda volver a dejar embarazada a nadie.

La chica cogió a Louis en brazos y besó a Damon antes de seguir a Breena al jardín. El rey la miró divertido, negando con la cabeza. Compadecía a André si su esposa le atrapaba.

Alexia se dejó caer en la hierba junto a Breena, después de sentar al pequeño a su lado.

-¿Cómo estás hoy?-preguntó a la chica.

-Mejor. Gracias por quedarte anoche conmigo.

-Esta noche es la fiesta en casa de Elise. Luego podemos elegir los vestidos juntas, si quieres.

-No creo que…

-Eres de esta familia ahora, Breena. Has demostrado que tienes la fuerza necesaria para serlo, además. Te aseguro que no es fácil ser la mujer de un Saint-Croix. No te rindas ahora.

En cuanto André apareció en la casa, le hicieron llegar el recado de Damon para que fuera a su despacho. El vampiro suspiró. No le apetecía nada ver ahora al rey. De hecho, lo único que le apetecía era ver a Breena. Y asegurarse de que estaba bien.

-¿Me has llamado, hermano?-preguntó entrando en el despacho.

Este le miró cómo evaluándole y luego, sirvió una copa que le tendió.

-Siéntate, André.

El vampiro más joven obedeció.

-Lo sabes.

-¿Qué voy a tener un sobrino? Sí, lo sé. Aunque me habría gustado enterarme por ti.

André no dijo nada y Damon frunció el ceño.

-Te juro que no he estado nunca tan cerca de darte una paliza como lo estoy en este momento ¿Se puede saber qué te pasa?

André dejó el vaso en la mesilla y se levantó.

-Alexia casi muere cuando Louis nació, Damon.

-Te aseguro que lo recuerdo perfectamente, hermano. ¿Qué tiene eso que ver?

-Perdí a Celine por no poder defenderla. Casi he perdido a Breena por lo mismo, en ese maldito templo. Y ahora, puede que la pierda por esto.

-¿Eso es lo que te ocurre, André? ¿Tienes miedo? ¿Miedo a perder a tu esposa?

Damon soltó una carcajada y André le miró con enfado. El rey volvió a hablar, tratando de mantenerse serio.

-No puedes culparte por lo de Celine, André. Hiciste lo que creíste que tenías que hacer para protegerla. Y protegiste a Breena lo mejor que pudiste. Nadie es culpable de la crueldad de su padre. Y no puedes seguir negando que la amas. Más de lo que has querido a nadie en toda nuestra larguísima vida.

-No quiero hacerlo, Damon. Me aterroriza reconocer lo que siento por ella y luego perderla.

-Es demasiado tarde, hermano. Esto es algo que no puedes controlar. Sólo hay una cosa que puedes hacer, tenerla lo suficientemente cerca para cuidar de ella. Y, la verdad, estás haciendo justo lo contrario.

El rey se levantó y pasó al lado de su hermano, dirigiéndose a la puerta.

-Ríndete, André. Reconoce que esto se escapa de tu control y corre el riesgo. Y hazlo pronto. O tendré que acabar por darte una patada en el culo por hacer daño a esa belleza. O lo hará mi mujer y será mucho peor.

Breena (Saga Saint-Croix 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora