20. capítulo

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El roce de una mano en su mejilla la despertó. Abrió los ojos con miedo, las dos últimas veces que había despertado lo había hecho con un dolor atroz. Esta vez, era soportable, al menos. Alyan estaba a su lado, mirándola con preocupación.

-Hermano- susurró ella.

-Nos has tenido muy preocupados, Breena-aseguró el chico.

-¿Estás bien, Alyan? ¿No estás herido?

-No, no estoy herido. Pero no estoy bien, Breena. He tenido que matar a mi propio padre,  mi prometida ha sido asesinada por él y la tierra de las hadas está en la ruina.

Bree se incorporó para abrazarle.

-Lo siento, Alyan, siento todo esto.

El chico la abrazó con cuidado para no hacerla daño en la espalda.

-Y he estado a punto de perderte a ti también, Breena.

-¿Cómo habéis podido entrar?

-He hecho un trato con los vampiros. Ahora somos aliados. Era la única forma de poder entrar a tiempo.

-No voy a decir que no me alegro de que lo hicieras.

Los dos permanecieron en silencio un momento.

-¿Qué vas a hacer ahora, Alyan?

-Gobernar, hacer pactos, tratar de salir de la situación en la que estamos.

-Tendrás que casarte.

-Lo sé -aseguró el chico- pero no podré amar a nadie como a ella,  Breena.

-Tienes que darle una oportunidad a tu mujer, Alyan. No te condenes a un matrimonio sin amor. Sería mejor que esperaras un poco.

-Sabes que no puede ser. Tengo que estar casado para poder reinar. Buscaré esposa y me desposaré en un mes.

-Todo esto es culpa mía, hermano. Lo siento tanto...

-Sólo has sido el detonante, Breena. Tarde o temprano, ésto habría ocurrido. No podía ser de otra forma.

Su hermano la dejó para que descansara. Breena se acostó y durmió hasta que una llamada a la puerta la despertó. Una cara conocida se asomó.

-¿Puedo pasar?

-¡Jana! Qué alegría verte.

La chica se abrazó a su mejor amiga. La había echado muchísimo de menos. Luego recordó.

-Oh, Jana. Siento lo de Adabelle.

Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas.

-No puedo hablar de mi hermana,  Breena. Háblame de ti. ¿Cómo estás? Me han dicho todo lo que has pasado.

La chica se mordió los labios.

-Creo que he salido bien librada, Jana. Me escapé y acabe en territorio de vampiros, pero el hermano del rey me protegió. Conseguí librarme de Akop gracias a él. Y en el templo…podía haber sido mucho peor. De hecho, me rescataron justo a tiempo.

-Y estás prometida al vampiro, según me han dicho.

-No. Nunca he aceptado casarme con él. Y no voy a hacerlo.

La chica se sentó al lado de su amiga y la cogió la mano. Hacían un efecto curioso. Breena era un hada de plata, su melena plateada y sus ojos azul hielo. Anjana era un hada de oro, con una larga melena del más puro dorado y los ojos de un raro tono amarillo.

Breena (Saga Saint-Croix 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora